Apenas 20 kilómetros separan a Partido Popular y PSOE este sábado. La diferencia crece en la renovación de modelos. Pedro Sánchez, obligado por la salida de Santos Cerdán tras situarle la UCO en el epicentro de la trama Koldo, agita el avispero con una enmienda a la totalidad al arquetipo del poder orgánico en Ferraz. Se acabaron los mandos únicos en la secretaría de Organización, cuya nueva responsable, Rebeca Torró (PSPV), repartirá con tres adjuntos delimitados en sendas áreas. Génova se mueve en un molde distinto, centralizando todo el poder en una sola figura, la de un Miguel Tellado que gana peso específico en el aparato y tendrá mando en plaza en cuestiones internas, la relación con las diferentes sucursales autonómicas y su voz será preponderante para el diseño y planificación de las campañas electorales.

Dos conceptos bien diferenciados que confrontan este fin de semana en Madrid. Citas vitales para la supervivencia de sus líderes; bien para resistir el huracán Koldo-Ábalos-Cerdán o bien para frenar el ciclón Ayuso en caso de una nueva y plausible. Cuadros socialistas y populares coinciden en que sendos cónclaves serán fundamentales para el futuro y son la puesta a punto de sus maquinarias para la batalla final que se librará en las urnas, quien sabe si en 2027 - cuando se agote la legislatura – o antes si el presidente del Gobierno decide dar el salto a otro adelanto.

Ferraz se ha adelantado este viernes dando con los primeros golpes en los titulares. Para evitar filtraciones y sellar cualquier resquicio, el PSOE ha confirmado a cuentagotas los principales cambios de su nueva Ejecutiva Federal. Modificaciones que se leen como un mensaje a sus socios en Moncloa y al resto de aliados parlamentarios del bloque de la investidura. Un claro compromiso de cambio que se ve reflejado en los cuadros orgánicos con una descentralización del poder que hasta ahora ostentaba la Secretaría de Organización. No habrá mando único, sino un responsable con una guardia pretoriana cuyas tareas están bien delimitadas.

Guiños a los socios

La titularidad de la parcela principal será para la secretaria de Estado de Industria, Rebeca Torró, que tendrá bajo su mando al área de Coordinación Territorial, Análisis y Acción Electoral y, por último, Transparencia y Acción Democrática. Tres puestos adjuntos que ocuparán – en este orden – Anabel Mateos, Francisco Salazar y Borja Cabezón. En resumen, el objetivo del reparto de poderes pasa por evitar situaciones como las de sus dos últimos responsables – José Luis Ábalos  y Santos Cerdán -, que valiéndose del tercer puesto en el escalafón edificaron una presunta estructura corrupta que ha conducido al PSOE a sus horas más bajas desde que Sánchez regresó a la cúspide.

Siguiendo en el plano orgánico, los socialistas también zarandean la portavocía orgánica. Esther Peña, que en el Congreso Federal de Sevilla ya sonaba como candidata a abandonar la Ejecutiva, dejará de ser la cara visible de la CEF los lunes. El cargo, similar a lo que ocurrirá con el área de Organización, se repartirá Montse Mínguez, actual secretaria general del Grupo Socialista en el Congreso, y la concejal en el Ayuntamiento de Madrid, Enma López, que actuará como la adjunta de la diputada del PSC.

Estos son todos los cambios orgánicos que, por el momento, ha preparado el Partido Socialista y que serán ratificados por el Comité Federal este sábado. Un cambio de look radical – o “giro copernicano”, como decía Yolanda Díaz -que, además, va a acompañado de una batería de medidas en la lucha contra la corrupción y el blindaje a la Igualdad, como la propuesta para implantar un régimen sancionador para todo aquel miembro del PSOE que consuma prostitución. Un aperitivo de lo que el secretario general diseccionará en el cónclave interno y que responde a lo que le reclamaba el socio minoritario de la coalición.

Tellado todopoderoso

A algo más de 20 kilómetros de Ferraz, en el recinto ferial de IFEMA, Alberto Núñez Feijóo reúne a todas sus tropas en otro Congreso extraordinario. Sin embargo, el líder de la oposición le otorga visos de ordinario al incluir un rearme ideológico que no llega desde el cónclave de 2017, habida cuenta de que el que sirvió para elegir al ex presidente de la Xunta sólo se convocó para renovar el liderazgo tras la defenestración política de Pablo Casado. En este caso, los conservadores dan un impulso a su libro de estilo, pero también a su estructura.

Como también hiciera el PSOE, el anuncio de los cambios principales tuvo lugar a lo largo de esta semana, después de que Cuca Gamarra pidiera dar un paso a un lado. Su puesto como secretaria general lo ocupará un Miguel Tellado recauchutado de poder interno. Génova ungirá de plenos poderes al hasta ahora portavoz parlamentario - cargo que dejará en manos de Ester Muñoz -, que asumirá bajo su mando el área de Organización. Parcela que, por otro lado, recaía sobre una vicesecretaría propia.

Pero todo ha cambiado en Génova. Para los de Feijóo es el momento culminante de su proyecto. O más bien una reválida para el líder gallego tras el fiasco del 2023. Por eso, con el objetivo de “electoralizar el partido”, concentrará los departamentos que dirigían Gamarra y Carmen Fúnez en una suerte de mando único para la gestión de los asuntos internos del partido, así como la relación con las autonomías o el diseño y planificación de los procesos electorales venideros. Todo atado y bien atado en una segunda oportunidad que quien sabe si será la última del jefe de la oposición.

Fúnez continuará en el Comité de Dirección del partido. Lo hará como vicesecretaria de Sanidad y Política Social después del ascenso de Ester Muñoz a la portavocía del grupo parlamentario en la Carrera de San Jerónimo. El área de políticas sociales, en cambio, se lo arrebata a Ana Alós, quien parece que saldrá de la ejecutiva conservadora. Y es que la oscense, además, pierde sus poderes en Igualdad, área que recae en el exasesor de la mujer de Mariano Rajoy en la Moncloa, Jaime de los Santos, quien también aglutinará las competencias en Educación.

Brecha con el PP Catalán

En lo programático, Feijóo se había topado hasta este viernes con una china en el zapato. El escenario político en España se agitó sobremanera con el informe Cerdán, por lo que Génova asumió que era el momento de enterrar el hacha de guerra con el independentismo catalán. Junts, así como el PNV, son los únicos eventuales apoyos del PP en una moción de censura. Si bien con los nacionalistas vascos los puentes están absolutamente rotos, el partido se esmera por reconducir la situación con Carles Puigdemont, que esta misma semana le abría las puertas de Waterloo al líder del principal partido de la oposición.

El PP cogió algo de distancia y rechazó la invitación al exilio del expresident de la Generalitat aduciendo que “no somos como el PSOE”. Pero entre bambalinas negociaban hasta último término con Alejandro Fernández, líder de los populares catalanes, que desde que ascendió a la cúspide catalana reclamaba a la dirección nacional que con Junts no se iba ni a comprar el pan. Algo parecido a lo que esgrime desde Madrid la baronesa, Isabel Díaz Ayuso, que ha empujado fuerte contra la idea de pactar con los neoconvergentes.

No obstante, Feijóo consiguió atraer a Fernández, que ha acabado tragando con un acuerdo de mínimos y que se limita a la “defensa del Estado, la Nación y el orden constitucional”. De esta manera, se asegura, como mínimo, reactivar las líneas con los juntaires tras el 1-O y, así, explorar la única alternativa -por el momento- para descabalgar a Sánchez de La Moncloa.

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