A simple vista, el confinamiento al que nos obliga la crisis del Covid-19 podría parecer especialmente torturador para quienes sufren una adicción: en el limitado espacio de nuestra casa, la ansiedad puede comerle el terreno al ‘yo’ racional. Sin embargo, también es una oportunidad para que, quienes nos quieren, hagan de dique de contención, y recomponer relaciones. Hablamos con Lorena Sanz, psicóloga Directora del Centro Tratamiento Adicciones.

¿Pueden sufrir las personas con adicciones más estrés del habitual durante el confinamiento? En el confinamiento, la incidencia de la adicción y estrés dependerá del patrón de consumo previo, de la edad, las personas con quienes pasen estas semanas y si había iniciado tratamiento previamente. Para que una persona adulta pueda evolucionar positivamente, dentro de lo que entendemos como evolución positiva (hay que tener en cuenta que siempre mantendrá una relación adictiva con aquello a lo que es adicto, aunque deje de consumir), esa evolución siempre la favorecerá ir de la mano de su familia. En nuestro centro, abordamos las adicciones desde el ámbito familiar, e igualmente trabajamos sus rasgos de personalidad. En el caso de pacientes adolescentes, la familia participa en la intervención de manera activa, e igualmente lo intentamos con los pacientes adultos. Adultos que se encuentran en un abuso de sustancias, pero que todavía no han dado el paso a la adicción, no siempre involucran a sus seres cercanos, por sobreprotección y miedo a sus propios prejuicios. Hay dos tipos de adicciones: respecto a sustancias (alcohol, cocaína, cannabis…) y vinculadas a hábitos (compras, trabajo…).

La familia ejerce de escudo protector, ¿no? El perfil de paciente que mejor evoluciona es aquel que está arropado por su familia. Cuando una persona tiene una adicción, inicialmente la familia y los amigos ofrecen gran apoyo, un esfuerzo unido a un ideal de recuperación de su ser querido. A menudo, el desconocimiento de cómo evoluciona esta enfermedad, las recaídas, no suelen ser comprendidas, y suelen vivirse como traiciones por parte de amigos y familiares. El mensaje que llega a los pacientes es el de decepción. Parte del trabajo familiar que se realiza durante la intervención, es ofrecerle conocimiento, pautas de manejo emocional, que permitan no desgastarse, y permanecer al lado de quien necesita apoyo. En las adicciones hay distintas fases. Antes de pedir ayuda, suele existir cierta disfunción en la comunicación con los familiares, porque éstos quieren hacer llegar a su ser querido determinadas doctrinas sobre lo que debería o no hacer en base a lo que se espera de él, y ese mensaje no siempre llega limpio o no es bien recibido. Las familias, puede hallar en el confinamiento una buena oportunidad para reestablecer una adecuada comunicación, estableciendo nuevos hábitos, pequeños objetivos, mediante juegos… Recuperando lazos que se habían roto, curando heridas. Las familias que no han conseguido que la persona adicta inicie un tratamiento, ahora, seguramente persistan episodios de discusiones, reproches… Probablemente, en estas semanas, muchas familias descubran diferentes adicciones de sus hijos, por cambios de repentinos de humor, irritabilidad y ansiedad. Recomendamos a las familias iniciar la intervención, tener orientación profesional para guiarlas, establecer nuevos límites y nuevas vías de comunicación. Finalmente, el familiar adicto, termina acudiendo, e incluyéndose en la intervención. Será muy importante programar una adecuada vuelta a la rutina, una vez acabado el confinamiento, que en muchos casos será ser una vuelta a la adicción, pero en otros, una oportunidad de seguir avanzando en su vida, libres del consumo.

Y en aquellas personas que viven solas, la soledad puede ser un factor de riesgo, ¿no? Sí, vivir en soledad es ya, de por sí, un factor de riesgo para poder desarrollar algún tipo de adicción, más aún para mantenerla en el tiempo y agravarla. Estos días pueden intentar reiniciar esos contactos perdidos, por ejemplo, con videollamadas, aunque que sean cortas. También es recomendable que hagan ejercicio, por ejemplo paseando por la casa, aunque puede bastar con una serie de estiramientos de entre tres y cinco minutos cada uno, ya que muchas personas que viven solas tienden a moverse menos. Con todo, es verdad que estas personas que están solas seguramente vayan a continuar su adicción. Adultos o jóvenes emancipados, en muchos casos por sus propios padres cuando la convivencia se hace insoportable, suelen tener sustancias para continuarla. La gente que se dedica a suministrar todo tipo de drogas lo hace durante todo el día ofreciendo su servicio en quince minutos, y está actividad de distribución se verá reducida con los controles del Estado de Alarma, de la misma manera que se ha reducido la delincuencia, pero posiblemente encuentren la forma de mantener su reparto, y al mismo tiempo, encarezca su coste.

