“Cuando alguien nos llama la atención le queremos lanzar una última mirada, aunque se aleje”. Esta frase, tan clarividente como cuidada responde a una sensación que todo el mundo ha sentido alguna vez. La diferencia por la que la escena -que bien podría formar parte de una canción de Joaquín Sabina o un libro de Elísabet Benavent- se ha hecho viral en las últimas horas es que no la protagoniza el redactor de estas líneas ni ninguno de sus lectores, sino la princesa Leonor, concretamente en el besamanos del pasado 12 de octubre, Día de la Hispanidad.

Elplural.com no es ajeno a la foto del momento y ha querido ir un paso más allá de las redes sociales, analizando la complicidad entre la hija de los reyes Felipe VI y Letizia para con su compañero de la Academia Militar de Zaragoza. Una imagen que, sin duda, vale más que mil palabras y que ha provocado todo tipo de teorías, muchas de ellas en torno al amor.

Análisis no verbal del besamanos

Evidentemente, el grueso del trabajo no lo ha hecho este medio, a quien se le escapa este tipo de situaciones más allá de lo que puedan hablar en el café de la mañana y la hora de comer con mucha gracia y un toque de nostalgia, sino un experto en comunicación no verbal, José Luis Martín Ovejero. El especialista en oratoria analizó varios momentos del desfile y los instantes previos y posteriores de la fiesta nacional, también el que más comentarios ha suscitado en X, el antiguo Twitter.

El asimismo profesor del Centro de Estudios Financieros ha facilitado a este periódico un análisis de la fotografía propiciada por la princesa y sus padres, así como con dos compañeros. Lo primero que el analista tiene claro es que la complicidad de Leonor es mayor con el primero de ellos que con el segundo quien, todo sea dicho, parece disfrutar bastante el momento entre la pareja.

Ovejero se detiene antes de nada en la mirada de los reyes que, aunque a veces se nos olvide, no dejan de ser padres y, en consecuencia, actuar como tal fuera de la realeza. “Cuando el joven da la mano a la princesa, los reyes la miran con una sonrisa que destaca una relación especial entre ambos”, apunta.

Ahora bien, ¿cómo de especial? Imposible saberlo. “No lo sé, pero es evidente que se diferencia de la del resto”, deja claro el igualmente autor de Miénteme… si te atreves (editorial Aguilar). Y añade: “La cara del joven también es de nota”. En esta segunda, el especialista detiene la imagen en esa “sonrisa apretando los labios como muestra de contención”: “Parece claro que es de felicidad”.

A continuación, subraya ese “último instante” en el que Felipe VI mantiene la pose y que tanto comentarios también ha suscitado. Cuando “mira a la princesa mientras ella gira su cabeza para volver a mirarle” (al compañero). “Es también para destacar”, dicta. Porque “cuando algo o alguien nos llama la atención, evidentemente para bien, le queremos lanzar una última miradita, aunque se aleje de nosotros”.

Complicidad con los compañeros

El entrañable momento con los dos compañeros ha dado mucho de qué hablar, para bien. De hecho, hay quienes ciernen las sospechas de algo más que amistad sobre el primero; y quienes hacen lo propio sobre el segundo. El experto lo tiene claro: existe más complicidad con el primero.

Al margen, ha trascendido en las últimas horas que el otro compañero tiene novia. En la línea de desmentir las hipótesis, hay quienes han explicado el por qué de las risas y demás muestras de cariño con este.

Una de ellas ha sido Annita Ruiz en el programa Fiesta, quien apunta que la pareja del segundo chico está un poco “sorprendida” con los comentarios. “Estaba ese chico y además otro más y una chica. Son sus mejores amigos de la academia. Ha sido por la sorpresa de que estuvieran invitados al acto. Son cadetes de primer año que no suelen estar invitados al acto y de ahí la cara de sorpresa de la princesa", apunta; y añade que las caras cómplices con “porque habían preparado esta sorpresa” y fruto de que la princesa “estaba nerviosa por la parte posterior al acto, en el que pensaba que no iba a conocer a nadie”.

Sea como fuera, y aunque no tiene por qué haber nada más que amistad entre ellos, el salseo está servido y el momento queda ya para el recuerdo. En cualquier caso, si se permite el símil con el término futbolístico, la instantánea es de VAR.