Las palabras pijo y macarra deberían conformar, en teoría, un oxímoron. Sin embargo, se dan connotaciones sociales y culturales que hacen que una persona que nace en una cuna privilegiada, gatee en un suelo que no le corresponde. La condición humana, la adrenalina, el riesgo, la violencia. El dinero. El poder. Son aspectos atractivos, como una piedra preciosa, que hace babear a quien la ansía. 

Los ochenta fueron años duros. No existía ni la sobreprotección ni la vigilancia excesiva, hijas de nuestro mundo distópico y restrictivo. La calle era un lugar más libre. Una selva en la que muchas veces, la ley del más fuerte era la única ley. Había bandas callejeras que se repartían el territorio en el que delinquir y traficar. Y los niños bien, cansados de acoso y robos, se rebelaron. Entrenaron. Y pegaron igual de fuerte, o más que el resto.

Y ese paradigma del pijo que necesita esnifar acción lo representa La Panda del Moco. Un grupo de chavales del barrio de Chamartín que sembraron el terror en las calles. Que viene La panda del Moco, susurraban las esquinas de la gran ciudad. Un grupo de pijos vestidos de Lacoste, Levis y New Balance, vaqueros y subidos a sus Honda, dispuestos a buscar bronca con quien sea.

Para conocer a fondo la figura del pijo macarra, ElPlural.com entrevista a Iñaki Domínguez, autor de La verdadera historia de La Panda del Moco: los pijos malos que aterrorizaron Madrid.

Pregunta: En La verdadera historia de La Panda del Moco haces un análisis de la figura del pijo macarra

Respuesta: Fue una pandilla que se hizo famosa en los 80. Pijos muy malotes especialistas en boxeo y full contact. También analizo el arquetipo del pijo malo, un ejemplar típico en la historia de España y Madrid. 

Pregunta: Estamos en Azca, un lugar mítico y que era a su vez una especie de frontera entre zona pija y zona macarra.

Respuesta: Estamos cerca de Chamartín, barrio que dominaba La Panda del Moco. Aquí al lado está también la calle Orense, la cual está muy pegada a Bravo Murillo, zona macarra y obrera. Y éstos, venían aquí a robar a los pijos, algo que provoca, además, una tensión de clases. La Panda del Moco fueros los primeros pijos en repeler los ataques y atracos de los macarras de barrio. Y se hicieron muy famosos por ello. De hecho, uno de ellos, El Nervios, era un experto en full contact y se iba a barrios obreros a pegar macarras. También El Francés. Estaría bien hacer un videojuego de ello.

Pregunta: Por la mañana golf y por la tarde palizas a los de Entrevías.

Respuesta: Eso es de El Francés, mi amigo Loic Veillard. Es esa vida interesante de los pijos de los ochenta. Ahora los pijos se disfrazan de macarras, antes era al revés. Son muy curiosos todos esos fenómenos sociológicos. En esos años la gente quería ser pija, habiendo una reacción dialéctica hegeliana de antítesis frente a la movida madrileña. Se podía ver en los anuncios, por ejemplo. Todos eran tíos con camisita. Los ochenta es la década de Reagan, Margaret Thatcher, neoliberalismo, consumo exacerbado, cocaína y coca cola. Y eso provoca que surja el nuevo pijo, que no es tan local, dejando de ser una figura tan reaccionaria. Éstos ya paran en el Vips, un dinner, modelo americano, en el que puedes ir a comer a cualquier hora. Surgen tras la democracia y la revolución cultural bestial que hubo.

Pregunta: Parece ilógico que un privilegiado elija la delincuencia. Sin embargo, me parece admirable cómo fenómeno surgido de la reacción contra el acoso.

Respuesta: Además era gente muy preparada en el gimnasio. Eran como los Cobra Kai de Karate Kid pero en Madrid. Previos, incluso. Los típicos rubitos pijos cabrones que competían en full contact. Pegaban a macarras y también a punkis. Paraban en el Pacha y se hicieron una fama importante. Luego, también estaban metidos en el tráfico de drogas y la delincuencia pura y dura. Algunos de sus integrantes eran de los personajes más chungos de Madrid y que se movían en la élite de los narcos. 

Pregunta: Otra cosa admirable es convertir el nombre La Panda del Moco en algo temido.

Respuesta: Siempre pasa. Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin... ¿Mola el nombre o han hecho ellos que mole? En La Panda del Moco, el nombre da igual ya que acaba adquiriendo un glamour gracias a los personajes que la encarnaban. De hecho, lo escuché por primera vez cuando andaba buscando pijos malos para mi libro Macarras Interseculares. Y me quedé flipado. Estuve meses fascinado y por fin pude dar con ellos. Conecté con El Francés y ya empecé a tirar del hilo. 

