Les hemos subido los impuestos, estamos destruyendo la sanidad y la educación pública a marchas forzadas y acabamos de aprobar una reforma laboral a la que sólo le falta añadir que los obreros deben pagar al empresario cuando los despida, y ante todo eso ustedes siguen en la más absoluta pasividad. Entenderán que, ante su peligrosa actitud de desidia, los mercados, nuestros dueños y señores, no se crean que hacemos todo lo posible y la verdad es que ya se nos están agotando las ideas.
¿Qué les costaría a ustedes organizar una huelga general como Dios manda? ¿Saben el ridículo que está haciendo el bueno de Mariano después de haberse pavoneado ante sus colegas europeos de que nuestra reforma laboral era tan dura que iba a provocar una rebelión popular?
No quiero acabar la columna de esta semana con una amenaza, pero me temo que no nos dejan ustedes otra salida. Si no estallan de una vez y toman la calle con un mínimo de repercusión internacional, les aseguro que nos vamos a poner serios de verdad, un mes más así y suspendemos la liga de fútbol. Quien avisa no es traidor.
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