La mañana del día de la coronación se abrió con el centro de Madrid 'secuestrado'. Imposible, por ejemplo, acceder a los jardines de la plaza Ópera en ese momento. La puerta del Sol, situada geográficamente equidistante entre los dos punto claves del día a las nueve de la mañana no era más que un centro medio fantasma, poblado por puestos policiales y de los servicios médicos de emergencia. Al fondo, una foto gigantesca que cubría de tejado a acera el edificio del Gobierno de Madrid de Felipe y Letizia que miraban a 'nadie'.

La puerta del Sol.., vacía, excepto por los policías, bajo la mirada de los nuevos Reyes, a primera hora de la mañana



Según uno se aproximaba al edificio del Congreso, las calles comenzaban a ofrecer otras escenas más vivas. Los militares que iban a participar en la parada y dar honores fumaban, bromeaban, se hacían los famosos 'selfies' de lo que se anunciaba en todas partes como 'jornada histórica'. La superproducción preparada para esta jornada, a modo de ópera por el escenario en el que se ha convertido todo el centro de Madrid, iba agrupando a los diferentes coros que tendrían su papel en el acto.



Bandas y Tropas para poner la música y el color en el 'histótico acto'



Mientras, apenas pasadas las nueve de la mañana, dentro del Congreso, donde iba a tener lugar la representación del momento histórico, los primeros protagonistas secundarios comenzaban a llegar. Y, ante la falta de otro atractivo, a ganarse el momento de protagonismo ante cámaras y periodistas. Ellas y ellos, todos, vestidos para la ocasión. Para una gran ceremonia. Con sus mejores galas. El día era especial en el Congreso. El hemiciclo vivía una sesión única. El boato estaba por todas partes.

Rosa Díez no dudaba en proclamar y repetir tópicos: "un día de lo mejor de nuestra historia".., "esto es una prueba de la normalidad democrática"... ¿Qué tiene que hacer el nuevo Rey?: "ponerse de parte de una sociedad que demanda una democracia de más calidad".

Rosa Díez..., plenamente monárquica



Momento de secundarios, Alicia Sánchez-Camacho, la mujer del PP en Cataluña, uno de los grandes asuntos de la agenda del nuevo rey, y de todos, el futuro de la autonomía queremos decir, intentaba poner una 'gota de normalidad'.., supuesta normalidad, al menos y, como si no pasara nada, en un ataque no desprovisto de su toque de surrealismo, decía ante las cámaras que para Cataluña ella sólo pedía al nuevo rey "lo mismo que para el resto de España, concordia y tranquilidad".

Alicia Sánchez-Camacho después de pedir que el rey no haga distingos entre Cataluña y el resto de España



Poco después comenzaron, ya sí, a llegar los actores con papel. Aunque casi todos se negaron a acercarse a los periodistas y decir algo. Artur Mas, entró rápido y serio. Ni una palabra. Dentro del hemiciclo lo sentaron con el presidente vasco, Iñigo Urkullu, y con el gallego, Alberto Núñez-Feijoo, los tres presidentes de los 'territorios históricos', a los que se vio debatir animadamente hasta que empezó el discurso. Después, sólo Feijóo aplaudiría.

Los líderes del PP llegaron escalonadamente. Cospedal, parándose para hablar solo ante su televisión, la autonómica castellano manchega, sobre la que utilizar el posesivo no es figurado. Después la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría que, aunque sin acercarse a los periodistas, si aceptó compartir a gritos desde la entrada al viejo edificio del Congreso sus sentimientos. ¿Cómo vive la jornada?, le preguntaron "con mucha emoción", se confesó. ¿Qué espera del discurso del rey? "Lo hará muy bien", adelantó. Y se fue.

La vicepresidenta, vestida de blanco, gritó hacia los periodistas sus sensaciones de la 'histórica jornada'



Llegó entonces el momento de los expresidentes. El primero, José Luis Rodríguez Zapatero. Tras él, Felipe González, que a la entrada se negó a hablar, pero que a la salida daría un toque 'diferente', y es que después de 'aprobar' el discurso del nuevo rey, sorprendió a los periodistas soltando, sin pregunta, la siguiente prueba de solidaridad: "quiero mandar un mensaje de apoyo y solidaridad con 'la roja'". Y se refería a la selección de fútbol. A nada más. Tras los dos expresidentes socialistas llegó el expresidente del PP, José María Aznar, acompañado de su esposa, el único que lo hizo, bien es verdad que la suya es la alcaldesa de Madrid. Los tres expresidentes, en el interior sentados juntos, comentaban animados y como si se llevaran bien. Recordamos, la situación era como una producción de ópera.

Aznar y Botella en su llegada al Congreso



Y por fin, llegaron los familiares del gran protagonista. La reina, ya reconvertida en 'reina madre', y Elena de Borbón, 'abdicada' de su título de Infanta y de pertenencia a la familia real, llegaron en un solo coche, juntas, y acompañadas por Froilán. Después se sentaron en el lugar preponderante del hemiciclo, en el puesto central de la tribuna de invitados. Emocionadas por lo que estaban viviendo. Porque para ellas, al fin y al cabo, la representación era la de sus vidas.

La 'reina madre' y la 'abdicada' como Infanta, Elena, a la salida del acto



Lo que pasó dentro del hemiciclo, de la representación en sí, les informamos en otra crónica de ELPLURAL.COM