Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular y candidato a la investidura, sigue enrocado en ser investido presidente del Gobierno. Para ello, la última propuesta que ha lanzado al líder de los socialistas y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, es que le permita formar un gobierno para los próximos dos años. También le ha rogado al PSOE que “facilite su investidura” con el compromiso de afrontar al menos seis pactos de Estado. Pero, ¿qué hay de verdad en las palabras de Feijóo? ¿Cuántas propuestas y promesas ha hecho y luego ha incumplido?

Su compromiso más dañado es el que tiene con la Constitución española de 1978, esa que exige la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y que el PP lleva bloqueando durante los últimos cinco años. Esta es la razón por la que Sánchez ha acudido a la cita con Feijóo este miércoles con el objetivo de forzar a los populares a “cumplir con la Constitución” y desbloquear el Poder Judicial. Es así como el presidente en funciones le ha puesto sobre la mesa a Feijóo que, sea quien sea el candidato investido, ambas fuerzas se comprometan a alcanzar un acuerdo de renovación del máximo órgano rector de los jueces antes del 31 de diciembre de este año.

Cabe recordar el último intento -hasta la fecha- de renovación del Poder Judicial, cuando un 27 de octubre de 2022, Feijóo empezó a torcer su brazo para alcanzar un acuerdo con el PSOE por la portada de El Mundo en la que se señalaba El PP teme la reacción de la ‘derecha política, judicial y mediática’ en un titular a cinco columnas.

Sanchismo, independentistas y transparencia

Pero esta es solo una de las cuestiones que dejan al líder del PP en evidencia. Feijóo se pasó la precampaña y la campaña, tanto de las elecciones autonómicas y municipales como de las generales, prometiendo derogar el sanchismo, pero con los resultados electorales, que desinflaron notablemente las expectativas del PP, el líder popular ha pasado de ese “derogar el sanchismo” a buscar su apoyo a la desesperada. La última en señalarlo ha sido la portavoz socialista, Pilar Alegría: “Han pasado de derogar el sanchismo a rogar al sanchismo”.

Con los independentistas le ha pasado un poco lo mismo. Feijóo ha pasado de criticar a Sánchez por aprobar leyes y apoyarse en los partidos independentistas y nacionalistas con representación en el Congreso de los Diputados a buscar él mismo el apoyo en estos partidos. Con el encargo del rey ya hecho, Feijóo ha asegurado que dialogará y buscará acuerdos con nacionalistas vascos e independentistas catalanes, aunque estos le han reiterado que no apoyarán un gobierno del PP sustentado por la ultraderecha.

“El encargo de la investidura conlleva la obligación de hablar con aquellos que quieran hablar y después de hablar se puede coincidir o discrepar, y esto es lo que intentaré durante las próximas semanas. Hablar sí, dialogar también, pero chantajes no, subastas no, someterme a lo que quieran las minorías no”, decía la pasada semana, invitando después a partidos como el PNV o Junts a entablar una conversación.

Del mismo modo, Feijóo ha quedado retratado con las exigencias de transparencia al Gobierno mientras el se negaba a desvelar su declaración de bienes actualizada, con la cantidad que recibía del PP como presidente. El líder popular se negó a actualizar su declaración de bienes, y en un primer momento ocultó que percibía 71.110 euros de sobresueldo en el partido, y que en dos años aumentó su patrimonio en 611.379 euros.

Política social, económica y medioambiental

Aunque el PP en general ha quedado retratado en numerosas ocasiones en la pasada legislatura con el amplio abanico de medidas sociales y económicas que se han aprobado pese a la negativa de la formación popular -véase los ERTEs, becas, reforma laboral, Ingreso Mínimo Vital, revalorización de las pensiones en función del IPC…- Feijóo continúa lanzando compromisos al aire para luego, con todo pronóstico, negarse a cumplir y, con ello, repercutir negativamente en la vida de las personas de clases medias y bajas.

Así, Feijóo, tras salir de la reunión con Sánchez este miércoles, ha expuesto los seis pactos de Estado que ha ofrecido al líder socialista de cara a esta legislatura exprés de dos años que ha pedido. Entre estos pactos está el Pacto de Regeneración para cuidar la democracia y garantizar la división de poderes, que contrasta con su bloqueo al CGPJ; la defensa del Estado del Bienestar, cuidando la Sanidad o la Educación, pero a la vez promoviendo la sanidad privada y la educación concertada, oponiéndose a las becas y, en algunos de sus gobiernos autonómicos (Comunidad de Madrid), dándole becas a los más ricos para educar a sus hijos y no hacerlo así con la amplia mayoría como con las becas comedor; o el Pacto por el Saneamiento Económico, favoreciendo a la clase media y potenciando las necesidades de los jóvenes, pero, a su vez, oponiéndose en el Congreso a medidas como el IMV, los ERTES, la revalorización de las pensiones en función del IPC o la reforma laboral, que ha conseguido reducir notablemente el paro y la temporalidad en los contratos, entre otras cuestiones.

Del mismo modo, Feijóo ha abogado en varias ocasiones por afrontar los retos globales del cambio climático, pero sus alianzas con los negacionistas climáticos de Vox le retratan. Al igual que las políticas que promueven varios de sus presidentes autonómicos, como Moreno Bonilla en Andalucía con el Parque Nacional de Doñana, en serio peligro por los regadíos que pretende aprobar; o como en la Comunidad de Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso presentó la medida estrella de las macetas en los balcones para combatir el cambio climático o donde José Luis Martínez-Almeida ha llevado a su punto álgido su cruzada con los árboles, talando miles de árboles en la capital; también en Castilla y León, haciendo oídos sordos de las advertencias de sanitarios y veterinarios para reducir los controles de tuberculosis bovina o apostando por las industrias cárnicas intensivas, lo que se conoce como macrogranjas, frente a la extensiva. Y, sin olvidar, una de las polémicas más recientes, que es en Elche, donde PP y Vox han empezado a desmantelar sin miramientos los carriles bici de la ciudad.

No hay que olvidar tampoco la insistencia de Feijóo para dejar gobernar a la lista más votada en las urnas. “No quiero ser presidente del gobierno si pierdo (…) Hagamos un acuerdo y solucionemos lo de los pactos ya. Me comprometo a facilitar su investidura si gana las elecciones. Si gano yo, ¿la va a respetar usted? Sea un poco democrático”, le espetaba en el primer y único cara a cara con Sánchez que Feijóo aceptó en la campaña de las generales.

Una propuesta que rápidamente olvidó tras los resultados, quitando allá donde pudo a la izquierda la posibilidad de gobernar al no dudar en aliarse con la extrema derecha. El PP ha forjado gobiernos con, o gracias, a Vox en comunidades como Extremadura (donde el PSOE fue la fuerza más votada), en la Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares y Castilla y León. También en más de 140 ayuntamientos.

Por todo ello, ¿por qué espera Alberto Núñez Feijóo que Sánchez apoye su investidura el próximo mes de septiembre? ¿Ha mostrado un mísero motivo para confiar y apostar por un gobierno del Partido Popular, ya no solo para los dos años que ha ‘llorado’ este miércoles, sino para una legislatura completa?