Eva García Sáenz de Urturi es una de las escritoras que más libros venden en nuestro país y fuera de nuestras fronteras. Sus novelas han sido traducidas a veinte idiomas en más de cuarenta países. Todo empezó en 2012, cuando publicó por su cuenta la primera entrega de la Saga de los Longevos, ‘La Vieja Familia', una historia sobre un clan que consigue sobrevivir desde la prehistoria manteniéndose eternamente jóvenes. El boca a boca convirtió esta novela en un fenómeno de masas y a ella la catapultó al mundo de las grandes editoriales. En 2014 publicó la segunda parte, ‘Los hijos de Adán’, pero desde entonces, sus 4 millones de lectores siguen esperando que llegue la tercera y última entrega de esta saga familiar, que es como la define la autora. Ambos libros estaban descatalogados y sus fans han llegado a pagar hasta 700 euros por un ejemplar en el mercado de segunda mano.
Planeta ha puesto punto final a esa larga espera con la publicación en este mes de octubre de ‘La vieja familia’, y a lo largo de 2025 del segundo y tercer tomo de la trilogía, ‘Los hijos de Adán’ y ‘El camino del padre’, este último completamente inédito. El lector va a encontrar una versión mejorada de la novela, “aunque fiel a esos primeros tiempos como escritora”, puntualiza Eva García Saénz de Urturi, con quien hemos viajado hasta Cantabria para descubrir el lugar donde todo empezó, las Cuevas de Monte Castillo, en Puente Viesgo, donde se encuentra un conjunto de cuatro cavidades con arte rupestre paleolítico, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008. Allí nacieron los protagonistas de esta historia y es el lugar al que siempre vuelven para reencontrarse a lo largo de los siglos.
Eva García Sáenz de Urturi, en la entrada principal a las Cuevas de Monte Castillo. (Copy: Sole Hafner)
Son los personajes y la historia que más han marcado a la escritora. De hecho, cuando habla de ellos, lo hace con una enorme pasión. Nos explica en una entrevista que los tiene siempre presentes, incluso físicamente. Lleva en la cartera una foto de ellos, tal y como se los ha imaginado, y en el bolsillo unas lascas de sílex que se encontró su abuelo en un antiguo trillo. Esta roca sedimentaria era el material con el que se fabricaban herramientas para la caza y la defensa en la Prehistoria por lo que tiene una significación muy especial. Además, en su despacho tiene distintos objetos que simbolizan a sus protagonistas más queridos.
Entrevista completa con Eva García Sáenz de Urturi
PREGUNTA.- ¿Qué ha significado para ti la Saga de los Longevos?
RESPUESTA.- El principio de mi vida de escritora, básicamente. Empecé a escribir en 2009, y llevo desde entonces nueve novelas, he ganado un Planeta, tengo 4 millones de lectores y todo empezó con la saga de los longevos. La premisa de esta novela no tiene nada que ver con mi vida ni puede tener nada que ver con la vida de nadie, pero sí ha sido con la que más me he involucrado. Nunca he dejado a sus personajes, han estado todos los días presentes en mi cabeza, en mi despacho, siempre que leo algo de historia, me planteo qué estarían haciendo ellos en ese momento.
P.- ¿Qué personaje de la saga de los longevos te despierta más ternura o empatía? ¿Cuál es tu preferido?
R.- El preferido siempre porque he pasado muchas más horas mirando a través de sus ojos, siempre ha sido Iago y el más parecido a mí en cerebro y en situación familiar. Es con quién más he empatizado siempre y a quién más he comprendido.
P.- ¿Cómo surgió ‘La Vieja Familia’?
R.- La idea surgió cuando leí en National Geographic un especial de la evolución humana, que llevaba un desplegable con una foto inmensa de Monte Castillo en la que se veía su silueta cónica. En el pie de foto, decía que debió ser un punto de encuentro entre los clanes de la época. Ahí surgió la idea de plantear que ocurriría con alguien longevo, que no muriese nunca e ideé la la relación entre Lür [Héctor] y Iago del Castillo, reencontrándose cada solsticio, un momento del año que ellos podían identificar. Cuando ese verano de 2009 fui a las cuevas de Monte Castillo, para documentarme, la trama ya estaba perfilada y había recopilado un montón de fotos y ver las manos dibujadas en la roja, el mamut amarillo en el fondo de la cueva tuvo algo casi de sagrado. Para mí fue un momento emocional muy importante.
P.- ¿La longevidad es un don o un castigo?
R.- Es un rasgo con el que han nacido. No son elegidos de nada, simplemente les ha tocado la lotería genética, han sido excepcionalmente fuertes y han tenido recursos de supervivencia como para llegar a nuestros días. Hay longevos que no han conseguido llegar hasta el presente. La novela es una indagación sobre algo que desea todo el mundo, que es la eterna juventud. No hablo de inmortalidad en ningún momento, aquí se habla de eterna juventud, y planteo si realmente tiene tantas ventajas como para que todo el mundo la desee.
P.- ¿Cómo calificarías esta novela? Porque hay un poco de ciencia ficción y un poco de amor, de thriller, también te hace pensar.
R.- Tiene todas las capas que le quiera dar el lector, hay quien se queda en lo superficial y otros que van más allá y se plantean una pregunta fundamental, ¿de verdad querrías vivir tanto tiempo? Creo que por eso ha trascendido tanto la novela en estos 12 años.
Con respecto a la etiqueta y el género, si no han podido ni libreros, ni editores, ni lectores identificarla con un género es porque no lo tiene. Lo escribí sin saber nada del mundo editorial, no es una novela fantástica porque, más allá de la premisa, no tiene ningún elemento fantástico. Tampoco de ciencia ficción: hay ciencia, pero no es ciencia ficción. No es una novela histórica porque transcurre en el presente, aunque tenga flashbacks históricos. Y no es una novela romántica en el sentido de que, si quitas la trama amorosa, sobrevive perfectamente, porque no va de eso. Va de los longevos y de los conflictos familiares. Yo diría que es una saga familiar.
P.- Una familia en la que encontramos al malo más terrible de cuantos hayas ideado. ¿Hay segundas oportunidades para estas personas?
R.- Siempre me planteé que en Nagorno sería un antagonista que no se redime. Quería mostrar con cada personaje una manera de tomarte la longevidad y él ejemplificaba el longevo que se fosiliza en su primera cultura, que es la de la de la violencia, que no socializa porque considera que los efímeros están por debajo de su categoría de longevo y mantiene intacta esa sociopatía que provoca que no sienta empatía alguna por sus víctimas. Tiene que perpetuar la violencia ahora y en el siglo XXV o XXXII. En eso no cambia y para mí es importante que Nagorno no tenga un final feliz, porque esa es su esencia.
P.- Los dos primeros libros de la saga se convirtieron en un fenómeno increíble e incluso objetos de culto ¿no?
R.- En el mercado de segunda mano nos dimos cuenta de que se estaban revendiendo a 700 euros ejemplares de 'La Vieja Familia' y a 500 euros, 'Los hijos de Adán'. Ahora creo que a 150. Me parece una auténtica locura que la gente llegase a pagar eso por por un libro que tiene que valer 20 euros. Pero, por otro lado, nos daba una medida de que el fenómeno se mantenía después de 12 años y se estaba montando algo mucho mayor.
P.- ¿Ha pasado algo parecido con Kraken?
R.- El éxito que ha tenido y tiene Kraken es incuestionable, pero son dos fenómenos diferentes.
P.- ¿En qué consiste la reescritura que has hecho de 'La Vieja Familia'?
R.- Más que nada fue desbrozar, quitar las subtramas pequeñas que no tenían que ver con la con la trama principal, el día a día en el museo, quitar personajes que eran compañeros de de Adriana y que, después, no los retomo ni en la segunda ni en la tercera. Pese a que me gustaban y pese a que a los lectores nunca se quejaron de ellas, no tenían mucho sentido ahora. Pero no está reescrito de manera de manera estilística, no hay una corrección en ese sentido ni nada añadido.
P.- ¿Cómo ve la Eva escritora actual a la Eva de aquellos primeros años?
R.- Como escritora ha habido mucho cambio. Decía Ray Bradbury que todo arte tiende a la simplificación. Cuanto más escribimos, más tendemos a contar lo mismo con menos palabras. Eso es lo que más he notado. Ahora mismo hay muchísimas cosas o detalles menores que no habría escrito así, pero los he dejado porque me parece necesario ser fiel a los primeros lectores. He buscado una especie de equilibrio.
P.- ¿Cómo es tu rutina cuando estás en el proceso de escritura?
R.- Me levanto más o menos a las ocho, entro en el despacho y escribo toda la mañana hasta que tengo hambre, a la una y media o dos. Después sigo escribiendo más o menos hasta las cinco. Y a partir de ahí ya vivo, me dedico a descansar, a la vida familiar o vida social. En los últimos años me he impuesto, y lo estoy cumpliendo, no entrar en el despacho. O sea, los libero absolutamente siempre.
P.- ¿Tienes alguna manía a la hora de escribir, algún ritual?
R.- Escribir no se trata de eso, de encender una vela y que te soplen al oído la la musa. ¡Qué va, qué va! No hay más manía que abrir el portátil y ponerte a trabajar, o sea, sacar las tramas y hacer muchos apuntes, esquemas borradores y trabajar las escenas hasta que sean reales. Apunto en mil cuadernos, voy apuntando todo y lo trabajo muchísimo antes de empezar, mis novelas tienen normalmente mucha carga de documentación. En todas las novelas, saco las fotos de los personajes, intento también hacerme fotos grandes de los escenarios antes de ponerme a escribir. Si a eso llamas ritual, ese es.
P.- ¿La tercera parte ya está concluida en tu cabeza? ¿Nos puedes avanzar algo?
R.- Sí, está en mi cabeza desde 2013-2014. Ten en cuenta de que ya estaba hecha toda la investigación, ya había hecho todo el escaletado de escenas y había empezado a escribir el primer borrador. Lo dejé más o menos por la mitad. Pero no te puedo avanzar nada del final, solo que todo quedará resuelto. Esto ha sido por ellos, por mis lectores, por escucharles y hacerles caso. Quería que tuviesen ya que disfrutasen ya del final de la historia.
¿De qué va 'La vieja familia'?
Iago del Castillo, un carismático e inteligente longevo de más de diez mil años, trabaja al frente del Museo de Arqueología de Cantabria (MAC), y se ve arrastrado por sus hermanos, Nagorno, un egocéntrico y violento escita de casi 3.000 años, y Lyra, una huidiza celta de 2.500 años, para descubrir la mutación que les mantiene eternamente jóvenes. Ambos están obsesionados con poder tener hijos longevos. Sin embargo, ni Iago ni el patriarca del clan, Hector, nacido hace más de 25.000 años bajo el nombre de Lür, están dispuestos a aumentar la familia con hijos como ellos y, en realidad, solo fingen investigar para alejarles de su propósito.
Para complicar las cosas, se siente irremediablemente atraído por la paleontóloga Adriana Alameda, que empieza a trabajar en el MAC. Ha regresado a su Santander natal para aclarar el extraño suicidio de su madre, la psicóloga de cabecera de la alta sociedad cántabra, ocurrido quince años atrás.
Cantabria es el epicentro de esta historia, que nos traslada también a ciudades como San Francisco, Dinamarca y Londres. La novela tiene flashbacks que nos permiten conocer Lyon y Languedoc antes de Cristo y Ucrania cuando era Escitia, todo ello con un preciso rigor histórico.