El bono español sufrió ayer un ataque que habría que calificar de injusto si es que uno creyera en la justicia de los mercados.

El ataque de desconfianza en la solvencia de nuestra deuda se ha producido en el momento en que se empiezan a vislumbrar algunos índices positivos en la economía real de nuestro país.

En efecto, el turismo está que se sale, aumentan las exportaciones, China se compromete a aumentar su cartera de deuda española y se reanima el consumo de electricidad.

Elena Salgado contenía el fin de semana la respiración en espera del comportamiento de los mercados ante la subasta de ayer de una nueva emisión de deuda soberana y los mercados nos han dado un severo castigo.

La verdad es que en esta ocasión no se ha puesto en cuestión la política económica hispana que ha sido alabada en distintas instancias internacionales.

El bono español ha sufrido las consecuencias de una serie de acontecimientos producidos fuera de nuestras fronteras.

Las razones han sido varias y heterogéneas: Por un lado los rumores, que fueron inmediatamente desmentidos por su gobierno de que Grecia reestructuraría su deuda con la consiguiente aplicación de “quitas” que es una palabra maldita para los inversores.

Por otro lado, ha contribuido al mal ambiente de la subasta del Tesoro, el ascenso del partido ultraderechista “Finlandeses Auténticos” que pudiera coaligarse con el partido conservador finlandés y dificultar el rescate a Portugal.

Además el hecho de que el interés de los bonos portugueses, irlandeses y griegos se acerquen al 10 por ciento, una rentabilidad que es imposible que puedan pagar, ha contribuido a la desconfianza general contra los países “periféricos” de la eurozona metidos una vez más en un mismo saco.

El caso es que el bono de España a diez años alcanzó ayer un inquietante 5.6 por ciento elevando la prima de riesgo de los 171 puntos básicos alcanzados la pasada semana a 226 básicos.

Como se sabe la “prima de riesgo” es el diferencial del interés que deben pagar nuestros bonos con el que ofrecen los alemanes que se han mantenido en el 3.33 por ciento.

No creo que las declaraciones catastrofistas de José María Aznar en la Universidad de Columbia quien expresó sus dudas de que España pudiera pagar los intereses de la deuda hayan sido decisivos pero, desde luego no han ayudado a su país en un momento sumamente delicado.

José García Abad es periodista, escritor, director de El Siglo y analista político