Avezados en todas las artes de la prestidigitación, alcanzamos el grado de maestros en los juegos de manos. Se trata de llamar su atención sobre la mano en la que sujetamos un tema menor, para con la otra mano colarles el que de verdad nos interesa. Por ejemplo, cuando el viernes aprobamos la nueva reforma laboral todos ustedes fijaron su atención en el cambio de los 45 días de despido, por los nuevos 33, que era lo que nos interesaba que miraran ustedes; pero mientras, con la otra mano, les colábamos el despido de 20 días, y ya de paso la facultad de que los empresarios puedan bajarles los sueldos a su libre albedrío.

Algo parecido hemos hecho en el caso del malvado Garzón. Nos queríamos vengar de él por haber destapado el caso Gürtel, pero durante meses les hemos hecho creer que era por investigar los crímenes del franquismo (tema que a nosotros, con nuestros abuelos ya enterrados en nuestros lujosos panteones familiares nos la trae al pairo), y ahí los hemos tenido a ustedes recogiendo firmas en su vieja lucha contra el franquismo, mientras nosotros, que vivimos no ya en el presente sino en el futuro, le preparábamos al exmagistrado una fosa bien profunda en el arcén de su carretera, que ya no carrera, judicial.

Sería un mal mago si les explicara por completo el secreto, pero como saben que les tengo cariño, les recomiendo que a partir de ahora miren siempre al lado contrario del que les señalamos, quizá así algún día descubran el truco. Aunque en el fondo se lo explico porque sé que no lo harán, que les gusta mantener la ilusión, disfrutar del espectáculo que apenas acaba de comenzar. ¡Pasen y vean señores! Vean como les desmontamos el estado de bienestar con la mano derecha, mientras con la izquierda les explicamos que todo lo hacemos por salvar nuestras empresas y nuestra patria, que por si no se han dado cuenta aún, para nosotros son exactamente lo mismo.