Charles Reade decía: “Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”.

Es decir, nuestro carácter se compone de nuestros hábitos y son muy importantes en nuestra vida. Ellos nos ayudan a crear y mantener nuestra rutina, así como mantener la calma y tomar las decisiones sopesadas sin gastar la energía para realizar las tareas diarias. Los buenos hábitos pueden ayudarnos a ser felices y exitosos y los malos hábitos pueden mermar nuestros logros y perjudicar nuestro bienestar.

¿Qué es un hábito?

Un hábito es una acción que repites frecuentemente de forma inconsciente sin pensar en el proceso.

Queramos o no, nuestros hábitos determinan nuestra vida y nos ayudan a conseguir nuestras metas o al revés, lo hacen imposible. Según varios estudios, más de 40% de las acciones que realizamos y las decisiones que tomamos en nuestro día a día lo hacemos de manera automática.

Nosotros no nos quedamos pensando cinco minutos en cómo tenemos que cepillarnos los dientes cada vez que lo hacemos ¿verdad? Lo hacemos y ya está. Igual que apagar el despertador, levantarnos de la cama, prepararnos el desayuno, la comida o la cena. Todo esto lo hacemos de manera automática. Nuestro cerebro siempre está buscando la manera de optimizar todas nuestras acciones. Cuando alguna acción se repite a menudo, el cerebro la automatiza para ahorrar la energía y los esfuerzos que podemos necesitar para otras cosas más importantes.

cuáles son los tres hábitos fundamentales para mejorar tu vida

Los hábitos nos ayudan a conseguir nuestras metas

Para poder crear un hábito o modificar el que ya tenemos, hay que comprender que cada hábito, sea bueno o malo, tiene su ciclo básico que incluye: la señal, la rutina y la recompensa. Para entenderlos mejor, imagínate que mi hábito es leer las noticias varias veces al día.

  1. La señal. Es el estímulo, el “click” que lleva a la persona a realizar alguna acción en concreto. Esto puede ser una emoción, un pensamiento, un acontecimiento, un lugar, etc. En mi caso la señal será ver el teléfono o el icono de la aplicación en la que leo las noticias.
  2. La rutina. Es la propia acción, lo que hacemos de manera automática: leer las noticias, cepillarnos los dientes, encender la tele nada más llegar del trabajo, etc.
  3. La recompensa. Es el beneficio que obtienes después de realizar la acción. En mi caso sería estar informada.

El sistema de recompensa controla las decisiones que tomamos cada minuto. Y este sistema no daba problemas mientras las condiciones de nuestra vida eran muy duras. Pero actualmente estamos rodeados de abundancia y confort y obtener la recompensa inmediata en forma de comida, alcohol, películas o diversión es mucho más fácil que buena salud, casa propia o un buen trabajo. Por esto los malos hábitos se crean mucho más rápido que los buenos. La recompensa que obtenemos en caso de crear buenos hábitos a veces es algo abstracta y es a largo plazo. Por ejemplo, imagina que quieres crear el hábito de hacer deporte por la mañana. Por la noche te parece buena idea, porque sabes que el deporte hará que te sientas mejor y serás más sano (recompensa). Pero para obtener este resultado tienes que levantarte media hora antes, poner la ropa de hacer deporte y preparar la esterilla (la rutina). Tienes que hacerlo mientras tu cerebro te está gritando: “¡Déjame dormir cinco minutos más!” En este caso la recompensa puede no funcionar porque es demasiado abstracta y la obtendrás no se sabe cuándo. Sin embargo, comer algo dulce cada vez que te sientes mal es un hábito malo, pero en este caso obtenemos la recompensa casi inmediatamente. Me siento mal, como algo dulce, el azúcar libera endorfinas (la hormona de la felicidad) y, como resultado, me siento mejor.

¿Y cómo crear nuevos hábitos saludables?

