Poco a poco asoman los primeros brotes estratégicos de los partidos ante la gran cita del 23 de julio. En Ferraz orientan la campaña en recuperar el dominio por el relato, perdido en las pasadas elecciones municipales y autonómicas. Lo harán desde los datos y personificándolo en la figura de Nadia Calviño. “Nosotros tenemos a Nadia, ellos tienen a nadie”. Así lo introdujo Pedro Sánchez ante el Comité Federal, dos días antes de enviar a la vicepresidenta a la sala de prensa de la sede socialista pese a no tener carnet y su rechazo expreso a engrosar las listas para las generales. Movimiento que, además de poner contra las cuerdas a un PP desnortado en lo económico y preso del eslogan de “derogar el sanchismo”, minimiza la acción de Yolanda Díaz y Unidas Podemos en estos cuatro años. De hecho, la propia líder de Sumar ha negado que la partida se mueva en la dicotomía bipartidista que plantean en el PSOE, sino que el quid de la cuestión recae sobre el “control de la inflación”.

Desde el momento en el que Sánchez adelanta las generales al mes de julio, el PSOE ha buscado amortiguar el impacto de la victoria del PP el 28 de mayo. Los conservadores, sin embargo, no son los únicos objetivos de la campaña que plantea el presidente del Gobierno y su equipo. El anuncio pilló con el pie cambiado a la izquierda a su izquierda, con Sumar y Unidas Podemos forzados a negociar contrarreloj para evitar un nuevo descalabro electoral en caso de concurrir por separado. Un matrimonio de conveniencia que nació prácticamente muerto, con un exceso de decibelios que permite al jefe del Ejecutivo tocar el resorte del voto útil.

La única vía para aplacar la amenaza “regresiva” que representan PP y Vox es el Partido Socialista. En este punto, entra en juego la figura de Nadia Calviño, a quien Sánchez ha potenciado sobremanera situándola en el foco mediático de la precampaña. Un arma de doble filo que busca amenazar el argumentario económico de los conservadores, pero que a su vez busca concentrar los éxitos del Gobierno de coalición en torno al PSOE. Es decir, desdeñando a los socios minoritarios. El jefe del Ejecutivo lo escenificó durante su intervención en el Comité Federal del PSOE de este pasado sábado a través de una suerte de eslogan que ha calado entre las filas socialistas. “Nosotros tenemos a Nadia, ellos tienen a nadie”. Un mantra que construye la imagen de un “tándem” que ha evitado las constantes amenazas de colapso en una legislatura con enemigos invisibles como una pandemia, la devastadora erupción de un volcán o incluso el impacto de una guerra en la frontera de la Unión Europea, amortiguado por el escudo social desplegado desde el Palacio de la Moncloa.

Calviño: La influencia del socio minoritario en la política económica del Gobierno ha sido pequeña. Por no decir ninguna

La cuestión reside ahora en que ese éxito económico que exponen desde Ferraz y Moncloa no es cosa de dos. No hay una parte alícuota para Yolanda Díaz o Unidas Podemos. La propia Calviño lo admite sin tapujos en público: “La influencia del socio minoritario en la política económica del Gobierno ha sido pequeña”. Directo a la mandíbula de Sumar, que inmediatamente después recibiría un gancho para hacerlo tambalear. “Influencia mínima, por no decir que ninguna”, apostillaba la vicepresidenta primera ante los micrófonos de Onda Cero.

Las recetas económicas tienen una autoría clara y en el PSOE ni mucho menos están dispuestos a compartir las mieles del éxito. “Ha sido el presidente Sánchez quien lo ha orientado. Ese es el balance que queda”, ha proseguido Calviño, reivindicando el “tándem” que conforman ambos desde el 2018. “Desconozco el programa de Sumar, pero votar al PSOE es votar por una buena política económica, progresista y que le va bien a España”, ha reivindicado, a modo de remate final, la ministra de Asuntos Económicos.

