Las relaciones del Gobierno con sus aliados del bloque de la investidura no viven sus mejores días. Tensiones aquí y allá, especialmente con los componentes del frente catalán. Si bien hay diferencias notables en las aproximaciones del PSOE con ERC y Junts, predomina una común desconfianza entre las partes. Los republicanos ya han puesto toda la carne en el asador con su ultimátum al Govern de Salvador Illa y un mensaje extrapolable a Moncloa en su negativa a negociar los presupuestos de la Generalitat. En cambio, los de Carles Puigdemont van unos cuantos peldaños por delante, incrustados en su posicionamiento granítico del ‘no por el no’ hasta el punto de conducir su vínculo con los socialistas a la frontera de la ruptura si los socialistas no permiten que la cuestión de confianza prospere. Según El Mundo, sujetándose en fuentes de los independentistas, tal portazo supondría el punto y final al matrimonio de conveniencia.

El Gobierno ha dejado claro por activa y por pasiva que no está por la labor de viabilizar la proposición no de ley de los neoconvergentes. Iniciativa que, por cierto, tachan de injustificada porque la prerrogativa de activar la palanca constitucional compete en exclusiva al presidente. En privado, miembros del Consejo de Ministros remarcan que la propuesta es “extemporánea” y creen que lo más probable es que esta no vea la luz - PSOE y Sumar tienen mayoría en la Mesa del Congreso -. Son conscientes de las consecuencias que acarrearía esta decisión y ya modular el relato para transmitir el mensaje de que se puede gobernar con las cuentas públicas prorrogadas. Algo que no entraba en los planes de los socialistas, quienes aseguraban a finales de 2024 que el proyecto presupuestario llegaría en los primeros meses de este año.

Como suele decirse, de aquellos polvos, estos lodos. La reciente postura del Gobierno proyecta que las negociaciones con Junts no marchan como se preveía en un principio. Y es que, en las últimas semanas, las tomas de contacto entre sendas formaciones estaban marcadas por la cuestión de confianza. Los de Carles Puigdemont habrían trasladado a la delegación socialista que tutela las negociaciones que si no prosperaba su iniciativa parlamentaria, adiós Presupuestos. Sería la ruptura definitiva de la confianza. Al menos así lo proyectan desde el partido que lidera el expresident de la Generalitat, según traslada El Mundo, convencidos de que no deben nada a un Partido Socialista que insiste una y otra vez en la tesis de que tal debate carece de sentido y que conduciría al Ejecutivo a una situación “paradójica”.

Amago de ruptura

Según El Mundo, en el el Palacio presidencial auguran un movimiento de fichas desde Bruselas de la mano de Carles Puigdemont e incluso vaticinan que el líder de Junts se desmarque bajo la premisa de que no habrá Presupuestos. Asumen que es el desenlace más probable, a pesar de que, en paralelo, tratan de neutralizar la jugada del expresident catalán y rebajan la “amenaza” de los juntaires, aglutinándolo todo en el tablero de un juego de presiones. Nada más y nada menos. Con cautela, desde la órbita socialista se ha tanteado el terreno para tomar temperatura a las advertencias de sus interlocutores y la respuesta recibida no tranquiliza los ánimos en Moncloa, en la línea de esta información: “No es un farol”.

Sumidos en este juego, ambas partes no escapan a la preponderancia de la desconfianza en sus relaciones, pero siempre lograron sortear los escollos para mantener intactos los intereses de cada cual. No obstante, los juntaires se remiten a los acuerdos de Bruselas. Concretamente, su secretario general, Jordi Turull, ha recordado que en el momento de la firma ya se avisó de que no se fiaban del PSOE y que, pasado un año, harían una valoración de lo que se ha mejorado o no o se había restaurado. Lamentablemente para los intereses de los socialistas, el dirigente neoconvergente no ha visto esas demandas plasmadas en el papel de la realidad. Por eso, insisten en que Sánchez debe someterse a una cuestión de confianza.

Máxima presión para el PSOE, piensan en Junts, en las horas previas a la ‘Gran decisión’. Y es que será este jueves cuando la Mesa del Congreso, con mayoría progresista, emita su veredicto a la iniciativa de Junts; 24 horas antes de que el expresident de la Generalitat se reúna con la permanente de su formación y analizar la decisión que adopten los socialistas. Por ello, lo que ocurra este jueves no es cosa menor. Turull explicó que “si no se tramita la cuestión de confianza” será un síntoma de que son incapaces de “asegurar dicha confianza”. “Entonces habrá que tomar decisiones que no les agradarán. No podemos perpetuar esta situación, no podemos marear la perdiz”, deslizó el secretario general independentista, de cuyo partido emanan los primeros mensajes que hablan de ruptura de todo el diálogo con el Gobierno.

La cuerda se tensa paulatinamente y está a duras penas de ceder y conducir a un escenario difícilmente aprovechable para el Gobierno central; máxime cuando sobre las manos de Junts descansan las iniciativas del Ejecutivo como la Ley de Extranjería – bloqueada por el Partido Popular -, así como otras leyes como las del traspaso de competencias a Cataluña, la reducción de la jornada laboral, vivienda o, por supuesto, la piedra angular presupuestaria. Los socialistas necesitan a todos sus socios para sacar adelante su carpeta legislativa, pero si ya estaba complicado antes de esta amenaza, ahora sube aún más la dificultad.

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