España ha tenido muy mala suerte con la derecha. Históricamente, los conservadores en nuestro país han sido cerriles, reaccionarios y totalitarios. Su tentación y sus resultados, casi siempre, han sido negacionistas de todo progreso, autárquicos y dictatoriales, y han sumido, en sus periodos de gobierno, a nuestra nación, en el retroceso y el ostracismo.  

La única excepción fue, ciertos liberales, no todos eran conservadores como pretenden hacernos creer los que se autoproclaman hoy de esta forma, confundiendo a aquellos con los neoliberales económicos de hoy, que no tienen nada que ver, y la mayoría fueron fusilados o exiliados con la vuelta del absolutismo. Los pocos que no fueron descalabrados por la restauración monárquica serían eliminados por los franquistas tras la guerra incivil o se tuvieron que exiliar. Yo quisiera tener una derecha, un partido conservador en nuestro país moderno, desasido de la influencia de la Iglesia católica, y que abjurase de las nostalgias de la dictadura.

Un partido realmente moderno, de hoy, aunque postulase políticas conservadoras y capitalistas, que abrazara la Constitución y la democracia, de verdad, y nos las erosionase, a pesar de querer aparecer como sus máximos valedores. Un partido conservador capaz de poner los intereses de su país y sus ciudadanos por encima de su ego y de lo suyos propios, al estilo de la excanciller alemana Angela Merkel, respetada incluso por la oposición, con quien pactó políticas de estado e incluso se coaligó, por tal de no darle espacio a la ultraderecha en Alemania. Todo lo contrario de lo que sucede con el PP en España, de cuyas tripas ha nacido Vox, y a cuyo rebufo siguen marcando el paso de la oca.

"Cuanto peor, mejor..."

Este PP, con un dirigente como Pablo Casado que, aunque haya sido el candidato más joven está dando una imagen y unos mensajes que van a hacer modernos a Fraga, Rajoy y Aznar, que ya es decir, parece empeñado en materializar como política de base el trabalenguas del depuesto presidente Rajoy, tras la moción de censura por el tema de financiación ilegal de su partido, cuando dijo: “Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”. No se entiende si no que, antes de que se aprobaran los fondos de cohesión europeos por la crisis del Covid, ya estuvieran armándose para que esos fondos no llegasen desde Europa.

Preferían que España no recibiera esa necesaria lluvia de millones para paliar las necesidades de esta emergencia sanitaria, que habría precarizado aún más los recursos y necesidades de la ciudadanía, a que el Gobierno del país pudiera decir que había negociado algo beneficioso para la nación. Su grado de antipatriotismo, aunque presuman de lo contrario, y su afán de erosionar al ejecutivo, aunque fuera a costa de precarizar aún más la situación de la ciudadanía, con esas tristes colas del hambre de las que se mofó la lideresa madrileña Isabel Díaz Ayuso, son una prueba más de lo poco que les importa el país y sus conciudadanos.

Ahora en estos días, vuelven a salir con la misma petera, conjurándose para denunciar la presunta “arbitrariedad” del Gobierno español de Pedro Sánchez, amenazando con “recurrir” el caso en los tribunales europeos. Resulta que Europa ya se ha pronunciado y ha asegurado desde Bruselas que “avala la gestión de los fondos Covid”. Entre otras cosas porque, de no ser así, no darían luz verde al envío de estos fondos. Pretenden los presidentes autonómicos del PP que sus regiones, que fueron las más beneficiadas en el primer reparto, en especial Andalucía y la Comunidad de Madrid, como es lógico por el número mayor de habitantes y por lo tanto la necesidad de recursos mayores, vuelvan a ser, en este reparto, los más beneficiados. ¡Qué gran mentalidad de país y de gestión de recursos solidariamente distribuidos tienen estos señores!

Claro que, en cuestión de recursos ellos saben repartir, con los suyos, como nadie: Caso Gürtel, Kitchen, etcétera, por los que el partido, por primera vez en la historia de nuestra democracia, fue condenado por una trama de financiación ilegal, razón por la que su mítica sede de la calle Génova se puso en venta. La medida responde a una de las ocurrencias de la lideresa Ayuso, que ha firmado una tregua, de momento, con el  discutido líder Casado. “La Comunidad de Madrid presentó un recurso contencioso-administrativo el pasado 17 de diciembre el por el Real Decreto 902/2021, en la Audiencia Nacional, considerando que era el órgano judicial competente”, señalaron desde la Consejería de Economía y Hacienda que dirige Javier Fernández-Lasquetty, responsable en la sombra durante los gobiernos de Esperanza Aguirre, del desmantelamiento de la sanidad pública madrileña. Esta payasada, motivada por la necesidad de Ayuso de hacerse más presente que Casado confrontándose con el presidente Sánchez, fue un error de manual al no ser el tribunal competente.

“Sin embargo, es el Tribunal Supremo quien tiene competencia en este tipo de recursos. Por ello, se remitió un escrito a la Audiencia Nacional solicitando la derivación del recurso al Tribunal Supremo, ya que no se puede presentar el mismo recurso en dos órganos judiciales distintos”, rectificaron, cuando ya la metedura de pata, en la que ha insistido Casado y todo el PP, persiste. Lejos de permanecer a la noble estirpe liberal de la que presumen, sin saber de lo que hablan, el Partido Popular, por no hablar de su hijo deforme, Vox, siguen siendo de esa estirpe. malintencionada y homicida con nuestra democracia y progreso, de Caín. Ya lo escribió Don Antonio Machado, y sigue estando, desgraciadamente, vigente: “-no fue por estos campos el bíblico jardín-;/son tierras para el águila, un trozo de planeta/por donde cruza errante la sombra de Caín”.