“Es el tiempo de la política”. El fracaso de Alberto Núñez Feijóo en la primera votación no es un obstáculo para que en el Partido Socialista ya deshojen la margarita para la investidura de Pedro Sánchez. Nada más concluya el segundo asalto este viernes, la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, deberá comunicarle al rey Felipe VI el resultado, por lo que lo más previsible en este momento es que el jefe del Estado convoque otra ronda de consultas para la semana que viene y designe al líder del Ejecutivo en funciones como candidato. A partir de aquí se establecen dos meses de plazo. La “pérdida de tiempo” del gallego fue un balón de oxígeno para el PSOE, que durante esos más de 30 días ha encapsulado en prudencia los contactos con el independentismo catalán. Ahora, consumada la derrota del PP, las negociaciones traspasan la frontera del perfil bajo para adquirir el cariz de alto nivel con el objetivo de aunar esos 178 (o 179) escaños que ya cristalizaron en la elección de la expresidenta balear como tercera autoridad del Estado.

El PSOE ha trabajado lejos del radar durante todo el verano. Sánchez dio la orden de conceder todo el protagonismo a Núñez Feijóo; dejar que se cocinara en su salsa y a fuego lento. Estrategia que le ha permitido sembrar los frutos que previsiblemente recogerá a finales del próximo mes de octubre. Proyectó la figura de su adversario como un líder sin apoyos, gracias en parte a la inestimable colaboración del PNV y al estado de desconcierto instalado en Génova desde la noche electoral del pasado 23 de julio. Entre tanto, se daba un tiempo considerable para abonar su investidura ante el más que previsible fracaso de su adversario. Lo demás es historia.

Objetivo: 178

Con Feijóo ya amortizado y su camarilla sacando pecho por su consolidación como líder de la oposición y azote de Sánchez en su propia investidura, en el PSOE pisan el acelerador para conseguir una prórroga de otros cuatro años en la Moncloa. La sesión constitutiva de las Cortes, celebrada el pasado 17 de agosto, fue el primer paso. Las cuentas salieron a la perfección y el primer acercamiento al independentismo catalán dio sus frutos. ¿El resultado? 178 votos para ungir a Francina Armengol como presidenta de la Cámara Baja.

Una mayoría que ahora se fijan como objetivo para la investidura, toda vez que el jefe del Estado designe como candidato al jefe del Ejecutivo en funciones. A partir de ahí, dos meses para resolver las cuitas con Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y el objetivo de arañar también el apoyo de Coalición Canaria para alcanzar los 179.

Sumar: 31 escaños, aunque divididos

Todo hace indicar que los trabajos de fontanería del PSOE terminarán por dar sus frutos. Los socialistas no esconden su optimismo, pese a mantener la prudencia como mantra en cuanto se les interroga sobre las negociaciones. Tienen claro que el fracaso de Feijóo no es sino la consumación del “tiempo de la política-ficción”, que a su vez abre la puerta a la acción del diálogo con sello socialista y monclovita. El primer escollo a superar, aunque está prácticamente garantizado su apoyo, es Yolanda Díaz.

No lo ven complejo e incluso se da por hecho que Sumar pondrá pocas objeciones, aunque tienen sus propias reivindicaciones -obviamente- para negociar con el que se presupone partido mayoritario de la coalición. La cuestión de fondo es la inestabilidad orgánica que cohabita en su ser desde su nacimiento. Podemos es un verso libre y así lo han demostrado desde el minuto. Su líder, Ione Belarra, ya deslizó el martes, en los pasillos del Congreso, cinco condiciones para garantizar otros cuatro años de Ejecutivo progresista. Postulados que poco tienen que ver con los que manejan la dirección de la plataforma y entre los que figura la exigencia de que Irene Montero repita como ministra de Igualdad, con una dotación presupuestaria que ronde los 1.000 millones de euros. En resumen, convirtieron la investidura de Feijóo en una suerte de moción de censura a Yolanda Díaz. Sobre el papel, no revierte peligro alguno para la eventual investidura de Sánchez, pero sí se antoja una impureza de difícil tratamiento para la vicepresidenta segunda del Ejecutivo.

Bloque catalán: 14 escaños sujetos a la amnistía

He aquí la madre del cordero. Junts y ERC son la piedra angular de los cálculos del Gobierno en funciones. El independentismo catalán mantiene la fuerza suficiente para condicionar la investidura de Pedro Sánchez. Los neoconvergentes, al contrario que en la pasada legislatura, cuentan con el mismo poder que los republicanos. Todo ello, con las elecciones catalanas en un horizonte aún lejano (2025). Precisamente este es uno de los principales escollos de los socialistas en una nueva obra de teatro, aunque los papeles están cambiados. Los de Puigdemont asumen ahora un perfil cuasi pragmático y así lo estableció en la comparecencia en la que fijó las líneas rojas de los suyos para allanar el camino a la Moncloa.

