El próximo 12 de mayo se cumplen diez años de un hecho que ocupó los periódicos de nuestro país durante semanas y abarcó una investigación policial cuyo desenlace continúa en la memoria de muchos ciudadanos. Pasadas las cinco y cuarto de la tarde, en la ciudad de León tenía lugar un crimen que marcaría la historia de la política leonesa para siempre. Mientras caminaba por la pasarela peatonal sobre el río Bernesga, la presidenta de la Diputación de León y líder del PP provincial, Isabel Carrasco, era asesinada de tres tiros a plena luz del día. Con dos testigos que vieron cómo una mujer seguía a la víctima y usaba una pistola que llevaba en el bolsillo para asesinarla. De esta manera moría la principal personalidad política del León de entonces, la “mandamás” del municipio y una polémica representante del Partido Popular que levantaba tanta admiración como animadversión entre sus homólogos.

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La investigación se resolvió de manera casi inmediata en un veloz ejercicio de la policía, que acabó llevando a juicio a las tres mujeres implicadas en la muerte de Carrasco. Montserrat González y su hija ingeniera de Telecomunicaciones Triana Martínez, junto con la ayuda de Raquel Gago (ex policía local y amiga de Triana), fueron encontradas culpables de planear y ejecutar un plan de venganza contra Isabel Carrasco que acabó con su asesinato en plena calle. Madre e hija eran desde hacía años afiliadas al PP, el partido en el que Triana trabajaba dentro de la Diputación de León y de la que fue despedida por Isabel Carrasco en 2011.

Una venganza personal

Las indagaciones empezaron a hablar de una venganza planeada en primera instancia por ambas mujeres para "ajustar cuentas" con la líder intocable que había expulsado a Triana de sus labores en la Diputación que consistían, entre otras cosas, en asesorar y asistir a los ayuntamientos o la redacción de proyectos como redes sociales, infraestructuras de telecomunicaciones, Banda Ancha o Televisión Digital Terrestre. La condenada por asesinato, llevaba trabajando en la institución desde 2007, y antes había desempeñado algunas funciones como autónoma en León, Asturias y Valladolid. Durante la investigación del crimen, se clarificó que la mano ejecutora fue la de Montserrat, esposa del comisario jefe de Astorga, quién disparó por la espalda hasta en tres ocasiones a la presidenta de la Diputación de León. “La iba a matar. Eso como hay Dios. Lo he dicho y lo diré toda mi vida: esa ya no iba a beber más agua”, confesó la asesina más tarde. Según ella, la política del PP de Carrasco había marginado laboralmente a su hija para después negarle una plaza en la Diputación. Montserrat también aseguró que la asesinada se había encargado de "llamar a los empresarios de León" para que no volvieran a contratar a Triana, utilizando su poder en el municipio. 

Uno de los "cabos sueltos" del suceso fueron las dos personas -un ex agente de policía y su mujer-  que se encontraban paseando por el puente y que fueron testigos del crimen, pudiendo ratificar cómo se dio el asesinato por parte de Montserrat. Gracias a ello, durante el juicio dónde las tres implicadas confesaron la autoría del crimen, se descubrió que después de apretar el gatillo, Montserrat huyó de la escena y le entregó después la pistola utilizada a Triana, quién también se deshizo de ella posteriormente, dándosela a Raquel. De esta manera, las tres mujeres protagonizaron una red de mentiras, venganza e intereses políticos que han permanecido ocultos durante una década. Fue en el año 2016, cuándo Monserrat, Triana y Raquel fueron condenadas por el asesinato de Carrasco y sentenciadas a cumplir penas de cárcel de 22, 20 y 14 años, respectivamente.

Cómo el asesinato de Carrasco reorganizó el tablero

Lo que todo el mundo tiene claro es que el crimen de Montserrat y Triana cambió el poder en León. Después del asesinato de Carrasco, llegó la conocida operación anticorrupción “Púnica”, que hizo que el que iba a ser su sucesor en la Diputación de León, Marcos Martínez Barazón, fuera detenido y posteriormente expulsado del Partido Popular. Con el veto a Martínez, se disipaba la última posibilidad de la facción de Carrasco en el partido de mantener el poder en el municipio, y evidenciaba las tiranteces que existían con sus rivales internos.

