Con el final de las vacaciones de verano, las familias se enfrentan al regreso a las aulas. El cambio de horarios, los madrugones y la reorganización de rutinas convierten este momento en un reto tanto para los niños como para los padres.
Aunque es una etapa esperada, la transición no siempre resulta sencilla. Por eso, cada vez más centros educativos ponen el foco no solo en los aspectos académicos, sino también en el acompañamiento emocional. Uno de ellos es el colegio británico Green Stone, situado en la Colonia de Torrelodones (Madrid), que comparte recomendaciones prácticas basadas en su experiencia.

Preparar rutinas con antelación
“Anticiparse es clave”, explica Reem Oweida, responsable del departamento de Disciplina Consciente en Green Stone. Según la especialista, es aconsejable recuperar progresivamente los horarios de sueño antes del inicio del curso, de modo que el ajuste sea menos brusco. También recomienda organizar el material con antelación y contar con la participación de los niños en este proceso, para que se sientan parte activa de la preparación.
Durante los primeros días de clase, Oweida aconseja reservar tiempo para el juego libre y actividades al aire libre. Esta combinación, afirma, ayuda a equilibrar lo académico con lo personal y favorece una adaptación más natural.
El papel de la disciplina consciente
Desde el centro insisten en que la organización práctica debe ir acompañada de un apoyo emocional. “La disciplina consciente enseña que educar no es controlar, sino conectar”, señala Oweida. En este sentido, propone pequeños gestos que facilitan el inicio de la jornada, como crear rituales familiares, realizar una breve respiración conjunta o establecer un saludo especial.
Oweida sugiere además utilizar un lenguaje positivo en lugar de órdenes, reconocer y validar las emociones de los niños cuando sienten nervios o cansancio, y apoyarse en rutinas visuales que les permitan anticipar lo que sucederá en su día. “Todo esto aporta seguridad y confianza”, asegura.

Un inicio con más confianza
Para Oweida, el comienzo del curso no se limita al regreso de las clases, sino que representa “una oportunidad para reforzar la conexión entre familias, alumnos y docentes”.
Según la especialista, cuando los niños se sienten comprendidos y acompañados, afrontan con mayor serenidad los desafíos propios de septiembre y encuentran las condiciones necesarias para desarrollar su potencial en un entorno seguro.
Repasar los conceptos antes de la vuelta al cole es un punto importante
Además de las rutinas diarias, muchas familias se preocupan por el nivel académico con el que sus hijos regresan tras los meses de vacaciones. Después de un periodo tan largo, es habitual cierto retroceso, aunque la magnitud depende de cada caso.
Mònica Nadal, directora de investigación de la Fundación Bofill —organización dedicada al análisis de políticas educativas con perspectiva de equidad—, explicó a El País que “hay estudios que evidencian que el apagón veraniego se reduce notablemente cuando los niños hacen al menos tres semanas de actividades con valor educativo”.
Para evitar que este desenganche afecte al inicio de curso, Nadal aseguró al mencionado medio que resulta útil repasar de manera general los contenidos del año anterior durante los días previos a la vuelta al aula. También consideran que esta práctica debería extenderse a colegios e institutos. “Serviría para nivelar las posibles diferencias producidas durante las vacaciones y para evitar que la brecha crezca año tras año”, apunta Nadal.