De comentarista televisivo de fútbol a agitador de la ultraderecha. André Ventura ha recorrido en pocos años un camino meteórico en Portugal, hasta convertirse en el líder de Chega y en uno de los principales socios internacionales de Vox. Lo que comenzó como intervenciones en tertulias deportivas, con un tono populista y frases hechas para ganarse al público, se transformó pronto en un proyecto político que ha roto el tablero portugués. Ventura supo convertir su visibilidad mediática en votos, y su partido pasó de un único escaño en 2019 a convertirse en tercera fuerza nacional en apenas tres años, con un discurso centrado en la criminalización de la inmigración, el rechazo al feminismo y la exaltación del nacionalismo luso.

Su irrupción este domingo en el Viva 25 de Vox en Madrid no fue una excepción. Ante miles de simpatizantes de Santiago Abascal, Ventura desplegó el repertorio que le ha convertido en uno de los rostros más controvertidos de Europa: ataques frontales al presidente Pedro Sánchez, aplausos a la “caza de inmigrantes” ocurrida en Murcia y un alegato a favor de una Europa cerrada y excluyente. Confirmó, una vez más, que su perfil político se alimenta del racismo, la misoginia y la xenofobia.

Un discurso incendiario en Madrid

Ventura fue presentado en el acto como “un guerrero en estado puro”, una etiqueta que él mismo se encargó de reforzar con sus palabras. Arremetió contra el jefe del Ejecutivo español sin ambages: “Tenemos que acabar con el socialismo. Tenemos que echar a Pedro Sánchez a la cárcel y tratarle como un criminoso. Esto que pasa en España es una mafia dentro del Gobierno”. Sus frases arrancaron aplausos y cánticos de los asistentes, que corearon insultos contra el presidente.

El líder de Chega también recurrió a una de sus obsesiones: la inmigración. “Seguiremos juntos luchando con aquello en lo que creemos, una Europa con menos inmigración”, proclamó, al tiempo que elogiaba los disturbios xenófobos en Murcia: “Lo que hicieron en Murcia me llena de orgullo, de orgullo como europeo. Gracias, gracias, gracias por lo que hicieron”.

En su arenga, Ventura llegó incluso a invocar la figura del activista estadounidense Charlie Kirk, al que describió como un mártir de la derecha: “Murió para defendernos, murió por nosotros, por nuestros valores y por nuestra identidad. Mostró lo violentos, lo asesinos que pueden llegar a ser quienes defienden lo que defiende la izquierda”.

El discurso incluyó además una referencia despectiva a las flotillas de solidaridad con Gaza: “No vamos a patrocinar flotillas a Gaza, viajes en la flotilla mientras ellos hacen grandes fiestas en Ibiza, en Menorca, en las islas españolas, no lo haremos”.

Trayectoria meteórica de un agitador

André Ventura nació en 1983 en Sintra y, tras licenciarse en Derecho, comenzó a ganar notoriedad como comentarista en televisión, sobre todo en programas de fútbol. Desde ese escaparate mediático cultivó una imagen de analista directo y polémico, que le abrió las puertas del Partido Social Demócrata (PSD), la formación de centroderecha donde inició su carrera política.

Fue concejal en el municipio de Loures, donde ya entonces se distinguió por declaraciones contra la comunidad gitana. En 2017 aseguró que esta minoría vivía de las ayudas sociales y que estaba “sobreprotegida” por los medios. Aquellas palabras fueron consideradas una incitación al odio y le valieron una sanción por discriminación racial.

En 2019 decidió dar el salto en solitario y fundó Chega, un partido que ha hecho de la radicalidad su seña de identidad. En las elecciones de ese año obtuvo un escaño, el primero de la ultraderecha portuguesa desde la Revolución de los Claveles. Desde entonces, Ventura ha sabido explotar el desencanto con los partidos tradicionales para consolidar un electorado fiel, especialmente entre jóvenes, clases trabajadoras desencantadas y sectores conservadores rurales.

El ascenso de Ventura está íntimamente ligado a sus polémicas declaraciones. Ha sido condenado judicialmente por insultos racistas contra la familia Coxi, de origen africano, a quienes tachó de “bandidos” en televisión. También protagonizó un episodio vergonzoso en el Parlamento cuando, en un debate sobre la devolución de obras expoliadas, sugirió a la diputada Joacine Katar Moreira —negra y nacida en Guinea-Bisáu— que ella misma debía ser “devuelta” a África.

La misoginia tampoco ha estado ausente en su trayectoria. En la campaña presidencial de 2021 arremetió contra la candidata del Bloco de Esquerda, Marisa Matías, burlándose de sus labios pintados de rojo. Aquella frase desató una ola de solidaridad con la eurodiputada bajo el lema #VermelhoEmBelem, que evidenció hasta qué punto Ventura usa el ataque personal como arma política.

Incluso en el terreno programático, Ventura ha llegado a promover propuestas tan extremas como la esterilización de mujeres que aborten, una moción aprobada en una convención de Chega en 2020 que tuvo que ser retirada tras el escándalo nacional. Sus posiciones contra el feminismo, el matrimonio igualitario y las leyes de violencia de género completan un ideario que lo coloca en el extremo más conservador del espectro europeo.

La alianza ibérica de la extrema derecha

La sintonía con Vox ha sido constante. Ventura ha participado en varios actos de Abascal y no oculta la admiración mutua. Ambos comparten enemigos comunes: el socialismo, el feminismo, la inmigración y lo que llaman “globalismo”. Abascal, a su vez, ha viajado a Lisboa para apoyar a Chega en campaña, consciente de que su aliado portugués refuerza la narrativa de una extrema derecha ibérica en ascenso.

En el Viva 25 esa alianza se exhibió con orgullo. Ventura compartió protagonismo con Viktor Orbán a través de un vídeo, y con mensajes grabados de Javier Milei y Corina Machado. Todos ellos conforman una especie de internacional ultra que se retroalimenta de consignas y se legitima mutuamente en escenarios como el de Madrid.

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