Cuando escribo esta columna en los últimos días de diciembre y con las vista puesta en el tan deseado 2021 (que muchos contemplan como si, por arte de magia, fuera a cambiar algo con el calendario) quiero dejar claro que soy consciente de las cifras. Que en los últimos 12 meses han fallecido en España oficialmente 48.926 personas por COVID-19, siendo casi 2 millones los infectados (a día 21/12). A nivel mundial son 1,69 millones de fallecidos y 76,8 millones de casos registrados (insisto, oficialmente y aumentando cuando leas esto).

Y si además de las vidas, hablamos de los empleos perdidos, está claro que aún son más los afectados por la pandemia. Con rebote o sin rebote, ya la ONU vaticinaba en junio que las cifras serían aún peores que las previsiones de 400 millones de parados provocados imputables a esa causa. Y sin embargo, ambos datos no dan como resultado el peor año de la historia, como lo definió la revista TIME en su portada.

Seamos sinceros, salvo que seas uno de los afectados directamente por salud o economía, (y yo perdí a un familiar directo en marzo) es más que discutible proclamar que hemos vivido el peor año de nuestras vidas. Me refiero como colectivo.

 

Como sociedad, estamos muy lejos de atravesar lo peor de lo peor. Olvidamos demasiado rápido y pensamos con el ombligo

Antes de intentar buscar argumentos en el pasado reciente, bastará con mirar a quienes no solemos tener en cuenta. Si finalmente llegamos, como todo apunta, a los dos millones de fallecidos por COVID-19 en 2020, igualará la cifra de muertes causadas por VIH, Paludismo y Gripe Estacionaria un año cualquiera. Hoy está en las magnitudes de la tuberculosis, enfermedad que mató a 1,4 millones de personas en 2019

¿Acaso hemos dicho alguna vez que vivimos el peor año de la historia por esos 3 millones de muertos por enfermedades?  Ya saben, la diferencia está en que ahora son problemas del primer mundo, o mejor dicho, que ahora afecta a todos los países y también a los ricos. No sé si unas vidas valen más que otras (SIC) pero entonces nadie definió 2019 como el peor de la historia.

Pero, como sé que esta comparación que ya se esgrimía al inicio de la pandemia, no gusta, utilizaré otra y me quedaré en España.

¿Crees que 2020 ha sido peor que 1936 y los siguientes? Tú has hecho cola en un supermercado abastecido unas semanas, mientras que nuestros abuelos hacían cola para un racionamiento en el que, además, se jugaban la vida por las bombas y la balas. Compara.

 

2020 ha sido un año malo, pero no el peor para millones de personas durante muchos años

El mundo ha vivido en el último siglo, y quedan supervivientes por todo el planeta que lo podrían contar, catástrofes innumerables. Otra pandemia de gripe en 1918 (con enorme similitud a la que vivimos ahora), dos guerras mundiales, (la última finalizada con una explosión nuclear), totalitarismos que acabaron con la vida de millones de personas… y como ya dije, enfermedades de todo tipo que matan cada año a más personas que esta gripe que aún estamos en vías de controlar. Pero lo haremos.

 

Decir que este ha sido el peor año, siendo malo malísimo, es una demostración de nuestro egoísmo y falta progresiva de capacidad de esfuerzo. No quiero ponerme filosófico ni moralista, tampoco quiero caer en tendencias buenistas, rollo coaching ni ser ingenuo. Pero si miramos hacia atrás, encontraremos también muchas cosas positivas que nos deja 2020.

Cosas para las que 2020 ha sido un buen año

Obligados por el coronavirus, hemos reflexionado sobre el sistema económico global y sus necesidades de reforma, y las hemos puesto en marcha. Hemos avanzado en la Transformación Digital saltando varios años, tal vez décadas, en un objetivo que junto al Desarrollo Sostenible ya estaba en las agendas. Hemos visto grandes ejemplos de altruismo y espíritu de colaboración de forma transversal, también entre enfrentados y competidores. Hemos aprendido a la fuerza que no hay nada más importante que la salud, tanto a nivel personal como en la economía y en la necesidad de garantizar la inversión pública que la haga universal. Hemos hecho un curso acelerado de mindfulnes y slow life, vivir despacio consumiendo local, que falta nos hacía a unos ciudadanos frenéticos que consumían casi más ansiolíticos que frutas y verduras. Hasta parece que las cifras de ahorro familiar son históricas, entre quienes mantienen los ingresos. Incluso hay negocios que han vendido más que nunca, porque nunca llueve a disgusto de todos.

Todo lo que quiero por Navidad es 2021   Campaña de Pepsi creada por la agencia Truant  London
Todo lo que quiero por Navidad es 2021 - Campaña de Pepsi creada por la agencia Truant London

Da igual la prisa que tengas por que llegue y lo rápido que te tomes las uvas. 2021 tardará en ser mejor que este maldito año que todos desean pasar de largo cuanto antes, como bromea esta campaña de publicidad de Pepsi. Tal vez muchos olviden todo lo reflexionado cuando la normalidad sea la de siempre. Seguro que las secuelas serán terrible y durarán mucho. Pero estoy seguro de que muchas cosas ya no serán como las conocíamos. Serán mejores. Eso ya hará que 2020 deje de ser considerado el peor de la historia y, paradojas, algún día recordemos que todo empezó precisamente ahora, y no en 2019 como pensaba hace ahora un año. Y si eso no nos hace dar las gracias por haberlo vivido, el hecho de que puedas estar leyendo esto ya es motivo para estar agradecido.

2020, has sido un año duro, pero los hubo peores. Y cuando pase la pandemia los habrá igual de malos para muchos pero no será portada.