Dolores Redondo (Donostia-San Sebastián, 1969) vuelve a Baztán, el lugar en el que empezó todo. 'Las que no duermen NASH' (Destino), su nueva novela, recupera el territorio de la trilogía que arrancó en 2013 con 'El guardián del silencio', que se ha convertido en todo un fenómeno literario. Hemos viajado con ella a Elizondo para visitar los lugares en los que se desarrolla este relato. Durante nuestro periplo por el corazón de los Valles Tranquilos, idílico escenario que, sin embargo, oculta los crímenes más terribles, charlamos con la autora sobre la fascinación que nos produce la muerte y la violencia, una atracción que atribuye a que todos, de alguna manera, nos podemos sentir identificados con ella, aunque no nos guste. "Yo sería capaz de matar para defender a mis hijos o a alguien más débil y también levantaría la mano para defenderme", contesta.

 'Las que no duermen NASH' es el segundo volumen de un proyecto iniciado por Redondo con 'Esperando el diluvio', al que ha titulado precisamente 'Los Valles Tranquilos', un cuarteto del que revela poco, pero que tiene perfilado hasta el final y ya tiene muy avanzada la que será la tercera novela. "Yo escribí Esperando al Diluvio en Bilbao para poder llegar aquí", subraya misteriosa. Algún día lo descubriremos, de momento el único punto de unión es la recuperación de algunos de los personajes que aparecían en la anterior. Es el caso de la doctora Elizondo, la psiquiatra que ayuda al policía escocés Noah Scott Sherrington, quien también tiene un cameo en esta historia, en su búsqueda del asesino en serie John Biblia, durante la enorme riada de Bilbao en 1983, que arrasó todo el casco antiguo. Además, incluye en el elenco a una antigua conocida y posiblemente la más querida de los protagonistas creados por Dolores Redondo, Amaia Salazar. 

Su nueva investigadora, Nash Elizondo, hija por cierto de la Dra. Elizondo, es una psicóloga forense capaz de hablar con los muertos (en un sentido figurado), y determinar si ha sido por causas naturales, accidentales, suicidio u homicidio, las cuatro posibilidades que maneja el código forense, cuyo acrónimo da nombre a la protagonista: NASH. Se establece en Elbete, pegado a Elizondo y uno de los municipios de los Valles Tranquilos, para comprobar si las leyendas sobre brujería en la sima de Legarrea tiene un sustento real. Allí se encontrará con el cadáver de una adolescente, Andrea Dancur, desaparecida tres años antes, un caso que conmocionó a todo el país, que se saldó con la condena de la pareja de la madre. 

¿Similitudes con el caso Wanninkhof? El caso real es otro, desconocido y terrible

No podemos evitar recordar el caso Wanninkhof, que guarda enormes similitudes con la ficción desarrollada por Redondo. "Eso es porque no conoces el caso real", nos explica a un grupo de periodistas durante un recorrido por los escenarios de este nuevo universo literario. La verdadera historia tiene nombres y apellidos: Juana Josefa Goñi Sagardia y seis de sus siete hijos (Joaquín, Antonio Pedro Julián, Martina, José y Asunción). Todos ellos fueron arrojados a la sima de Legarrea, un abismo de 50 metros en una zona boscosa en el municipio de Gaztelu, al inicio de la Guerra Civil. Ella tenía 38 años y estaba embarazada de siete meses, mientras que sus hijos tenían entre 14 años y 18 meses el más pequeño. Sus restos fueron identificados en 2016 por el forense Francisco Etxeberria, un prestigioso especialista cuya intervención fue clave para resolver el asesinato de los niños Ruth y José a manos de su padre, José Bretón. Se refirió a este caso como uno de los más tristes de su trayectoria. Además de los cuerpos de la familia asesinada en 1936, se encontró el de un joven de un caserío cercano que había desaparecido unos años antes.

