"¡Pasen y vean!", se le oía vocear a Pablo Casado en la puerta de la convención del Partido Popular. "No se pierdan al liberal totalitario, al delincuente que da lecciones de moral, al corrupto que advierte de los peligros de la corrupción, al adalid de la hispanidad que se burla de los hispanoamericanos. Incluso, en el más difícil todavía, tenemos lo nunca visto señores: una mesa redonda para reivindicar el feminismo sin féminas!"

Quizá Pablo Casado no tenga mucho futuro como político, pero como jefe de pista en un circo de fenómenos le auguro una carrera fulminante. Lo visto y oído estos días que llevamos de convención popular, es digno del mejor guión de Fellini. Los enanos de Pablo están tan crecidos que podrían jugar en la NBA. Y por encima de todos ellos, nadie tan alto como José María Aznar. El nuevo tinte capilar le aporta un punto de comicidad, ideal para su incipiente trayectoria como humorista. Su chiste sobre el presidente mejicano y sobre los indígenas en general es, sencillamente, tronchante, a la par que un gran ejemplo de como quien fuera presidente del Gobierno de este país, promueve la concordia y el entendimiento con quienes ellos llaman pueblos hermanos.

Y hablando de pueblos hermanos, uno de sus más ilustres representantes, el premio nobel peruano Mario Vargas Llosa, ofreció una inolvidable muestra de la calidad del liberalismo que propone el Partido Popular, insinuando que la mejor democracia es la que no permite el voto de todo el mundo, lo que en Ciencias Políticas se viene conociendo, desde tiempo inmemorial, como: dictadura.

Otro momento memorable lo protagonizó el siempre añorado M. Rajoy, cuando (agárrense a algo si están de pie) aseguró que "los partidos populistas nacen por la corrupción de los gobiernos", es decir, que a su entender la corrupción de los gobiernos es mala. Más de uno de los asistentes al circo estuvo a punto de que se le abriera una hernia por el esfuerzo al intentar contener la carcajada.

Pero quizá la gran estrella de la convención fue, al menos hasta la llegada el fin de semana de Isabel Díaz Ayuso tras reconquistar América, el tres veces procesado y, a falta del tercer juicio, dos veces condenado ex presidente de la República francesa Nicholas Sarkozy. Con que cara de admiración observaba Pablo al maestro, cuando éste aseguraba que no sólo no estaba arrepentido de lo que hizo, intentar corromper a un juez y financiar ilegalmente su partido, sino que lo volvería a hacer "con más intensidad y más rápido". Y es que Francia, debió pensar Casado, comparada con nosotros es un circo de tres pistas.