También les ha pedido transparencia, o lo que es lo mismo, fuera corruptelas. ¿Quiere esto decir qué hasta ahora las ha habido? Por la cara de alivio de Camps, que se derrumbó literalmente sobre la alcaldesa Rita Barberá al conocer su triunfo, todo hace pensar que con los votos en la mano pretenden que el pasado sea pelillos a la mar.

Que si los valencianos les han perdonado no van a ser los tribunales más quisquillosos o más vengativos. Toca ahora confiar en que, ante la marea de banderas azules que recorre la geografía española, y con la mayoría absoluta en la mano, la Justicia no se amilane y ocurra como con Fabra, el de Castellón, que con tanto cambio de jueces las acusaciones contra él prescriben.

Para los que, de verdad, confiaban en que estos comicios podían servir para una cierta regeneración de la vida política, tan desprestigiada, mayorías como la de Valencia, son demoledoras. Como los son los datos de las localidades de Madrid donde la trama Gürtel campó a sus anchas y donde los alcaldes del PP están imputados por corrupción, como Boadilla del Monte, Pozuelo, Majadahonda etc. El PP ha vuelto a ganar por goleada como si el dinero que se llevaron estuviera ya amortizado.

Mientras haya corruptos en las listas electorales y los ciudadanos les voten la democracia será de peor calidad y los políticos seguirán siendo considerados un problema y no la solución.

En cuanto al PSOE ya está en marcha la convocatoria de primarias. Resultó un poco sorprendente comprobar que en la comparecencia de Zapatero  para sumir la derrota faltaran tantos ministros responsables y que deberían ser  solidarios con lo ocurrido. Dicen que la victoria tiene muchos padres y el fracaso es huérfano. Algo así debió suceder en Ferraz la noche del domingo.

No tiene mucho tiempo el PSOE para decidir un candidato, no entrar en batallas internas, e intentar recortar distancias con el PP. De aquí al final de la legislatura la cantinela machacona de “Zapatero dimisión” va a ser difícil de contener.

Las guerras intestinas de los partidos siempre se pagan en las urnas y no le queda a los socialistas mucho margen para perder más votos. Por  tanto,  cuanto antes decidan quien va a ser su candidato a las generales,  y este empiece a ganar voluntades,  mejor les irá. De ganar por mayoría Mariano Rajoy, según vaticinan y ahora más que nunca las encuestas, la concentración de poder en manos de la derecha será aplastante. Del verbo aplastar en su sentido literal.

Victoria Lafora es periodista y analista política