Pregunta: Había mística también. Se convirtieron en una especie de 'que viene el coco'...

Respuesta: Lo dice mucha gente. Había también la leyenda de la Mano Negra. Como cuando tenías que decir tres veces Verónica frente al espejo para que se te apareciese su espíritu. Mi amigo Fernando Porres cuenta que le decían que iba El Francés a por él. Como si fuese el coco, vamos. Son fascinantes esos mitos urbanos.

Pregunta: Loic Veillard, El Francés, es una figura clave. También estaban El Judío y El Italiano.

Respuesta: Cuando lo escuché por primera vez, parecía un chiste. En común tenían la valentía, sus dotes para la pelea y el aspecto foráneo. 

Pregunta: Reflejan bastante la dualidad entre el bien y el mal. De hecho, El Francés y El Judío salen dos veces en las páginas de un periódico. Por robar un banco y por salvar la vida de dos niños que iban a morir ahogados.

Respuesta: Es un fenómeno típico. El Francés, realmente, es un buenazo. He conocido personas mucho más jodidas. Es un tío valiente al que le encanta la marcha, magnético, energético, tiene pistolas, todo un personaje.

Pregunta: ¿Qué es de ellos?

Respuesta: El Italiano está metido en el mundo empresarial de la noche, El Francés vive de las rentas y El Judío está en prisión porque le pillaron con 388 kilos de cocaína en una avioneta. 

Pregunta: Es curioso el paradigma español respecto a las mafias. El ciudadano común no es consciente de su existencia.

Respuesta: La delincuencia profesional existe y hay un mundo fascinante ahí. España, aunque no sea un país fuerte en comparación con otros, hay delincuentes básicamente porque es un tipo humano. Psicópatas a los que les gusta la adrenalina. Hay asesinatos, robos de droga, atracos... De todo.

Pregunta: ¿Agota estar metido tan a fondo en este mundo? ¿Te confunde?

Respuesta: Solo me han salido más canas, pero es lo que hay, merece la pena. He tenido aventuras con el macarreo y las contaré en otro libro. Como Falcon Crest o Dallas. Sexo, drogas y rock and roll.

Pregunta: Mejor que estar ocho horas en una oficina es.

Respuesta: Eso seguro. Pero también igual hay que dejar respirar eso durante unos años. Si te metes en bandas pandilleros es pan comido. Pero si te metes en delincuentes, extorsionadores... Es un mundo muy oscuro.  Ahora estoy preparando un libro sobre otro personaje, El Panamá, que es el más chungo que hay. Un famoso delincuente que estaba en el origen de Los Miami. He hecho buena amistad con él y eso es muy importante.

Pregunta: ¿Cómo entablas esa relación con alguien así siendo tú un outsider?

Respuesta: Él es un tìo que, si te quiere, te da la vida. Y si no, te la quita. Pero tuve la suerte de ir metiéndome ahí. Él también estaba interesado. Y al conocernos en prisión, me caló rápidamente. Le caí bien y vio que era legal. Luego hay otros de menos nivel que son poli bueno y poli malo. Y otros, solitarios, que son ambos polis. Un día te hablan en buen tono y otro, te aterrorizan. Pero he tenido suerte que con los importantes he entablado amistad. También tienes que tener cierta calle, no puedes ser un tolai. Ser valiente y simpático te puede llevar lejos. 

Pregunta: Es curioso cómo se ha perdido todo eso de las bandas. De los pijos, los macarras. Está todo muy homogeneizado. Puedes vivir en una casa de medio millón de euros en Vallecas.

Respuesta: Y mucho más. Ahora construyen edificios, que son iguales y están en todo tipo de zonas. El suelo es tan caro en todos los lados que encuentras pijos y pseudopijos en todo tipo de barrios. Puedes ver casas de lujo y en frente, chabolas. Antes tenías que hacer barrio por cojones.

Pregunta: También el hipercontrol y la seguridad.

Respuesta: Siempre he sido de izquierdas pero lo digo claramente: en los 80 había más libertad. Antes he pasado por el Ramiro de Maeztu, que era mi colegio y está lleno de vallas. Hay mucha más vigilancia. En el metro de Nueva York tienes un robocop como vigilante. Es distópico y vomitivo. Pinta muy mal. Dentro de poco tendrás un microchip en la cabeza. Déjame hacerme una paja tranquilo en casa o lo que me salga de los huevos. Y claro, el espacio de la libertad, es el espacio del pecado.