Rachel Kennedy, una joven británica que por aquel entonces tenía 19 años, tuvo la fortuna de acertar la combinación ganadora de siete números del sorteo de Euromillones, un juego de lotería por el que apostada todas las semanas. El premio que ganó era de 182 millones de libras (unos 210 millones en euros), convirtiéndose así en millonaria, pero convirtió un error “absurdo” que le privó de ganar semejante cifra que cambiaría su vida para siempre

Tanto Rachel como su expareja, que habían comprado el boleto premiado el 26 de febrero de 2021, vieron su sueño truncado por un error bancario. La combinación ganadora fue 6, 12, 22, 29 y 33, con los números estrellas 6 y 11, y esta combinación la habían repetido las cinco semanas anteriores. Para mayor comodidad, la pareja, que había comprado la papeleta por internet con el objetivo de repetir sucesivamente la misma serie numérica en sus apuestas, domicilió de forma bancaria el cargo.

Pero fue esta idea la que le arrebató la bestial cantidad de dinero que habrían podido ganar, ya que cuando estaban celebrando el premio recibieron la llamada de la Lotería Nacional de Reino Unido para advertirles de que ni ella ni su novio habían realizado la compra de ningún boleto para este sorteo del que se creían ganadores.

Y es que la apuesta que tenían automatizada no pudo llegar a efectuarse porque el pago había sido rechazado porque la cuenta bancaria que tenían asociada no disponía de los fondos suficientes para la realización del pago. Fue a Rachel a quien se le olvidó recargar su monedero virtual, por lo que el sistema de cobro no pudo efectuar el pago para la apuesta semanal.

“Ya me estaba imaginando la casa y el coche de nuestros sueños, creo que me estaba dejando llevar un poco”, reflexionó Rachel ante The Sun. “Llamé al número pensando que había ganado 182 millones de libras y me dijeron 'sí, tienes los números correctos, pero no tenías fondos en tu cuenta para pagar el boleto, así que en realidad no se hizo efectivo”, añadió.

Por su parte, Liam, su expareja, confesó: “Se me rompió el corazón cuando escuchamos al hombre del teléfono decir que en realidad no habíamos comprado el boleto”.