Es una obviedad que una sociedad sólo puede ser democrática si es mínimamente culta. Sólo la cultura otorga el criticismo necesario para no dejarse someter ni manipular. Aunque vivamos en lo que llamamos “cultura de la información”, la realidad es que vivimos subyugados al ataque constante de noticias, mensajes o ideas que no buscan informarnos, sino mediatizarnos y resquebrajar las escasas reservas de nuestro sentido analítico, o, quizás, simplemente de nuestro más básico sentido común.

“Creo firmemente que todos los ciudadanos de las sociedades democráticas deberían hacer un curso de autodefensa intelectual para protegerse de la manipulación y el control, y así poder sentar las bases para una democracia mejor”, escribió Noam Chomsky en el prólogo de un libro del canadiense Norman Baillargeon titulado Curso de Autodefensa Intelectual. Es un libro que recomiendo porque es realmente un paradigma del librepensamiento y debería, en mi opinión, formar parte de la Educación básica de todo país que se diga democrático.

En la Educación está la clave de todo. Lo que se enseña, lo que se omite, lo que se manipula, lo que se adoctrina a los niños en su primera educación sienta muchas bases de los esquemas, de inquietud intelectual o de mimetismo e ignorancia, que les acompañarán siempre. Y la Educación en este país, como escuché hace tiempo en una entrevista a Pérez Reverte, está siendo desmantelada desde 1.936; y ya ha llovido. De tal manera que en el año 2018 estamos soportando el peso de una Educación sin Humanidades, sin Filosofía, con la religión de trasfondo, y con el pensamiento irracional, mítico y supersticioso que ello conlleva, en detrimento de la racionalidad y del método científico.

En esta tesitura no es nada extraño que nos encontremos con un nivel cultural de los españoles deplorable. Según datos de Eurostat, oficina de estadística comunitaria, España es uno de los tres países europeos en el que menos se lee y que menos gasta en libros y papelería, apenas un 0,7 por cien de desembolso en los hogares españoles en ese concepto. Estamos a la par de Malta y sólo por encima de Bulgaria y Grecia. No hace falta que nos lo juren. Se palpa. Quieren a tecnócratas incultos y acríticos; por eso suprimen la Humanidades.

Sin embargo, existen cargos, trabajos y circunstancias en los que se espera un mínimo de nivel que no tenga que ver solamente con el arribismo, la soberbia o el afán de hacer carrera o de medrar que parecen ser la hoja de ruta de muchos que se dedican a la política. La concejala de Ciudadanos, Amparo Picó, responsable de Cultura y Bienestar Social del Ayuntamiento de Valencia, no es tan joven, supongo, como para ser un ejemplo de alumnado de la LOMCE, pero podría serlo. Quizás se haya leído El libro gordo de Petete, pero muy poco más; y quizás haya sido una alumna aventajada en religión, pero clama al cielo la incapacidad lingüística que, sin exagerar mucho, queda a la altura de un preescolar, o de una persona sin formación alguna.

Lo que se enseña, lo que se omite, lo que se manipula, lo que se adoctrina a los niños en su primera educación sienta muchas bases de los esquemas, de inquietud intelectual o de mimetismo e ignorancia

En un mensaje que difundió a través de Twiter, haciendo referencia a las ayudas estatales que perciben determinados partidos políticos, Picó cometió unas faltas de ortografía sólo entendibles, ya digo, si se está cursando Preescolar. “Queremos que paren las sunvenciones y contratos menores del tripartito a entidades pancatalanistas”, escribió esta responsable de cultura. La cuestión es mucho más trascendente y densa de lo que parece a simple vista. La cuestión de fondo es que Ciudadanos es una formación política que, además de funcionar como un apéndice del PP bloqueando cualquier propuesta o iniciativa política que beneficie a los ciudadanos. aunque dicen ser muy patriotas y defender el españolismo con banderas en ristre, es un partido que parece nutrirse de cargos de dudosa integridad intelectual y, lo que es mucho peor, de acreditada mezquindad moral.

Y sabemos bien que la cultura no es exactamente formación académica, sino otra cosa, o mucho más. Se puede no tener títulos, y más ahora que sabemos que se compran con amiguismos y de saldo, y ser persona sensata e incluso cultivada; que entienda mínimamente, lo cual, tal como están las cosas, ya es una barbaridad. Pero, se tengan títulos o no se tengan, esas faltas de ortografía muestran incultura, aunque muestran incultura mucho más las ideas vertidas en esas palabras mal escritas, además de mucho populismo y mucha demagogia.

¿Se atreve la concejala de Ciudadanos a pedir que se supriman las subvenciones a partidos políticos catalanistas y no pide que se supriman las subvenciones estatales a la Fundación Francisco Franco, o a multitud de organizaciones nazis y de extrema derecha que promueven el odio, la intolerancia y el radicalismo, y que están proliferando de manera alarmante? Definitivamente, parafraseando de nuevo a Pérez Reverte en una entrevista en la que defendía la razón frente al fanatismo, “el peor daño de la humanidad son el fanatismo y la estupidez, cuando están aliados son devastadores, y frente a eso la cultura es el único antídoto”.