El tiempo en el que los obispos interferían en la política acabó cuando empezó la democracia en este país”, dijo Pedro Sánchez respecto a las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, que expuso las únicas alternativas posibles en este momentum político: “Cuestión de confianza, moción de censura o elecciones”. En una entrevista concedida a La Vanguardia, Argüello diagnosticó que “la situación está boqueada” y, tras el portazo de Junts, “sin perspectiva de que haya presupuestos”. Por ello, reiteró los tres mecanismos previstos en la Constitución que colocarían al gobierno progresista en la rampa de salida. Sánchez incluso ironizó al respecto de su pronunciamiento: “También animo al presidente de la Conferencia Episcopal, si se quiere presentar a unas elecciones. Ahí tiene la asociación ultraderechista Abogados Cristianos, que se presente y a ver qué resultado saca”, sentenció.

Moncloa, sumida en la profunda zozobra de las últimas semanas y encajada en una posición casi imposible, decidió entrar al choque con el jefe de la Conferencia Episcopal, algo típico en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero y que aglutina a un electorado socialista desencantado, desmovilizado y, probablemente, decepcionado con la corrupción y el machismo que acecha al Ejecutivo y al partido en el Gobierno. Pasado el efecto pegamento del rechazo al genocidio perpetrado en Gaza, el conato de enfrentamiento con el jefe de los obispos puede tener un efecto revitalizador en las filas progresistas, algo divididas y ensimismadas en un entorno radioactivo.

Una vez identificada esa pequeña ventana de oportunidad, las palabras de Sánchez durante aquel mitin en Extremadura fueron secundadas por el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, encargado de las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia. Bolaños exigió en público “neutralidad política” a la Conferencia Episcopal y reclamó que “disimulen un poco su querencia al PP Y Vox”. Por si ello hubiese sido poco, remitió una carta al presidente de los obispos, a la que tuvo La Vanguardia, en la que dejó constancia de que “los pronunciamientos partidistas” de Argüello “no son adecuados en un Estado aconfesional”, y le amonestó así por “romper una vez más la neutralidad política de la Iglesia”. Además, Bolaños le reprochó la petición de elecciones que profirió en el mes de julio para el diario ABC, y le pidió expresamente que “se abstenga de romper su neutralidad política” y que “actúe con respeto hacia la democracia y el Gobierno”.

Sin embargo, los religiosos defendieron su posición ante el órdago del ministro lugarteniente porque “el hecho mismo de que los medios pregunten a la Iglesia su opinión sobre la actualidad desmiente que la Iglesia deba ser un agente ausente de la vida pública y la opinión social”. En el fondo de este enfrentamiento entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal –como le ocurrió a Zapatero con la ley del aborto o el matrimonio homosexual– afloran las desavenencias por la resignificación del Valle de Cuelgamuros, tras la exhumación de los restos del dictador Franco, y por las reparaciones a las víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia, según resaltó el propio Bolaños en su escrito a Argüello.

Este último se deshizo de responsabilidades tras su injerencia en el ámbito político porque “ante el respeto a las reglas básicas del Estado de Derecho, no soy neutral”, dijo, a la par que aseguró que no se trata de un asunto que haya estado nunca “en primera línea de nuestra reflexión”, afirmó. “No creo haber roto neutralidad de la Iglesia católica”, alegó despreocupado. A renglón seguido, despachó su opinión sobre la Constitución, “nuestro instrumento básico de convivencia”, y la Transición: “La sabiduría de hace 50 años estuvo marcada seguramente por dos factores, el miedo y el perdón, pero el afán de reconciliación era real, sobre todo de 1975 a 1982. Hay que recuperar esa capacidad de diálogo”, remarcó Argüello en la entrevista.

Durante el balance de año realizado este lunes en Moncloa, Sánchez ha vuelto a recordar las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal para aglutinar su argumentación en torno a puntos clave para el progresismo. Durante las casi dos horas de comparecencia ante los periodistas, Sánchez ha negado que exista financiación irregular en el PSOE, ha defendido la "contundencia" y la "transparencia" en la respuesta y ha anunciado un abono único de transporte para todo el país, al estilo alemán.  

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