Sin importar el material -madera, plástico o pintadas- las puertas transparentes tienden a amarillear con el tiempo, lo que no solo afecta su apariencia estética, sino que también puede resultar difícil de eliminar. Factores como la exposición a la radiación ultravioleta, la nicotina y el envejecimiento natural del material contribuyen al desgaste y cambio de color de las puertas. Aunque existen productos comerciales para restaurar su aspecto, hay alternativas caseras que pueden ser igual de efectivas y más económicas.

Vinagre blanco: un limpiador clásico

Uno de los remedios caseros más populares para combatir las manchas amarillas en las puertas es el vinagre blanco. Esta solución, que combina dos tercios de agua y un tercio de vinagre, ayuda a eliminar la suciedad acumulada y a devolver el brillo a las superficies.

¿Cómo se usa? Basta con verter la mezcla en una botella con atomizador y rociar la puerta. Después, se debe frotar con una esponja suave y dejar actuar el vinagre durante 15 minutos. Tras este tiempo, se recomienda limpiar con agua limpia y secar la superficie para evitar marcas. Para evitar que el vinagre caiga sobre el piso o alfombra, es útil colocar un periódico u otro material protector debajo de la puerta.

Bicarbonato de sodio: una solución abrasiva y eficaz

El bicarbonato de sodio es otro aliado común en la limpieza del hogar y se considera muy efectivo para eliminar manchas rebeldes en puertas amarillentas. Para usarlo, es necesario mezclar cinco sobres de bicarbonato con agua hasta obtener una pasta suave. Tras limpiar bien la puerta con agua y detergente, se debe aplicar esta pasta sobre las manchas amarillas y dejarla actuar durante 30 minutos. Luego, se frota con un paño de microfibra y se enjuaga con agua limpia hasta eliminar los residuos. Es recomendable limpiar previamente la puerta con agua y detergente para mejores resultados.

Pasta de dientes: un limpiador accesible

La pasta de dientes también tiene propiedades abrasivas que la hacen útil para eliminar manchas en superficies duras. Para ello, se debe aplicar una pequeña cantidad de pasta blanca (sin gel) sobre un cepillo de dientes viejo o un paño de microfibra y frotar sobre la puerta. Se deja actuar durante 15 minutos y luego se pule con un paño húmedo. Si las manchas persisten, se puede repetir el proceso hasta obtener el resultado deseado, aunque se recomienda en el caso de una puerta pintada probar en una pequeña zona discreta para asegurarse de que no afecte la pintura.

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