Llevamos unos días en que no se habla de otra cosa, en la calle y en los medios de comunicación. Y, la verdad, no es para menos. Acabamos de sufrir una de las peores catástrofes naturales de las que ha sido víctima nuestro país. La peor, en lo que a mí me alcanza la memoria. La devastación ha sido tal y las pérdidas humanas tan cuantiosas que era difícil fijarse en ningún otro tema.
Pero la vida sigue, y más que va a seguir en este mundo nuestro caracterizado por la instantaneidad. Llegará otra noticia que capture nuestra atención y eso, unido al inevitable transcurso del tiempo, puede acabar haciendo que no se hable más de esta desgracia enorme que ha asolado mi tierra.
Y eso me preocupa, y mucho. Me preocupa que llegue el día en que, pasada la actualidad el momento, y analizados todos los aspectos, se pase página y el mundo se olvide de esto como se olvidan tantas otras cosas. Porque el momento habrá pasado pero los efectos durarán por mucho tiempo. Y la necesidad de ayuda, también. Y eso es lo que se ha de recordar.
Lo peor han sido, sin lugar a dudar, las pérdidas humanas. Nada ni nadie podrá devolver a ese padre, madre, abuelo, abuela, hijo, hija, familiar, amigo o amiga. Pero, como todo el mundo sabe, no solo se trata de su compañía. Esas personas podían ser el sustento de una familia, y al dolor por su marcha se unen otros problemas muy importantes.
Pero, además, están las terribles pérdidas materiales, que en muchos casos se unen a las humanas en los mismos perjudicados. Se han perdido casas enteras, y todo lo que contenían, se han perdido vehículos y se han perdido también negocios, dejando a los afectados además de sin nada, sin ninguna fuente de ingresos. Sin olvidar que en muchos casos se habrían hipotecado para sacar adelante ese negocio ahora echado a perder. Algo que no puede calificarse de otro modo que no sea el de ruina. De ruina absoluta.
Por eso no podemos olvidar. No podemos permitirnos que, pasada esta primera ola de solidaridad que ha sido el único consuelo para tantas personas, se vuelva a la vida de siempre como si no hubiera pasado nada. Porque ha pasado, y algo muy gordo. Y hay personas que necesitarán mucho tiempo para reponerse, si es que alguna vez lo hacen.
La vida sigue, desde luego. Pero no pude seguir como si nada hubiera pasado. Porque van a seguir necesitándonos. No lo olvidemos