Tras una prolongada disminución en las tasas de suicidio a nivel nacional, un preocupante repunte ha impactado a Estados Unidos a partir de finales de la década de 1990, persistiendo hasta la actualidad. En el año 2022, casi 50.000 personas decidieron poner fin a sus vidas en EEUU, marcando un aumento del 3% en comparación con el año anterior.

Analizando las causas para encontrar soluciones

Expertos académicos, en busca de explicaciones para esta tendencia inquietante, han explorado diversas causas, desde el deterioro general de la salud mental hasta la creciente influencia de las redes sociales y el acceso expandido a armas de fuego. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Colorado en Boulder arroja luz sobre dos factores sorprendentes que podrían ser clave en este preocupante aumento.

El acceso extendido a opioides recetados, potencialmente mortales, ha facilitado que las mujeres, en particular, tomen decisiones trágicas sobre sus vidas. Además, la disminución de una red de seguridad federal durante periodos económicos difíciles también ha contribuido al incremento de las tasas de suicidio en la población adulta, según revela este estudio.

El acceso extendido a opioides recetados, potencialmente mortales, es una de las causas apuntadas.

 

Estudio en profundidad de millones de muertes

Daniel Simon, candidato doctoral en el Departamento de Sociología y afiliado de investigación del Institute of Behavioral Science, y Ryan Masters, profesor asociado de sociología, lideraron este análisis exhaustivo. El estudio, publicado en el Journal of Health and Social Behavior, examinó registros de más de 16 millones de muertes entre adultos estadounidenses desde 1990 hasta 2017. Al segmentar las casi 600,000 muertes por suicidio envenenamiento intencional versus métodos no envenenamiento, surgieron patrones notables en los datos: en 1997 y 2007.

Las mujeres de 40 a 55 años se vieron especialmente afectadas."

 

En el año 1997, justo después de la introducción del opioide de acción prolongada OxyContin en el mercado, desencadenando la crisis de opioides, las tasas de suicidio entre mujeres por envenenamiento (el método preferido por ellas) comenzaron a aumentar aproximadamente un 2% anual hasta 2017. Este aumento contrastó con la disminución del 3% anual registrado en la década anterior. Las mujeres de 40 a 55 años se vieron especialmente afectadas.

Una realidad que ha sido subestimada

Simon señala que hacia finales de la década de 1990, el método que las mujeres solían considerar para poner fin a sus vidas se volvió más potente y accesible, con consecuencias devastadoras. Los estados sin programas de seguimiento de medicamentos recetados experimentaron los mayores aumentos en las tasas de suicidio de mujeres por intoxicaciones.

El estudio concluye que la mayor disponibilidad de opioides y otros medicamentos recetados, como las benzodiacepinas, fue la única responsable de impulsar las tasas de suicidio por intoxicación en mujeres entre 1997 y 2006, después de controlar otros factores. Esto destaca la conexión directa entre la aprobación, el fácil acceso y la prescripción excesiva de analgésicos opioides y las tasas de suicidio femenino, una realidad que ha sido subestimada en los debates sobre la epidemia de opioides.

El factor económico y la menor protección social

Otro hallazgo revelador del estudio se relaciona con la red de seguridad federal. Entre hombres y mujeres, las tasas de suicidio sin envenenamiento se mantuvieron relativamente estables durante las décadas de 1990 y 2000. Sin embargo, en 2007, al inicio de la crisis inmobiliaria y financiera que desencadenó la Gran Recesión, estas tasas se dispararon y continuaron aumentando. Las tendencias variaron desde el 2% anual entre hombres negros hasta el 9% anual entre mujeres indias americanas/nativas de Alaska, persistiendo mucho después de que la recesión disminuyera.

Durante la Gran Recesión en EEUU, se priorizó la estabilización del mercado y se recortó en programas federales de vivienda y desarrollo urbano".

Al examinar indicadores financieros estatales, los autores encontraron que las tasas de suicidio estaban estrechamente vinculadas a cambios en las condiciones económicas, como el estancamiento de salarios, mayor desempleo y aumento de la pobreza. A diferencia de Suecia, donde durante una crisis económica masiva en la década de 1990 las tasas de suicidio no aumentaron debido a inversiones gubernamentales en programas de redes de seguridad social, en Estados Unidos, durante la Gran Recesión, se priorizó la estabilización del mercado, con una inversión de 2 billones de dólares en el sector bancario y recortes de 3.800 millones de dólares en programas federales de vivienda y desarrollo urbano.

Masters destaca que las crisis económicas no siempre se asocian con aumentos en los suicidios y resalta la importancia de medidas agresivas para aliviar la carga financiera de las personas. Desafortunadamente, durante la Gran Recesión y la lenta recuperación posterior, esto no ocurrió, dejando a las personas más vulnerables a factores estresantes económicos y probablemente contribuyendo al aumento de las tasas de suicidio.

Factores estructurales en el suicido

Los autores enfatizan que, si bien existen factores psiquiátricos y sociales que aumentan el riesgo de suicidio individual, su investigación resalta la presencia de "determinantes estructurales" más amplios en este riesgo. Subrayan la necesidad de intervenciones institucionales a nivel elevado para abordar la crisis, junto con la importancia de proporcionar empleo y atención médica adecuados como herramientas fundamentales de prevención del suicidio. En palabras de Simon, "darle a una persona un trabajo o atención médica adecuada también puede ser una herramienta de prevención del suicidio". Este estudio plantea una llamada urgente a la acción para abordar estos factores subyacentes y trabajar hacia soluciones integrales que protejan la salud mental de la población.

En España, existe un teléfono del Ministerio de Sanidad de ayuda frente a las conductas suicidas, no dudes en usarlo llamando al 024

Fuente: CU Bulder

Imagen de Ryan McGuire en Pixabay.