Una profesora ha publicado un hilo en Twitter donde ha reivindicado las notables diferencias para la experiencia del alumnado entre diferentes destinos a la hora de organizar un viaje de estudios poniendo como ejemplo el último que ha realizado con su centro educativo. “Acabo de volver y puedo constatar que no es lo mismo llevarlos a una ciudad como Granada que a cualquier secarral a tirarse por tirolinas”, ha comenzado con su relato para pasar a enumerar “una serie de cosas que han sucedido, además de flipar con la Alhambra y el Parque de las Ciencias”.

La maestra, que trabaja en la educación pública según la descripción de su perfil en Twitter, ha defendido las visitas culturales a lugares que realmente despiertan el interés de los más jóvenes “por mucho que diga la gente que da igual dónde los lleves”. “El estímulo cultural que han tenido estos críos durante tres días, escuchando con atención a los guías, mirándolo todo con admiración y preguntando hasta la saciedad no se da en cualquier sitio”, ha explicado la profesora, terminando con un “ha merecido la pena”. Durante la visita a Granada, sus alumnos “se han encontrado con un cuadro flamenco con su bailaor y bailaora en Plaza Nueva” y “han mirado con curiosidad desde el escaparate al lutier del Realejo mientras este trabajaba y han comentado que la ‘seño’ de música ya les había explicado qué era un lutier”.

Entre otras experiencias, la docente también se ha enorgullecido de que los estudiantes hayan “reconocido en unos grabados partes de la Alhambra” que habían visitado anteriormente y hayan “gestionado su dinero durante tres días”. “Han escuchado embobados a un chaval que se sentó al piano de cola que tienen en el Parque de las Ciencias. Tendríais que ver sus caras rodeando al chaval y el aplauso final. Nunca habían visto a nadie tocar el piano tan bien, en directo y desde tan cerca”, ha revelado la profesora sobre este viaje a Granada.

Y no solo eso, sino que la maestra también ha enseñado a su alumnado los aspectos positivos que aporta un paseo a pie: “Han visto y sentido en sus carnes cada una de las callejuelas por las que los he metido. Me los bajé andando de la Alhambra”. Además, la profesora ha puesto de relieve las experiencias que han vivido “con personas de diferentes nacionalidades”, procedentes incluso de países de otros continentes como Tailandia, tras coincidir con ellas “en un hostel” o en el monumento más icónico de la ciudad. De hecho, ha expresado que “para niños que viven en un pueblo sin buses urbanos fue toda una aventura” montar en este tipo de transporte “para moverse por la ciudad”, al mismo tiempo que “aprendieron que cuando se viaja en grupo el ‘yo’ se convierte en ‘nosotros’ y que lo que uno quiera o le apetezca no tiene por qué coincidir con lo que vayamos a hacer”.