Dolores Redondo en la sima de Legarrea ©Carlos Ruiz B.k
A los pies de esta vieja haya, está la sima de Legarrea, el lugar donde asesinaron a Josefa Goñi y su familia en 1936 (©Carlos Ruiz B.k)

Dolores Redondo no cree que la muerte de Josefa y sus hijos fuera por represalias políticas: "Ahí todo el mundo era del mismo bando, su propio esposo y su hijo mayor estaban en el ejército, alistados voluntariamente, además de ser la rama pobre una familia de militares navarros, la historia no cuadraba". Nunca se condenó a nadie, ni tampoco hay certeza de los motivos por los que se cometió este terrible crimen.

Última ejecución por brujería en España

Cree que la teoría más plausible es que un grupo de vecinos la sentenció por bruja. "Porque practicaba la antigua religión, porque era bellísima a pesar de que había tenido ocho hijos, porque no iba a misa, porque hacía sus pócimas y sus hierbas y porque ya provenía de una familia de brujas", enfatiza. "He construido una ficción sobre una injusticia terrible, sobre una mujer que se diferenciaba de las otras. Ahora, afortunadamente, en nuestra sociedad que sepamos no se condena a nadie por brujería, pero probablemente estemos ante la última ejecución por brujería en todo el país", enfatiza.

Allí mismo, en la sima de Legarrea, Dolores nos presenta a Alicia del Castillo, una periodista de Gaztelu que siguió día a día las excavaciones y estuvo presente en el momento en el que se sacaron los restos de la familia. "A los que vivimos aquí nos cuesta entenderlo. Crecimos pensando que esto era una leyenda, que no era cierto, era demasiado dantesco para creerlo", nos explica muy triste, consciente de que sus abuelos o los de sus vecinos, pudieran haber participado en ese terrible crimen hace más de 80 años. Prácticamente todo el pueblo acudió allí al homenaje que se hizo a esta familia el día en que se colocó una placa conmemorativa y nos cuenta que incluso una vecina de Gaztelu dejó en su testamento, antes de que aparecieran los cuerpos, un nicho en el cementerio por si algún día los restos aparecían.

La tormenta perfecta

Fiel a su estilo, esta gran narradora de tormentas encuentra en este territorio los ingredientes perfectos para aplicar la misma fórmula que inauguró en 'El guardián invisible' y que se ha bautizado como mystic noir: sustentar leyendas y tradición con hechos reales. "Todo el Pirineo y esta zona del norte está llena de lugares con tintes mágicos. Hay cuevas de la mora, cuevas de brujas (sorginkobas), caminos del infierno, molinos del infierno, rutas del averno, fuentes de las lamiak, que son unas criaturas mágicas".

'Las que no duermen NASH' es un libro dedicado a la sororidad femenina y a la rebeldía de esas mujeres, entre las que se encuentra la propia Dolores. "Es un homenaje a la inquietud femenina, a todas las que no nos fuimos a dormir cuando nos mandaron, que seguro somos muchas", enfatiza, recordando cómo, en un pasado no tan lejano, "hubo un momento en que un hombre, se podía despertar durante la noche y levantarse de la cama para hacer labores de vigía, pero si una mujer se despertaba de madrugada, debía rezar hasta que se durmiera de nuevo porque, según se decía, tenía un espíritu más débil y era más vulnerable a que le entrara el demonio en esas horas". Uno de los símbolos de la brujería era, precisamente, tener la luz encendida. Estas antiguas leyendas siguen muy presentes en Navarra y el País Vasco y es frecuente encontrar en la puerta de las casas un eguzkilore, una flor de cardo seca para ahuyentar a los espíritus malignos y a las brujas.

"Es curioso, bruja sigue siendo peyorativo, ella es mezquina, mientras que brujo es un hombre sabio, poderoso, que maneja la alquimia y que se mueve en otros niveles", denuncia, por ella y por todas las mujeres. 

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