  1. Tener claro para qué queremos crear este hábito

Pregúntate a ti mismo: “¿Para qué necesito este hábito? ¿Qué es lo que quiero conseguir? ¿Cómo este hábito cambiará mi vida?” Este es el primer paso. La formación de un hábito al principio requiere disciplina y motivación. Si no entiendes para qué te estas esforzando y qué es lo que quieres conseguir, va a ser muy complicado que lo hagas más de tres días seguidos. Distintas personas pueden ver el mismo hábito de distintas maneras. Por ejemplo, el hábito de hacer deporte puedes ser la manera de cuidarse o de ser más atractivo, o de tener buena salud cuando llegaremos a una cierta edad.

  1. Definir la señal

Esto puede ser un recordatorio en tu teléfono, una alarma o, incluso, otro hábito que tienes. Es mucho más fácil “enganchar” un nuevo hábito al que ya tienes que crearlo desde cero. Por ejemplo, cada mañana después de cepillarte los dientes realiza la acción que quieres convertir en tu nuevo hábito. Repite tus afirmaciones, haz dos sentadillas, aprende cuatro palabras nuevas, etc.

Un estado determinado o una emoción también pueden ser una señal. Por ejemplo, en cuanto sientes que estás tenso (la señal), realiza la acción: medita, respira o bebe un baso de agua en vez de fumar o comer algo dulce. Cuando estás cansado, no cojas el teléfono para relajarte sino haz estiramientos o lee un libro.

  1. Realizar pequeñas acciones

Aquí la palabra clave es pequeñas. Dado que nuestro objetivo es hacer que cierto comportamiento se convierta en automático, las acciones tienen que ser fáciles de realizar. Normalmente, tendemos a empezar “a lo grande”: levantarse a las 5 de la mañana, correr 10 kilómetros, leer 3 libros a la semana. Pero es un callejón sin salida. Nos sobrecargamos y gastamos tanta energía y fuerzas que en tres o cuatro días lo dejamos. El nuevo comportamiento tiene que ser lo menos estresante posible. Cada semana levantarse 10 minutos antes, correr 1 kilómetro, leer 5 páginas todos los días. Hay que implementar nuevo hábito poco a poco y cuando nos acostumbraremos a este comportamiento podremos aumentar el tiempo, el volumen y las exigencias.

  1. Obtener la recompensa

No es obligatorio que la recompensa sea algo material. También puede ser un pensamiento o un sentimiento. Es mucho más efectivo si obtienes la recompensa inmediatamente sin necesidad de hacer un esfuerzo adicional, por ejemplo, sin necesidad de comprar algo. Pero hay que tener cuidado para que la recompensa no se convierta en un mal hábito. Por ejemplo, no elijas como recompensa alcohol, compras compulsivas o comida poco saludable. ¿Y qué puede servir como recompensa? El sentimiento de satisfacción o de alegría por ser constante y realizar la rutina; una marca en tu calendario; algo que ibas a hacer igualmente, pero ahora lo haces después del hábito que quieres crear. Por ejemplo, si te gusta ver las series, ahora las ves en el idioma que estás aprendiendo o solamente después de hacer deporte.

¿Qué habitos saludables son importantes?

En el mundo hay millones de personas que tienen un sueño, pero no hacen nada para cumplirlo.

Con estos hábitos saludables vas a mejorar tu vida

  • Levantarse una hora antes

Si creamos el hábito de levantarnos una hora antes y aprovechamos bien este tiempo, muy pronto veremos los resultados que nos van a sorprender. Puedes aprovechar esta hora para meditar, para realizar algún ritual de autocuidados, para hacer deporte, para escribir un artículo para tu blog o para aprender otro idioma. Dedica este tiempo a tu desarrollo personal o a algún proyecto personal que te ilusiona y nunca encuentras tiempo para realizarlo. Es tiempo para ti, por lo que no lo malgastes en tareas diarias que tendrás que hacer igualmente. Por la mañana, cuando tu cerebro está descansado, cuando los tuyos todavía están dormidos, cuando el ambiente está tranquilo y nada te distrae te será mucho más fácil concentrarte y serás mucho más productivo.

