En su último libro, Bufones, el antropólogo y escritor Iñaki Domínguez analiza una figura histórica que, a través del humor y la crítica, ha tenido un papel crucial en las sociedades: el bufón. Este personaje, encargado de decir verdades incómodas a los poderosos, es el hilo conductor de un ensayo que conecta la sátira medieval con las dinámicas actuales de poder, polarización y cancelación. En esta entrevista, Domínguez desgrana el papel de los bufones contemporáneos, reflexiona sobre el humor en España y analiza las paradojas de las corrientes ideológicas en el siglo XXI.
Pregunta: ¿Qué es un bufón?
Respuesta: El bufón era una figura encargada de entretener al rey, a los poderosos y a los aristócratas. La primera referencia data de antes del año 2000 a.C. Además de divertir, el bufón servía como vínculo entre el poder y la realidad, ya que decía verdades incómodas a los poderosos a través del humor. Esto era crucial, porque si los poderosos solo reciben halagos, pueden perder el contacto con la realidad. Un rey descontrolado afecta a todo su pueblo. Por eso, la función fundamental del bufón era decirle la verdad al poder.
P: ¿Existen bufones en la actualidad?
R: En España es difícil encontrarlos. Podríamos decir que David Suárez es un ejemplo. En el ámbito internacional, cómicos como Ricky Gervais en Reino Unido o Bill Maher en Estados Unidos encarnan esa crítica social valiente que define a los bufones, atreviéndose a decir cosas que no serían aceptables fuera del contexto del humor.
P: ¿Qué opinas de la batalla entre David Broncano y Pablo Motos?
R: Es una forma de polarización. Quienes se dejan llevar por estas disputas están siendo manipulados por el poder, que utiliza estas dinámicas para dividir a la población, independientemente de la ideología. Sin descalificar a ninguno, ninguno de los dos encarna al auténtico bufón, ya que ambos operan según los intereses de quienes les pagan. Esto se llama “la corrupción del bufón”: aquel que dice lo que el poder quiere escuchar. Un bufón real desafía al poder, aunque eso le cueste caro.
P: En España se dice que tenemos mucho sentido del humor; sin embargo, la sensación es de que nos ofendemos por todo.
R: Vivimos en una época en la que el humor tiene poco espacio y no se promueve desde los medios. Lo que se fomenta es la virtud moral en detrimento de la risa.
P: ¿Por qué tanto ofendidito?
R: Muchas veces, las personas se ofenden de manera artificial para demostrar virtud. Es una forma de sobrecompensar el cinismo en el que vivimos: no contestamos mensajes, consumimos pornografía, todo es inmediato y superficial... Sobrecompensamos nuestra falta de cortesía fingiendo indignación moral. Como decía Woody Allen: “Las cosas no se dicen, se hacen; porque al hacerlas, se dicen solas”.
P: ¿Por qué la izquierda promueve tácticas fascistas como la cancelación?
R: Es cierto que muchas tácticas tienen tintes autoritarios. Esto ocurre porque la izquierda ha sido cooptada por el poder. En los años 70 era rebelde, pero el sistema absorbió sus formas para neutralizarla. Ahora las luchas identitarias, que no amenazan al sistema, ocupan el lugar de las verdaderas batallas sociales, como la mejora de salarios o derechos básicos. Muchas veces, estas izquierdas actúan como guardianes del poder, creyéndose rebeldes, pero en realidad fomentan los intereses del capitalismo radical.
P: Desde la derecha también se fomenta la cancelación.
R: Sí, pero actualmente están en desventaja mediática. Cuando estás en esa posición, tienes una actitud más desafiante. Sin embargo, si el discurso conservador se vuelve dominante, adoptarán las mismas actitudes que hoy critica a la izquierda.
P: Qué país.
R: Es una radicalización absurda. Hoy parece que cualquier persona que no esté de acuerdo contigo es un fascista. Esto demuestra una gran ignorancia sobre lo que realmente significa esa palabra.
P: En el libro relacionas el protestantismo con la cultura de la cancelación. ¿Por qué?
R: El protestantismo no cree en el perdón ni en la confesión. Esto, unido a la filosofía posmoderna, da lugar a una cultura de castigo que busca eliminar al pecador. Es una mentalidad profundamente punitiva que tiene raíces en el Antiguo Testamento.
P: ¿Por eso en España estas estrategias no son tan efectivas?
R: En Estados Unidos, la cultura de la cancelación es mucho más fuerte porque les gusta castigar. Aquí, por ahora, quienes más caen son figuras progresistas que han actuado de manera hipócrita. Sin embargo, siempre debe haber presunción de inocencia. No podemos destruir la vida de alguien sin pruebas sólidas.
P: ¿Cómo has visto la migración de usuarios de Twitter a Bluesky?
R: Me parece estupendo que la gente busque alternativas si no les gusta una plataforma. Pero lo importante es defender la libertad de expresión, algo que la izquierda histórica siempre promovió, aunque la actual no lo haga.
P: ¿Te consideras un bufón?
R: No realmente. Aunque en algunos momentos tengo rasgos de bufón, este libro es más un ensayo filosófico que un ejercicio humorístico.
P: ¿Tienes miedo de ser cancelado?
R: Puede pasar. Pero hay que ser valiente en la vida. No tengo muchos esqueletos en el armario, así que confío en que no suceda.