Supongo que, cuanto más adictiva sea la sustancia, más difícil será la cuarentena. Puede que las personas que peor lo lleven sean jóvenes con adicción al cannabis, porque este afecta a funciones como la memoria y provoca más ansiedad. Para las personas que consumen cocaína, será también complicado, pero los efectos de este consumo se pasan con las horas, entre 24 y 72 horas la droga deja de estar en el cuerpo, por tanto, puede que tenga náuseas, irritabilidad o sudoraciones durante muchos días, pero lo que solemos llamar mono no lo traspasará más de una semana, aunque sí les llegará la ansiedad por la necesidad de consumo, por un hábito o patrón adquirido en la relación con su entorno. Y es que, aunque estén en casa, el entorno exterior lo seguirán percibiendo: en el móvil, en las personas con las que convivan, en las noticias… Y son esas situaciones y emociones que les recuerdan lo que viven ahí fuera las que no pueden manejar, y esto les generará ansiedad y angustia.

¿Qué adicciones son las más habituales entre las que tratáis? En adultos, cocaína y alcohol. Y en menores, cannabis, drogas de diseño y nuevas tecnologías, aunque esto último, en nuestro centro, lo vemos menos.

Los vínculos telemáticos de estos días pueden ser un factor de riesgo para los adictos a Internet o los videojuegos, ¿no? Sí, son factores de riesgo las nuevas tecnologías y los juegos online que tenemos a nuestra disposición, pueden afectar a la ludopatía, y también las compras compulsivas, ya sean de elementos de necesidad o de no necesidad (la necesidad la creamos nosotros). El transporte sigue activo y las compras online siguen estando a nuestro alcance.

La adicción a las compras es algo, además, ¿difícil de reconocer? Siempre. Seguro que todos podemos recordar a alguien cercano que compra en exceso, y lo tachamos de caprichoso. Ese hábito esconde una necesidad emocional, que la persona cree va a cubrir con las compras. Las adicciones van muy relacionadas con patrones de ansiedad vinculados a relaciones poco equilibradas o saludables: nuestra naturaleza es eminente social, y todas las dimensiones emocionales y la forma de gestionar nuestros afectos gravitan en torno al otro. Por todo esto, incluso el trabajo es susceptible de ser adictivo.

¿Qué pautas genéricas podríamos recomendar para intentar paliar la ansiedad que le puede provocar el confinamiento a una persona con adicciones? Lo que la va a ayudar va a ser tener cada día unas actividades previstas. Es mejor que sean pocas, una cantidad racional. Además, en este aislamiento vamos a sufrir una gran preocupación por lo que ocurre fuera, lo vamos a seguir por la prensa o redes sociales, y aunque, para evitar sumar ansiedad, suele recomendarse mantenerse un poco aislado del exterior, en este caso es más complicado por lo mucho que está en juego. Pero intentemos planificarnos los tiempos para hablar con nuestros seres queridos, informarnos sobre cómo evoluciona la infección, dejarnos algunos tiempos de descanso y desarrollar quehaceres. Mucha gente dice que este tiempo es óptimo para ponernos al día, pero ese ponernos al día seguramente no llegue nunca, porque son demasiadas las cosas pendientes, y tampoco estamos en el momento ideal para hacerlo en estos días, por todos estos condicionantes que intervienen en este estado de alarma. Lo ideal sería fijarnos un horario y generar unas rutinas, que podríamos colgar en el frigorífico, punto neurálgico de cada casa, o en la puerta del dormitorio. Las personas con adicciones suelen tener dificultades de concentración entre otras, por eso será más útil una lista de tareas razonable. Elaborar un horario con pequeñas tareas, fácil de cumplir, en el que integremos tiempo para hablar con nuestros seres queridos, dedicar tiempo de calidad y estrechar lazos con quienes convivimos, volver a disfrutar de ellos. Recuperar antiguos hobbies, preferiblemente manuales, ya que estimulan los núcleos de recompensa del cerebro. Cumplir objetivos razonables, nos hará sentirnos nuevamente valiosos y suficientes.

¿Y el síndrome de abstinencia? Dura entre 24 y 72 horas. Además de ansiedad e irritabilidad, suele desarrollarse insomnio, bajo estado de ánimo, y alteración en el apetito. En el momento en el que no podamos descansar adecuadamente, suelen alterarse el resto de funciones básicas, y por supuesto, la convivencia.

¿Echáis en falta alguna medida pública específicamente aplicable a las personas con adicciones? Nuestro centro es de régimen privado. Si echamos de menos no poder llevar a cabo los controles de consumo semanales. Esto ofrece compromiso las personas con su adicción, y por otro, ofrecer tranquilidad y seguridad a las familias. Muchas de ellas tienen pruebas en su domicilio y seguirán con ellos. Sin embargo, manejar un resultado positivo de consumo, se gestionará peor en estas condiciones de crisis, pudiendo agravar las relaciones ya de por si debilitadas.

En estos días, ¿estáis manteniendo los tratamientos por vía telemática? En personas que van de catorce años a la edad adulta, resulta sencillo continuar la intervención por vía telemática: Hangouts, Skype… Y, en caso de quien no tiene ordenador, por videollamada de Whatsapp. En otros contextos sería un sistema impensable, porque no cumple los requisitos de protección de datos, pero en esta situación de crisis y emergencia tenemos que priorizar. Este sistema es positivo porque la intervención avanza. Sin embargo, no todas las familias y parejas tienen intimidad en este confinamiento en el que nos encontramos. Por mi experiencia, cuando ya ha habido un contacto personal previo en consulta, y hemos generado un vínculo, y las familias y pacientes se agarran a él. La Telepsicología, cada día, está más presente en nuestros días, y estas semanas, pasa a examen en cada una de nuestras profesiones.