Muchas personas revisan su correo electrónico o sus redes sociales nada más despertarse. No lo hagas. No malgastes la hora más productiva de tu día en cotilleos o viendo las cosas en tu móvil, inviértela en ti mismo y en tu vida. Los resultados te van a sorprender.

  • Planear

En el mundo hay millones de personas que tienen un sueño, pero no hacen nada para cumplirlo. La excusa más común es: “No tengo tiempo”. Y muchas veces nos parece que es verdad. Nos levantamos por la mañana y empezamos a pensar: “Ahora tengo que despertar a los niños, los llevo al cole, voy a trabajar, luego tengo que hacer la compra, limpiar la casa, llevar a los niños a actividades extraescolares, luego la cena, la ducha, etc.”. A lo largo del día nos acordamos de otras tareas más y vamos saltando de una cosa a otra para intentar a hacer todo como si fuéramos super hombres o super mujeres. ¿Y cuál es el resultado? Que todos los días parecen exactamente iguales. Parece que vivimos en un bucle. Hacemos lo mismo, corremos de un lado para otro, estamos cansados, estresados y siempre tenemos algo pendiente. Es decir, vivimos en modo de supervivencia.

Planear el día siguiente nos ayuda a ser más productivos y sentirnos más tranquilos todos los días. Si nada más llegar a casa o por la noche planeamos lo que vamos a hacer el día siguiente, preparamos la ropa, los documentos necesarios, dividimos las tareas en unos bloques, entonces el día siguiente seremos mucho más efectivos y estaremos menos estresados.

Es más, durante la noche nuestra mente trabaja la información recibida y busca las maneras más rápidas y fáciles para realizar nuestros planes. Si dedicamos 5 - 10 minutos de nuestro tiempo para planear el día siguiente, hacemos que este sea más tranquilo y productivo.

  • Agradecer

Cuando digo agradecer no me refiero a que tienes que hacerlo a alguna divinidad en concreto o rezar, o hacer algún ritual, aunque si lo haces, tampoco está mal. Pero en principio, esto no tiene nada que ver con la religión o espiritualidad. Lo importante es que seas consciente de todo lo que tienes y de todo lo que has logrado. Esto te ayudará a cambiar la perspectiva que tienes de tu vida y no hundirte cuando las cosas no salen como te gustaría. Muchas veces nos enfocamos en lo negativo y en las cosas que nos faltan pensando que no tenemos nada por lo que podemos dar las gracias a la vida. “No tengo trabajo, no tengo dinero, no soy feliz, no tengo familia…” Y si mañana pudieras tener solamente lo que has agradecido hoy ¿seguirías pensando que no tienes nada por lo que puedes dar las gracias? ¿Darías las gracias por las manos y los pies, por el sol y por la lluvia, por la comida y por la cama que tienes? ¿Darías las gracias por tus familiares, amigos, mascotas, aire fresco y el amanecer? Recuerda que la gratitud hace que la persona sea feliz y no al revés. El hábito de agradecer hará que seas más positivo y feliz y, por lo tanto, tendrás más energía y motivación para avanzar hacia tu objetivo.

Desde mi punto de vista, estos tres hábitos son fundamentales si quieres tener éxito en la vida. ¿Y por qué he elegido estos y no otros? En primer lugar, porque son fáciles de crear. Anteriormente hemos hablado de que uno de los motivos por los que nos cuesta adquirir buenos hábitos es porque en la mayoría de las veces la recompensa no es inmediata. Pero en este caso no es así. Me levanto antes y tengo tiempo para lo que me ilusiona, planeo mi día siguiente y consigo hacer más cosas con menos estrés, agradezco lo que ya tengo, lo que ya he conseguido y superado y me siento un poco más feliz. Muchas veces no avanzamos hacia lo que queremos o renunciamos nuestros sueños por falta de tiempo, energía y motivación. Cuando implementes estos hábitos en tu vida esto ya no será un problema para ti.

Recuerda estas palabras de Aristóteles: “Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito”.

Sveta Shemléy / Coach

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