Fueron 43 años los que una banda terrorista protagonizó gran parte de la vida política en España. Cuatro lustros en las que policías y guardias civiles (txakurras para los pistoleros), políticos constitucionalistas, empresarios, simples concejales o cualquier ciudadano de a pie sospechoso de ser un “puztu” (chivato), caían descerrajados por las balas en la nuca, o las bombas lapas en los bajos de sus vehículos de los asesinos de ETA. También cayeron fruto de las bombas indiscriminadas o de los que frívolamente calificaron como errores en los objetivos, mujeres, niños y ciudadanos que faltamente se convirtieron en “daños colaterales”.

El “Gora ETA” era un grito con un determinado respaldo social en Euskadi y la organización Euskadi Ta Askatasuna ("País Vasco y Libertad") contaba con una red de activistas, informadores y presupuesto propio fruto de la extorsión a la que denominaban “impuesto revolucionario”. Su símbolo fue el emblema del terror, un hacha y una serpiente tallada por un miliciano de la CNT exiliado en Bayona. Su significado, la violencia del hacha, capaz de asestar golpes letales más la capacidad de la serpiente de deslizarse de forma sinuosa para atrapar a sus víctimas. Una loa de la muerte plasmada en el lema 'Bietan Jarrai' (“Siguiendo por las dos vías”).

43 años con un balance de asesinatos, heridos, familias destrozadas, miedo a pasear, chantaje extorsionador y como consecuencia una sociedad convulsa y un país amenazado. Momentos como los “años de plomo”, en los que ETA provocó incluso un intento de golpe de Estado (23-F). Pero sobre todo provocó mucha sangre y un enorme dolor unido al miedo. Por eso, cuando este miércoles se cumplen los diez años sin ETA, hay que reconocer el gran paso que para la paz y la normalización significó la publicación en la edición digital de Gara de un vídeo en el que tres etarras encapuchados anunciaban el “cese definitivo de la actividad armada” de la banda terrorista. Eso ocurría a las siete de la tarde del 20 de octubre de 2011, hace diez años.

La sociedad no debe de tener memoria de pez en relación con su historia. Pero si como en este caso, es en relación al fin de la actividad de una banda terrorista, existe una obligación cívica y moral de no olvidar. Se lo merecen las 854 víctimas mortales, los más de 7.000 heridos y 86 secuestrados. No olvidar a las víctimas ni a sus familias pero también conocer la historia real y cómo se pudo conseguir la claudicación de los asesinos ante el Estado de Derecho.

Podemos resumir en 10 las causas principales del anuncio-derrota de ETA hace ahora 10 años. Algunas de estas están interrelacionadas y otras no. Todo un proceso largo y complejo que debe ser estudiado y difundido.

  1. La importante acción policial y los múltiples éxitos de las operaciones de las Fuerzas de Seguridad de Estado. Detenciones de dirigentes, capturas de comandos y de información…
  2. Debilitamiento económico de la propia organización terrorista por la falta de ingresos derivados de sus extorsiones. Aquí hay que destacar el papel importantísimo del juez Baltasar Garzón con operaciones que dejaron muy mermado algo tan esencial para una organización terrorista como es su "aparato financiero".
  3. Aislamiento social porque sus atentados comienzan a ser cuestionados por una parte importante de la propia sociedad vasca que hasta ese momento manifestaba cierta comprensión o tolerancia hacia ETA
  4. Debate interno entre dirigentes de ETA que con distintas cúpulas desmanteladas y encarceladas pierden la disciplina jerarquizada de años anteriores
  5. Tras la matanza de Hipercor en Barcelona pero muy especialmente tras el asesinato en julio de 1997 del joven concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, comienza un antes y un después en la concepción de ETA como un supuesto Movimiento de Liberación Nacional y se la percibe como lo que fue, una banda asesina de pistoleros iluminados. La calle reacciona, se le pierde el miedo y surge el denominado “espíritu de Ermua”, un punto de no retorno en la pérdida de apoyo popular de la banda.
  6. La presión de los familiares de los presos de ETA que pedían el acercamiento de los reclusos a las cárceles del País Vasco. Aunque entre las reivindicaciones de la banda terrorista y de las gestoras proamnistía estaba el acabar con la dispersión en prisiones del resto de España de sus presos, familiares de los presos comenzaron a recelar de la estrategia de ETA como elemento entorpecedor de esta reivindicación.
  7. El endurecimiento de las leyes con consecuencias tales como la ilegalización de Herri Batasuna y de la prohibición de creación de posteriores “marcas blancas”, impulsaron la acción política de la banda.
  8. El aumento de la cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo, mayor información entre policías y persecución de sus dirigentes, motivado por el auge del terrorismo yijadista y los ataques del 11 de septiembre de 2001, puso la existencia de ETA más difícil. 
  9. La desaparición del denominado “Santuario francés” de ETA donde sus activistas y dirigentes gozaban de una amplia impunidad, contribuyó enormemente a achicar el espacio donde moverse, cobijarse y planear acciones terroristas así como coordinarse. Durante muchos años los etarras pudieron atentar en Hondarribia o Baracaldo, por ejemplo, y regresar a sus escondites de Burdeos, Bayona, Bidart, Biarritz. Sus dirigentes que residían allí y sus comandos que usaban la zona como cuartel para la instrucción planificación de atentados, se vieron privados de ese fundamental elemento para su supervivencia.
  10. Y si el primer punto enumerado, la eficacia policial y el acoso desde Interior a ETA, fueron determinantes, la otra causa de la claudicación de la banda fue el papel de distintos gobiernos con las intermitentes negociaciones que de manera inteligente y discreta se realizaron. Distintos gobiernos pero muy especialmente el presidido por José Luis Rodríguez Zapatero acompañado de su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, hicieron compatibles dos conceptos radicalmente opuestos como son la lucha contra el terrorismo por medios policiales y judiciales combinado con la filosofía de la resolución de conflictos mediante la negociación política. Dos formas de búsqueda del fin de la actividad de ETA que son contrarias en su propia esencia y definición pero que a la postre fueron decisivas.

La gran noticia para la convivencia y la paz vino finalmente, un mes antes de las elecciones convocadas por el presidente socialista. Fue un 20 de octubre a las siete de la tarde cuando la organización terrorista ETA anunció “el cese definitivo de su actividad armada”. Un mandato del Gobierno que finalizaba y que tan solo por ese hecho, por la ansiada paz y el fin del terrorismo mereció la pena: 10 años sin ETA.