De esta manera, el presidente autonómico Juan Vicente Herrera maniobró poniendo en los principales puestos del partido en la provincia a dos detractores 'populares' de Carrasco: Antonio Silván y Juan Martínez Majo. El primero sustituyó como alcalde de la ciudad al que era el hombre de confianza de Isabel Carrasco, Emilio Gutiérrez, quién defendió con fiereza a “su amiga” cuando esta se vio envuelta en una polémica en 2011 debida a los 12 cargos públicos que Carrasco ocupaba y por los que se ingresó más de 158.000 euros. “Es una líder que ha sabido llevar al PP a lo más alto”, declaró Gutiérrez entonces. Por otra parte, Juan Martínez Majo acabó ocupando el puesto que había ostentado Carrasco como presidente de la Diputación de León, cargo que mantuvo hasta el año 2019. Este movimiento desplazó a los alcaldes denominados como ‘carrasquistas’ afines a Isabel del mando del PP leonés. 

Lo que no se investigó 

Sin embargo, el asesinato de Isabel Carrasco no es un caso tan cerrado como parece. Cinco años después de lo ocurrido en León, un documental que pretendía recordar el crimen, desveló material inédito sobre este suceso que quedó fuera de la investigación en 2014. Se trata de Muerte en León, un metraje dirigido por el cineasta británico Justin Webster en el año 2019 y que se estrenó en la plataforma de HBO. El equipo de Webster, que tuvo acceso a documentos oficiales y al sumario de la investigación, arrojó luz sobre las incógnitas que habían pasado inadvertidas hasta entonces, como era el caso del registro de los teléfonos de las implicadas. Y es que algo a lo que nunca se dio explicación desde las instituciones fue el por qué no se investigaron las llamadas que las asesinas de Carrasco intercambiaron de manera constante con Luis Estábanez, el asesor del en ese momento presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, durante los días previos al crimen.

La gran duda es por qué estas llamadas no fueron investigadas de forma deliberada

En concreto, se pudo comprobar que durante el año 2014, Triana y Estébanez habían intercambiado 247 llamadas telefónicas. De esta manera, las autoridades descubrieron que el del asesor era el segundo número más contactado por el teléfono de la hija de la asesina, después del de Raquel Gago. De hecho, este documental desveló que la llamada más larga entre Estébanez y Triana tuvo lugar la víspera del terrible asesinato. “Hay un significado en todo esto, esa nueva persona que forma parte del crimen o no, no lo sabemos porque no lo han investigado, y la pregunta es ¿por qué?”, apuntó Webster sobre el asesor para elDiario.es el mismo año en el que publicó su documental sobre el crimen. El resultado fue que Estébanez nunca fue investigado y su nombre no apareció en el sumario. "La gran duda es por qué estas llamadas no fueron investigadas de forma deliberada", recalcó el director. A día de hoy, otros cinco años después del estreno de su documental, estos hechos permanecen igual

Las asesinas no se arrepienten

Según recogieron algunos medios locales durante el año pasado -nueve años después de haberse confesado asesinas- la vida de Montserrat y Triana en la cárcel de Villabona (Asturias) transcurre con cierta normalidad. La hija de la autora material del crimen se encarga de la biblioteca del centro penitenciario, mientras que su madre le presta ayuda en la gestión de este servicio del módulo de mujeres. Ambas comparten celda. Según apuntaba hace ya un año El diario de Castilla y León, “ninguna de las dos ha exhibido en este tiempo la menor muestra de contrición, la más mínima pesadumbre por haber terminado con la vida de la carismática política leonesa”. En septiembre de 2023, los medios españoles se hacían eco de las denuncias de Triana desde prisión, en las que exigía que se le concedieran permisos de salida ordinarios ya que llevaba 9 años cumpliendo condena.  

Por otra parte, Raquel Gago, la cómplice a la que el Tribunal Supremo elevó la pena de 12 a finalmente 14 años, se encuentra desde hace un año en tercer grado bajo un régimen abierto por el cual actualmente vive en libertad en Madrid. Gago comenzó a cumplir condena el 20 de diciembre de 2016 en la prisión de Mansilla de las Mulas (León). Antes de ello había cumplido ocho meses desde el 16 de mayo de 2014, y salió en tercer grado del penal de Alcalá de Henares en febrero de 2022. Dentro del sistema de semilibertad en el que se encuentra, la ex policía municipal únicamente tiene dos limitaciones legales: la primera, una pulsera de localización que debe tener puesta las 24 horas del día; la segunda, una orden de alejamiento que le impide acercarse a la hija de la víctima o a su entorno. Sin embargo, la que fue cómplice de Montserrat y Triana sí ha demostrado arrepentimiento por haber participado en el asesinato de Carrasco. Además de ello, fuentes penitenciarias dejaron claro que el comportamiento de Gago en prisión había sido ejemplar, desmarcándose de las otras dos condenadas.

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