Iba a comenzar este artículo diciendo: Como si no tuviéramos bastante con la sequía…pero me he dado cuenta enseguida del error de bulto. Empiezo de nuevo. Los fenómenos extremos climáticos que llevamos años viviendo, en este momento el bajísimo nivel pluviométrico que tiene a cuencas como la del Guadalquivir por debajo del 30% y bajando, evidencian los efectos catastróficos que está causando el cambio climático. Una evidencia que siguen sin ver los negacionistas, y cuando digo negacionistas ya sabemos de quienes hablamos, pues lo mismo niegan esto, que la efectividad de las vacunas, que la violencia machista. Desde el primo de Rajoy a nuestros días, nada ha cambiado, si no, en todo caso, a peor. La pandemia de Covid habría sido una oportunidad magnífica, dentro del horror que ha supuesto, de habernos concienciado más de cómo, de no ser más responsables con la gestión de recursos mundiales y el ecosistema, éste, acabará regulándonos a nosotros; bien por patógenos, por desastres ocasionados por las fuerzas desatadas de la naturaleza, o por una tercera vía: que acabemos destrozándolo todo tanto que esto sea un erial donde no pueda vivir nadie, no sólo los flamencos, las ballenas o los linces, sino esa especie parásita del mundo, que se dice racional, como es la nuestra, aunque no lo demuestre.

Asisto con estupor a dos muestras más de la estupidez negligente de nuestros gobernantes, indistintamente de su signo político. Una necedad interesada en hacer cortoplacismo electoral, ganándose un puñado de votos de los explotadores ilegales o alegales de espacios verdes protegidos o, en su defecto, poniéndose de perfil para no cabrearlos, que es la misma cosa. El Parlamento Andaluz ha tramitado la proposición de ley sobre la reforma de los regadíos del entorno de Doñana que abre la puerta a regularizar unas 1.400 hectáreas de cultivo irregular. PP, Ciudadanos y Vox, los partidos impulsores de la iniciativa han ejercido su mayoría como un bulldozer contra Doñana.  Se han encontrado además con la sorprendente abstención del PSOE, del candidato Espadas, en una tibia e incomprensible política de “lavarse las manos como Poncio Pilatos”. Esta actitud, que responde, también, al cortoplacismo de no enfadar a los sectores agrícolas onubenses, son una vergüenza desde posiciones progresistas.  Van en contra de la posición del partido, en especial de la ministra de Transición ecológica, Teresa Ribera, que ha avisado de la invasión de competencias nacionales en este sentido, y de los incumplimientos con las leyes europeas y sanciones millonarias que nos van a caer, además del desastre medioambiental.  La norma avanza en la Cámara andaluza después de semanas de críticas de los ecologistas, Unidas Podemos y los no adscritos de Adelante Andalucía, que han votado en contra. Pero sobre todo después de una ristra de advertencias desde organismos como la Unesco, que tiene a Doñana en la lista de Patrimonio de la Humanidad, y la Comisión Europea, que ha advertido que la proposición de ley puede provocar una nueva denuncia contra España en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y, en última instancia, sanciones económicas. El texto que se ha aprobado este miércoles en el Parlamento no alude a la gestión del agua, como defienden PP, Ciudadanos y Vox, puesto que esa competencia es estatal. Pero sí es una regularización urbanística de facto que sí conduce al acceso a derechos de usos de agua en una zona muy próxima al espacio protegido y donde existen explotaciones agrícolas que, al extraer el agua, perjudican al principal acuífero del que se nutre Doñana, ya sobrexplotado y en riesgo de desaparición.

La irracional e irresponsable aprobación del tripartito de derechas en Andalucía, con la tibia e incomprensible abstención del PSOE, enlaza con lo que está sucediendo también en la Extremadura de Guillermo Fernández Vara, y el asunto del complejo de Valdecañas. La sentencia firme del Supremo obliga a la demolición y recuperación ambiental de la isla de Valdecañas donde se construyó un complejo de lujo. Frente a esto, y en unas sonrojantes declaraciones, el barón socialista afirma que “el exceso de protección ambiental impide acabar con la despoblación” y plantea “una revisión de la ley del suelo protegido”. No quiero caer en la trampa de decir que todos los políticos son iguales, porque, afortunadamente, la posición al respecto del gobierno central es clara, en línea con las leyes europeas, pero, si el señor Vara piensa lo mismo que el PP, que VOX y Ciudadanos sobre el tema ¿por qué no se cambia de partido? En vez de defender la ley, de estar orgulloso de que Extremadura y sus espacios naturales estén protegidos y dentro de la prestigiosa Red Natura, parece que quiere alicatar los alcornoques de la dehesa extremeña. Lamentable.

España ha quedado en tercera posición por la cola en Europa, en cuanto a gestión del medio ambiente. Una vergüenza más teniendo en cuenta quienes están quitándonos el dudoso honor de ser los últimos, poniéndonos al nivel de zonas devastadas por radiación nuclear como Chernóbil. Al final las cucarachas acabarán heredando la tierra. Lógica sucesión porque llevan siglos gobernándola, dirigiéndola y destruyéndola.