Díaz toma posiciones: "Esto no va de nadie o Nadia"

Yolanda Díaz no va a ceder ni un ápice de terreno y su respuesta al PSOE en su intento de portar en solitario la bandera económica izada durante la legislatura del Gobierno de coalición ha sido contundente: “esto no va de nadie o Nadia, sino de decirle a los españoles cómo vamos a controlar la inflación, cómo vamos a hacer la vida un poco más fácil a las pymes y cómo vamos a mejorar la vida de las familias españolas”.

La líder de Sumar no se arruga ante la estrategia socialista y, lejos de comprar el argumentario que desplaza al socio minoritario de la materia económica desplegada estos cuatro años, ha presentado por todo lo alto su paquete de medidas. Cuatro grandes reformas vertebran el programa con el que Díaz se postula, entre tecnócrata y activista, como candidata a las elecciones generales. De su lado, los datos de empleo y la respuesta a la crisis de la Covid-19. El aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), más de 300 euros en cuatro años, o el despliegue de los ERTE, que salvaron 3,6 millones de puestos de trabajo y 550.000 empresas, son algunas de sus puntas de lanza.

Díaz: Algunos miembros del Gobierno señalaban que la subida del SMI iba a destruir empleo

El traje que porta la todavía ministra de Trabajo lo completa una reforma laboral pactada con los agentes sociales, empresarios y sindicatos. Alabada a lo largo y ancho del continente, la “reforma habla por sí sola”, asegura Díaz. Razón no le falta y los 20,8 millones de ocupados, mejor dato de la historia; el paro en los 2,7 millones, cifra más baja desde 2008; y la cifra de indefinidos, uno de cada dos contratos frente al uno de cada diez previo a la reforma, certifican el discurso de la líder de Sumar. Mientras, el PP mantiene su recurso de inconstitucionalidad contra la ley, a pesar de que Garamendi (CEOE) le ha pedido a Feijóo que la respete.

Durante el recorrido realizado por el pasado, Díaz ha querido rememorar determinados momentos. “Algunos miembros de este Gobierno señalaban que la subida del SMI iba a destruir empleo”, ha golpeado a Calviño. Sobre la mesa, la titular de Trabajo pone el perfil más duro de su homóloga de Economía, que en muchas ocasiones ha terminado por bloquear sus iniciativas. Para contrarrestar este perfil, Díaz ha presentado a Carlos Martín, su gurú económico, junto al que ha presentado su paquete de medidas estructurado en cuatro grandes reformas.

La primera discrepancia entre ambos proyectos aparece en lo relativo a márgenes empresariales. Ambas ministras han propuesto la creación de un observatorio que supervise estos márgenes, pero Díaz ha ido más allá y propone que esta auditoría esté vinculada a la revalorización de los salarios. El ámbito fiscal también genera fricción. Desde sumar se propone un impuesto a las grandes fortunas permanente, mientras el PSOE defiende que el establecido en estos momentos sea temporal. Díaz llama a gravar a las grandes empresas, aliviando a las pymes, mientras Calviño defiende una mezcolanza que no ponga en guardia al sector empresarial.

Ambas figuras podrían confrontar durante días, pero siempre coincidirían en que el PP ni es la solución económica ni pretende serlo. Sus políticas en esta materia son “regresivas” y ponen en “riesgo” la posición europea de España, traslada el PSOE, a lo que Díaz añade que además son mentira. Ya conoce la política gallega Feijóo y sabe lo que valen las promesas de bajadas de impuestos de los populares. Cuando gobernó “propició más de 35 subidas de impuestos, una de ellas muy gravosa, la subida del IVA del 18% al 21%”, ha recordado. “Han llegado a gravar el sol”.

No va de subir o bajar impuestos, sino de quien paga impuestos”, ha sentenciado. Esto debe prevalecer “frente a la ausencia de proyecto que lidera el señor Feijóo, cuyas únicas propuestas coinciden con las que casi causan la caída del Reino Unido”. En la izquierda, las dos principales formaciones están en guardia, lideradas por sus cabezas económicas, guiadas por un programa y a la espera de una derecha con la que confrontar con los datos. Hasta que no aparezca, la lucha por la economía seguirá siendo una cosa de izquierdas y, de hacerlo, necesitará de algo más que el “sanchismo” para combatir cifras.