El pleno urgente celebrado este miércoles de forma extraordinaria en el Senado, por las obras de remodelación de los dispositivos electrónicos en el Congreso, ejemplificó con el paso de las horas el cambio entre la euforia y la ira de los distintos grupos implicados en la votación de los tres importantes decretos incluidos en el orden del día: si PSOE y Sumar llegaban a primera hora a la plaza de La Marina Española con gesto torcido, sin los apoyos necesarios y pesimismo entre sus filas, sería el PP quien finalmente cambiaría la euforia matutina por la desesperación a última hora de la noche cuando Francina Armengol levantó el acta de la sesión y certificó que, una vez más, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había sido capaz de capear el temporal y escribir un nuevo capítulo de su resistencia particular.

Se las prometían muy felices en Génova. Los liderados por Alberto Núñez Feijóo llegaban a la Cámara Alta sonrientes, a la espera de que el órdago de Junts per Catalunya se certificase y el Ejecutivo sufriese su primera gran derrota parlamentaria de la legislatura. De hecho, los populares habían sido interpelados por Moncloa para abstenerse de forma técnica en los decretos y permitir su aprobación. “No seremos el salvavidas de Sánchez”, decían, confiados en que la aritmética, esta vez, sería contraria a los designios del presidente.

No obstante, a medida que discurría la mañana, y mientras en el salón de plenos del Congreso todo avanzaba según lo previsto, el PP empezó a notar que algo se estaba moviendo. Fuentes del PSOE lo confirmaban: “Se negocia hasta el último minuto”. ¿Serían capaces de remontar una vez más? Nadie sabía nada, pero los populares se impacientaban ante la resolución de una votación que, finalmente, y tras dos empates en la votación, derivó en la convalidación de dos de los tres decretos que estaban siendo sometidos al control de la Cámara -el que no fructificó fue el de desempleo, y no lo hizo por el voto en contra de Podemos al texto emanado por el ministerio dirigido por Yolanda Díaz-.

Una derrota que, no obstante, era menor: los negociadores y fontaneros del PSOE habían conseguido alcanzar un acuerdo con Junts para que los neoconvergentes se abstuviesen de forma técnica permitiendo que el decreto ómnibus, del que dependía el cuarto desembolso de fondos europeos, y el paquete anticrisis, que incluía medidas desde la revalorización de las pensiones hasta el abaratamiento del transporte público, fuesen convalidados por la mínima -172 votos a favor, 171 en contra y siete abstenciones-.

Tensión en las votaciones

La desesperación del PP se hizo patente durante las votaciones telemáticas de los tres decretos. Finalizado su debate, los 350 diputados tenían media hora -entre las 14.00 y las 14.30 horas- para votar, pero un error en el sistema ralentizó el sistema de votaciones y provocó que 30 diputados del PP no pudiesen ejercer su derecho al voto.

No tardaron los equipos de comunicación de los populares en sembrar de dudas el proceso: “Quedan 30 minutos para el fin del plazo de la votación y cerca de 30 parlamentarios del PP no pueden votar por la "caída del sistema". Esperamos que se resuelva a tiempo y que, uno, todos podamos votar; y, dos, esto no sirva para que el Gobierno gane tiempo en sus negociaciones", indicaban. 

Poco tardaba en responder el equipo de la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol: "Nadie que no haya votado se va a quedar sin poder votar. El sistema se ha ralentizado durante unos minutos y se va a habilitar media hora más (hasta las 15.30h) para que puedan votar los diputados que aún no hayan hecho. Ahora mismo ya se está votando con normalidad de nuevo". 

Habría que esperar una hora más, hasta las 15.30 horas, para corroborar que efectivamente los 136 diputados del PP habían podido ejercer su derecho. Así se lo confirmaba su equipo a ElPlural.com: “Al final pudimos votar todos, con dificultad unos cuantos , pero ampliaron plazo media hora…”. Unos puntos suspensivos y un temor. ¿Había dado tiempo a persuadir a alguno de los implicados?

El momento de la decisión final

No sería hasta las 18.00 horas cuando, finalizados todos los puntos del orden del día incluidos en el pleno, empezarían las votaciones. Hasta ese momento el PSOE y Junts habían sido un auténtico fortín. Nadie filtraba nada y el silencio hacía presagiar al PP que no habían sido capaces de alcanzar un acuerdo.

No obstante, el primero de los resultados hacía prever que no sería así. Que, una vez más, el Gobierno había conseguido doblegar a la aritmética: el decreto ómnibus, aprobado por la mínima (172 a 171); el del subsidio de desempleo, rechazado por el voto en contra de Podemos; el anticrisis, empatado. Junts había decidido no votar y el PP no entendía nada.

Rápidamente, y volviendo a sembrar de dudas el proceso, era el portavoz del PP el encargado de pedir a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que los desempates se realizasen por llamamiento. Así fue. Y, finalizado el error y la imposibilidad de votar que había sufrido Gerardo Pisarello, diputado de Sumar, el tercero de los decretos era aprobado con la misma suma que el ómnibus.

La ira de Feijóo

Con la consumación del acuerdo entre Junts y el Gobierno, publicado por los neoconvergentes, era Alberto Núñez Feijóo el encargado de comparecer en la sala de prensa del Senado para denunciar el “mercadeo” de Sánchez para conseguir estos votos: “Es la primera vez en la historia democrática española que el Gobierno ha trasladado la soberanía nacional fuera de las Cortes Generales. Es la primera vez que la dirección del Ejecutivo no depende de nadie que se siente en el Consejo de Ministros y que la prerrogativa de que finalice ua legislatura no es del presidente del Gobierno”.

“Si hubiese sabido que la política consistía en lo que he vivido en últimos meses, en los últimos días y en las últimas horas, yo no me hubiese dedicado a la política”, sentenciaba el presidente del PP.