Todo lo que hacemos repercute en nuestro organismo. Y todo lo que somos también. Nuestra forma de ser se relaciona directamente con nuestra salud. Si somos personas iracundas, ojo, porque la estamos poniendo en riesgo. 

Es lo que acaba de comunicar la Asociación Americana de Psicología de Estados Unidos. Los episodios de ira son más perjudiciales para nuestro organismo que incluso la tristeza. Y así, las personas que tienen problemas para controlar su irascibilidad tienen más problemas médicos y podrían vivir menos. 

La clave es que los episodios de ira son percibidos por el organismo como una amenaza. Todos los sentidos se activan y el cuerpo se pone en alerta. Recurrir a este fenómeno con frecuencia termina por desgastar nuestro organismo. 

Mejor triste que enfadado

En cada arranque, ciertos órganos internos se inflaman. Y ahora los especialistas no tienen duda de que esas inflamaciones frecuentes están relacionadas con enfermedades crónicas graves

Para llegar a estos resultados analizaron los hábitos, respuestas y reacciones fisiológicas de 226 individuos de avanzada edad. Así comprobaron que aquellos que se declaraban más propenso al enfado, que tenían ataques de ira casi diarios mostraban más rastros de degradación a causa de la inflamación prolongada de sus órganos internos. 

La gran diferencia con la tristeza, que es el otro sentimiento analizado en su relación con la salud, es que esos estados melancólicos no generan una inflación interna igual. Incluso, afirma el estudio, esa tristeza podría ser beneficiosa al relacionarse con la reducción de la ira. Cuando uno acepta, aunque sea triste, que su cuerpo no puede ya atender a ciertas exigencias, es mejor entristecerse que enfadarse.