El PP revistió su Congreso en clave electoral. Los ‘populares’ y, sobre todo, Alberto Núñez Feijóo, quiso aprovechar los problemas que tuvo el PSOE en su comité federal después de las acusaciones sobre el dirigente socialista, Paco Salazar, por “comportamientos inadecuados” contra algunas mujeres cuando éste era su jefe para plantearse como alternativa al actual equipo de Moncloa.
El gallego se encontraba en una encrucijada con motivo de la posición a adoptar sobre Junts y posibles acuerdos a futuro con la formación neoconvergente, especialmente después de las presiones llegadas desde Cataluña, aunque finalmente Génova pudiera reducirlas.
Es de sobra sabido que dentro de la formación conservadores conviven dos familias, unas veces peor avenidas que otras. De un lado, se encuentra la personalizada por aquellos barones, entre ellos el propio Feijóo -al que se le sumarían otros como el responsable andaluz, Juanma Moreno Bonilla- que intentan dar una imagen de derecha moderada; de otro, los Isabel Díaz Ayuso u otros que, si bien ya no ocupan puestos dentro del partido, mantienen poder: José María Aznar, Esperanza Aguirre, etc.
La división dentro del partido y el trabajo -habrá que ver si con éxito- por parte del presidente de la formación de calmar las aguas, deja en el aire qué hará el partido si saca más votos que la izquierda en las próximas elecciones generales. Por el momento, en la teoría Feijóo no se cierra a nada y se pliega a todo. Por lo pronto, no habrá cordón sanitario a la ultraderecha de los de Abascal, según él mismo expuso en el discurso pronunciado el pasado domingo.
Esto choca, sin embargo, con el compromiso de Feijóo de no meter a los ultras en un hipotético Ejecutivo de coalición. Es cierto que el que fuera a su vez fuera ex presidente de la Xunta, proclamó que solamente había dos opciones: “Sánchez o yo”. “Yo quiero un Gobierno en solitario (porque) el único Gobierno de coalición no ha funcionado”, expresó.
Sin embargo, pasadas las horas volvió al discurso de siempre: con Vox, sí. No es solo discursivamente, es que los ‘populares’ han formado gobierno hasta en cinco comunidades autónomas, además de decenas de ayuntamientos. Y no es algo nuevo, ya que los dos partidos llevan de la mano en los ejecutivos territoriales desde verano de 2023; y desde entonces han incorporado como suyas medidas y banderas ideológicas ultras como son la derogación de leyes de memoria histórica o reformas de normativas LGTBI, así como otras para hablar de violencia “intrafamiliar” y, en consecuencia, negativas de la violencia machista.
Abascal dice que Feijóo ha "copiado" su discurso
Uno de los ejemplos más claros del viraje, si no el más claro, es que los ‘populares’ endurecieron sus políticas contra la migración irregular, excluyendo a estas personas de ayudas económicas a la vez que se resistieron a acoger más menores migrantes. El presidente de la Región, Fernando López Miras, daba marcha atrás hace unos días en favor de Vox respecto de la compra de viviendas para la acogida de menores migrantes a petición de la ultraderecha, quien se lo exigía para obtener el sí a los Presupuestos.
Fue aquí otro de los temas en los que el líder de los de Génova concordó nuevamente este fin de semana. “Hemos de reducir la inmigración ilegal. ¿Parece razonable, no? ¿Cómo lo ilegal va a tener garantías o va a tener derechos?”, defendió en la que fue uno de los momentos más ovacionados.
Tal es la proximidad con Abascal que pareciera que a veces costara diferenciar uno del otro. No es una opinión, y es que el propio homólogo de Feijóo en la formación de ultraderecha acusó a éste de haber “copiado” su postura en ese sentido. “Creemos que es una victoria de nuestras posiciones políticas”, dictaminó.
En un ejercicio de absolutos malabarismos, el presidente del PP que intentó apelar a una centralidad que, en realidad, no fue tal. “Ha marcado un nuevo campo de juego donde no hay complejos en defender el centro, las políticas en contra de la violencia machista…”, y ahí apuntaló: “Y la posibilidad de entenderse con Vox y Junts”.
Las palabras del gallego también introdujeron el compromiso de salvaguardar las medidas sociales más importantes de la presente legislatura, aunque no aclarase siempre de qué manera: la subida del SMI, una ley de lenguas y una defensa de “todas las familias”.
Al final Feijóo habló de la posibilidad de entenderse con todo el mundo menos con Bildu. Eso incluye no dar portazo a los de Carles Puigdemont, persona -y su partido- que provocó la única enmienda del Congreso, la de Alejandro Fernández, que Génova capeó comprometiéndose a priorizar siempre la Constitución, pero sin mencionar explícitamente que esto implicara necesariamente no mirar, llegado el momento, a Cataluña.