Junts se adelantó a ERC, que ahora vive a remolque de la derecha catalana. Puigdemont puso sobre la mesa la aministía como piedra angular, toda vez solventado el uso de lenguas cooficiales en el Congreso. Condicionante que no se aleja de la promesa socialista de “desjudicializar” el proceso independentista. Eso sí, la ley de gracia se tendría que resolver antes de la sesión de investidura, sabedor del poder de su formación. Esa fue su principal línea roja, pero a ella le precedieron exigencias como la legitimación del independentismo catalán, la creación de un aparato de mediación y verificación del cumplimiento de los eventuales acuerdos que se alcancen, así como dar respuesta a cuestiones de índole social o presupuestaria para la región.

En definitiva, cuestiones, a excepción de la amnistía, que son perfectamente asumibles a la línea roja marcada por el Ejecutivo. Distinguidos miembros del gabinete presidencial han reiterado hasta la saciedad que los acuerdos deben cerrarse en los márgenes constitucionales. “Fuera de ellos no hay nada”, insisten desde el ala socialista del Gobierno. Lo cierto es que las demandas independentistas, al menos desde el prisma del PSOE, no son en absoluto descabelladas a pesar de que aún han de buscar el encaje.

Bloque vasco: 11 escaños

PNV y Bildu serán algo más fáciles de contentar que sus colegas catalanes. Las dos formaciones vascas, que también compiten sin descanso ante las inminentes elecciones autonómicas del próximo 2024, no entregarán sus escaños “gratis” al Partido Socialista. Al menos, así lo dejó claro el propio Aitor Esteban, portavoz del Partido Nacionalista Vasco, en el debate de investidura de Feijóo. Los jeltzales ya han aireado la necesidad de modernizar el “modelo territorial” del Estado. El lehendakari, Iñigo Urkullu, lo desgranó en una columna en el diario El País. Más allá de las reivindicaciones habituales en términos de infraestructuras y fiscalidad, desde la derecha vasca ponen el foco en el “reconocimiento de la nacionalidad de Euskadi, una relación bilateral y un árbitro neutral”, aunque también ponen sobre la mesa la reiterada cuestión de la inviolabilidad del rey en la Constitución; petición de pesada digestión para los socialistas.

EH Bildu, que mejoró en un escaño sus prestaciones el pasado 23J, ya ha advertido que no serán un obstáculo para la conformación de un Gobierno progresista. Así se pronunció su portavoz parlamentaria, Mertxe Aizpurua, durante su intervención en el debate de investidura de Feijóo. Pero el apoyo de los independentistas vascos tampoco será gratis y exigen al Partido Socialista abordar la agenda política con una visión “plurinacional y profundamente social”. No obstante, los de Arnaldo Otegi no ponen líneas rojas más allá de combinar una acción política basada en la cuestión territorial y en el despliegue de iniciativas legislativas orientadas a la protección de la clase trabajadora.

Grupo Mixto: 2 escaños marcados por la incógnita canaria

Excluyendo a Unión del Pueblo Navarro (UPN), afín al PP a pesar del conato de ruptura por el caso Sayas y Adanero, restan tan sólo dos votos para lograr los ansiados 179: el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y Coalición Canaria (CC). El primero de ellos, cuya titularidad recae sobre Néstor Rego, se antoja más sencillo. El parlamentario gallego, que repite por segunda legislatura consecutiva, avisó de que no extenderá un “cheque en blanco” al Partido Socialista, reivindicando la resignificación del autogobierno de Galicia que a su vez permita el reconocimiento de este territorio como nación. Demanda compartida con el resto de sensibilidades nacionalistas de la Cámara Baja.

Los canarios, en cambio, parten de una casilla diferente, pues su parlamentaria, Cristina Valido, entregó su voto a la causa de Núñez Feijóo. Su negativa no supondría ningún tipo de corrimiento, pues a Sánchez le valdría con amarrar a catalanes, vascos y el BNG para superar esos 176 escaños que marcan la frontera de la absoluta. No obstante, su voto favorable rebajaría las demandas de Junts al necesitar tan solo la abstención de sus siete parlamentarios en lugar del ‘sí’. En cualquier caso, la formación insular se opone de pleno a la ley de amnistía y hará valer la “agenda canaria” en la negociación con un PSOE que confía en seducir a CC.