Es un clásico de las sesiones de control que cada diputado se vaya por los cerros de Úbeda en su disertación y esquive incluso la pregunta registrada. El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, es uno de sus máximos exponentes, aunque hoy reorientaba los dardos habituales del presidente del Gobierno hacia el propio Pedro Sánchez. Pero al margen de anécdotas, el jefe el Ejecutivo ha pasado de puntillas por el complot que le dibujaba el gallego desde la bancada conservadora con varias empresas importantes de por medio y Moncloa como eje, recordándole al expresidente de la Xunta que su aterrizaje en Génova sirvió para “tapar la corrupción” de Isabel Díaz Ayuso, mientras que su permanencia eclipsa la “negligencia de Carlos Mazón”.

La estrategia desde la izquierda es cristalina. Especialmente desde la órbita de un Partido Socialista que vincula constantemente el futuro de Feijóo al de Carlos Mazón, aunque también Yolanda Díaz lo aprovechó en su réplica a Cuca Gamarra. En parte porque fue el propio líder de la oposición el que se ató a la mano del presidente de la Generalitat Valenciana inmediatamente después de la DANA. Aquella confianza ciega, que ya no es tal y llega hasta el punto de intentar cortar el cordón umbilical que le une al jefe del Consell, se ha diluido y ofrece ahora un punto débil y al descubierto para un Pedro Sánchez que afila su colmillo ante la presa herida.

Disquisiciones conspiranoicas de Feijóo al margen, que acusó en sede parlamentaria a Sánchez de “influir en un grupo de comunicación” valiéndose, además, de una multinacional con participación pública, Sánchez aprovechó la ocasión para sacar pecho por su compromiso con las Cortes Generales, siendo el presidente que “más veces ha comparecido” en el Congreso y en el Senado. Un recordatorio no exento de malicia, pues acto seguido extrapolaba tales números para contraponerlos a los del jefe de la oposición cuando ejercía como presidente de la Xunta: “Solamente compareció 10 veces en el Parlamento gallego”.

Gasto militar y corrupción

Terminaba Sánchez su primer turno de réplica viajando hasta el año 2014, cuando la Administración de Mariano Rajoy adquirió el compromiso de elevar el gasto en Defensa a un 2% de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). El presidente enumeró el ya clásico rosario de hitos económicos, sociales y una mezcla de ambas, que a la postre permiten “cumplir” con la palabra que el Ejecutivo del Partido Popular dio en su momento a la OTAN. “Cuando llegamos en 2018, no llegaba al 1%. Ahora estamos en condiciones de cumplir”, remató.

Ante los datos, Feijóo jugó la carta de desnaturalizar la figura del presidente, clasificándolo como personaje sin escrúpulos e incluso de tintes totalitarios. El líder de la oposición renunció a la sutileza, aunque se aferró al clavo ardiendo del diario británico The Times para presentar a Sánchez como un dictador “al estilo de Franco”. “El dinero de los españoles no está para controlar medios de comunicación ni empresa privadas. No les haga daño”, remataba el jefe de los conservadores.

Pero Sánchez no se podía permitir el lujo de dejar que su presa se marchara malherida. Tirando de ironía y celebrando que, por fin, su adversario se diera por enterado de la política de seguridad de su Administración, el jefe del Ejecutivo señalaba al primer ocupante de la bancada conservadora para recordarle que su aterrizaje en la planta siete de Génova 13 fue una cortina de humo para “tapar la corrupción de Ayuso”. De ahí pivotó de nuevo al vínculo Feijóo-Mazón, subrayando que su mantenimiento como líder del PP pasa por “ocultar la negligencia de Mazón” y eludir su cese con pactos con la ultraderecha.

El racista regreso de Abascal

Poco después, el líder de Vox recogía el testigo de sus socios de la derecha. Santiago Abascal, ausente durante varias sesiones de control, ha regresado a la actividad parlamentaria con una pregunta dirigida al presidente del Gobierno, relativa con su política migratoria. El ultraderechista, pivotando su argumentación sobre el desahucio de un imán senegalés que ha generado tensión en el municipio de Salt, ha preguntado si Moncloa está dispuesto a seguir imponiendo "este modelo a todos los españoles".

"Desde que usted llegó, ha aumentado el número de violaciones, cada vez más mujeres son obligadas a vestir prendas religiosas en España... ¿Está usted dispuesto a la islamización de España con tal de que le aplaudan? Es una pregunta retórica", redundaba el dirigente de extrema derecha, que se presentaba como el salvapatrias que evitará que "en lugar de 4.000 menores migrantes, haya 400.000". "Su modelo es la inmigración ilegal, que tengan vivienda social mientras los españoles no pueden acceder a la vivienda y no llegan a fin de mes", remató.

Sánchez, por su parte, destacó el "odio" que destila el líder de la ultraderecha española hasta los inmigrantes, contrastándolo con su "admiración a los oligarcas que trabajan desde fuera para destruir Europa" y atentan contra los "intereses de España".

"Lo que amenaza la prosperidad de España no es la inmigración, sino los aranceles ante los que usted calla, los oligarcas a los que pone la alfombra roja y trabajan para usted esparciendo odio en las redes sociales, los gobiernos negacionistas como el que está apoyando en Valencia, que niega la evidencia científica...", enumeraba el presidente del Gobierno, al tiempo que apuntaba a que la "verdadera amenaza es la internacional ultraderechista cuya sucursal en España es usted y su partido".

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio