Desirée Ruiz (Zaragoza, 1973) construye en 'La casa de las amapolas' (NdeNovela) una historia envolvente que combina el misterio con el drama emocional, en un escenario tan bello como inquietante: la sierra de Albarracín. Allí se refugian varias mujeres que, por distintas circunstancias, necesitan un nuevo comienzo."Es una historia muy bonita, bella y evocadora, pero también inquietante, con mucho misterio, secretos, tragedia y drama", nos explica la autora en una entrevista con ElPlural.
Pérdida, duelo y reencuentro en 'La casa de las Amapolas'
'La casa de las amapolas' cuenta la historia de Flora, una solitaria mujer que se refugia en este apartado lugar tras la desaparición de su hija Aurora y su amiga Blanca durante una excursión con amigos. Para superar el duelo por tan terrible pérdida, dejó atrás todo su mundo, incluidos su marido y su hijo, creando una nueva familia junto a otras mujeres que, como ella, habían roto con el pasado. A esa singular familia elegida se sumarán Elisa y Maya, su nuera y nieta, que se trasladan allí tras la muerte del hijo de Flora.
Ningún secreto desaparece por mucho que se pretenda enterrar y este inesperado reencuentro, nos explica Desirée Ruiz, acabará sacando a la luz la terrible verdad de la desaparición de las dos jóvenes. La lectura de esta novela es, para Luz Gabás, "entrar en un refugio de poesía e intriga y disfrutar de una naturaleza tan poderosa como los sentimientos de los maravillosos personajes que la habitan".
Un título simbólico que evoca la belleza efímera y el olvido
Albarracín es mucho más que el escenario por el que se mueven estas tres generaciones de mujeres que verán cómo su mundo se pone patas arriba. La casa en sí fue el germen de la novela, y así tituló el archivo con el que trabajaba: 'La casa de las amapolas', en referencia a la colorida y delicada flor de la adormidera, que crece de forma abundante por la zona durante la primavera llenando de vitalidad y color el paisaje. "No podía tener otro título, yo ya solo veía ese", asegura sobre esta simbólica metáfora que evoca la fragilidad de la belleza, el sueño y el olvido.
La Sierra de Albarracín es bella y evocadora, pero también inquietante. Esa dualidad es la esencia de esta historia
Desde el principio imaginó esta casa como un espacio capaz de albergar secretos profundos, alejado del entorno urbano, que permitiera sumergirse a los personajes en un ritmo lento, marcado por el silencio y el entorno natural, cuya belleza contrasta con la sensación de aislamiento y la amenaza de lo desconocido.
Amor a primera vista
“Me enamoré de Albarracín la primera vez que fui. Me parece preciosísimo, tanto el pueblo como la sierra, los pueblitos de alrededor, la naturaleza… me gusta muchísimo”, asegura Desirée Ruiz, que suele viajar a la zona una vez al año como poco, bien para reuniones con sus amigas de toda la vida o con su familia.
Los secretos familiares no desaparecen. Se arrastran durante años, de una generación a otra
El hilo conductor de la novela son los secretos familiares, que acaban enquistados dentro del núcleo familiar. “No desaparecen, sino que se arrastran de generación en generación, afectando a quienes vienen después”. A través de los personajes de Flora, su nuera Elisa y su nieta Maya, la novela muestra cómo el pasado no dicho puede marcar de forma profunda a una familia. Flora ha aprendido a convivir con el dolor, aislada, con una fortaleza que esconde una culpa persistente. Elisa, por su parte, se enfrenta al duelo y al resentimiento, mientras Maya —la más joven— representa una mirada nueva, sin la carga del silencio, capaz de empezar a desentrañar lo que ocurrió años atrás.
Ruiz explica que le interesaba trabajar con mujeres muy diferentes entre sí, cada una con su propia forma de enfrentarse a la pérdida. “Todas han tenido que afrontar duelos, incluso Maya, aunque sea más joven. Al tener menos pasado, es la que puede empezar a mover los secretos y hacer que salgan”. Además, como en todas sus novelas, ha querido introducir lo que ella llama un “personaje medicina”, una figura de luz que ayude a equilibrar la historia y contrarreste el peso del drama. En este caso, ese papel lo ocupa Silvia.
Me interesa que el lector piense que sabe lo que va a pasar… y que luego se sorprenda
Como en todo thriller, hay giros inesperados que lo cambian todo. “Me interesa que el lector piense que sabe lo que va a pasar y luego se sorprenda. Esa es la clase de historia que me gusta leer y también la que disfruto escribiendo”.
Los referentes de Desirée Ruiz
Aunque 'La casa de las amapolas' se mueve dentro del género de la intriga, no es una novela al uso, al combinar el misterio con las emociones. Esa casa testigo y cómplice de los secretos, y la naturaleza que la rodea, son dos personajes más. El susurro del viento, la rugosidad de las fachadas o la humedad tras la tormenta recrean un ambiente tan poético como inquietante, que nos remite a las hermanas Brönte, a las que la autora admira muchísimo.
En sus referencias literarias, Ruiz confiesa sentirse influida por los clásicos. Es lectora habitual de Dickens, Poe y, especialmente, de las hermanas Brontë, cuya huella también se nota en la construcción de personajes femeninos complejos y en la importancia simbólica de la casa. También es admiradora de Agatha Christie, cuyas tramas ha leído una y otra vez. “Me encantan sus personajes y su forma de que todo encaje”.
Fuera del mundo literario, Ruiz compagina la escritura con su labor como como profesora de Formación Profesional en Castellón, en la especialidad de Formación y Orientación Laboral. Asegura que disfruta mucho dando clases y no se plantea dejarlo por completo para dedicarse solo a escribir. Ambas cosas la apasionan por igual. De hecho, siente que ha sido especialmente afortunada con sus alumnos, que no siendo lectores de este tipo de literatura, algunos de ellos la siguen desde sus primeros libros y acuden fielmente a cada firma. “Me han apoyado muchísimo. Aunque los más jóvenes ahora leen menos o prefieren otros géneros, aún tengo exalumnos que siguen ahí, muy fieles”.
Desirée Ruiz ganó el I Certamen de Relato Corto Bohodón en 2009, y ha explorado distintos géneros narrativos en antologías y microrrelatos. 'La casa de las amapolas' es su cuarta novela, después de 'Ofelia descalza' (2015), 'El silencio acuna pesadillas' (2020) y 'Villa Melania' (2023).
Un lugar al que volver
Con La casa de las amapolas, Desirée Ruiz ha construido un espacio emocional al que le gustaría que el lector regresara. Su deseo, confiesa, es que quienes lean esta historia la disfruten tanto como ella lo hizo escribiéndola y que, con el tiempo, puedan conservar un recuerdo de sus personajes, de la casa, de esa atmósfera entre el duelo y la belleza. “Un sitio al que poder volver alguna otra vez”.