Si una de las funciones principales de los impuestos es redistribuir la renta para reducir las desigualdades, no parece que los gobiernos españoles hasta 2017 hicieran muy bien los deberes. Así se desprende del capítulo ¿Se adapta el sistema fiscal español a la demanda social de redistribución? del libro Desigualdad y pacto social, impulsado y publicado por El Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”. En él se analizan las condiciones que están ensanchando la brecha de desigualdad y las posibles soluciones a esa situación.

El impacto del sector público es redistributivo

Impacto del sector público

“El impacto que tiene la actuación del sector público, vía impuestos, transferencias y gastos, es redistributivo”, explica José María Durán Cabré, profesor de la Universidad de Barcelona e investigador del Instituto de Economía de Barcelona, autor del artículo junto a su compañero en ambas instituciones, Alejandro Esteller.

Sin embargo, sus conclusiones apuntan a que, en el período que han analizado -entre 2004 y 2017-, ese efecto de reducción de la brecha entre distintos segmentos de la sociedad no ha sido tan eficaz.

La desigualdad económica ha aumentado desde la crisis financiera de 2008

Redistribución

“Analizamos el papel que tiene el sector público en la desigualdad”, detalla Durán. “Se tienen en cuenta los impuestos, el impacto del gasto público más directo, vía transferencias monetarias; y el que se produce en especie, podríamos decir [educación, sanidad, etc.]”.

La conclusión es que la brecha económica ha aumentado en España especialmente desde la crisis financiera de 2008. A pesar de la recuperación económica, la brecha entre quienes disfrutan de mayores ingresos y quienes no, sigue siendo amplia, lo que ha generado una creciente demanda social de redistribución.

“En este contexto, el sistema fiscal del país se enfrenta al desafío de adaptarse y responder a estas demandas para garantizar una mayor equidad social y económica”, afirma Durán.

El efecto redistributivo no se correspondía con la mejora económica

Crisis y recuperación

“Es habitual que el efecto redistributivo de los impuestos vaya variando en función del ciclo económico”, razona el investigador. Sin embargo, sus datos apuntan a una situación diferente: “Lo que vimos es que, a partir de 2008, entramos en recesión y después la economía se va recuperando. Pero el efecto redistributivo, que debería crecer cuando también lo hace la economía, no iba en esa misma línea”.

De hecho, para Durán “quizá es lo más peculiar que encontramos, que esta relación que suele haber entre el ciclo económico y el impacto de los impuestos a mayor crecimiento, no se producía”.

Nos explica que la configuración del impuesto sobre la renta, que es progresivo, “suele ser más redistributivo”. Pero, “cuando ya la economía se empieza a recuperar, no observamos eso”.

España se sitúa en unos niveles más elevados de desigualdad

Comparación

En la comparación con otros países de nuestro entorno, “España al principio se encuentra en una situación intermedia y después de que se produzca esta actuación del sector público, se sitúa en unos niveles más elevados de desigualdad”.

Los autores sostienen que, a pesar de su progresividad, el sistema fiscal español no logra reducir significativamente esa brecha. Esto se debe a una combinación de posibles factores, como una recaudación insuficiente de impuestos, un aumento en el peso de la imposición sobre el consumo, y la falta de recursos para políticas públicas efectivas.

Como indica el propio Durán, “pensamos que una causa puede ser el nivel de la imposición global”. Es decir, por un lado hay que tener en cuenta que los impuestos sean progresivos; y, por otro, de su volumen total (el tipo medio o presión fiscal).

La presión fiscal depende de dos variables: “Una podríamos decir que está en manos del gobierno, que son los tipos impositivos de los impuestos. Pero también depende de las bases de la economía: que se consuma más, que haya más beneficios, salarios…”.

Exigencia

Otro punto que analiza su investigación es “cuál es la demanda que los ciudadanos españoles tenemos sobre la desigualdad y, en concreto, la redistribución”.

Durán explica que, aunque no hay estimaciones concluyentes al respecto, “una sospecha que puede haber es que dependa del nivel de desigualdad. Por ejemplo, en Dinamarca, claramente la demanda de redistribución es muy baja. Quizá es porque como allí hay menos, no es necesario demandarla”.

Lo que sí podemos es “concluir que en España hay una demanda que parece no estar satisfecha. Y podemos sospechar que el hecho de que tengamos una demanda de las más elevadas de la Unión Europea es precisamente porque no se acaba de satisfacer esa redistribución”.

Según se desprende de la investigación, el debate sobre la justicia fiscal en España se encuentra en un punto crítico. La creciente brecha económica y las demandas sociales por una mayor redistribución requieren una respuesta efectiva y adaptada por parte del sistema fiscal.

Aun así, en última instancia, el sistema fiscal es solo una parte del rompecabezas en la lucha contra la desigualdad. Para lograr una mayor equidad social y económica, es necesario abordar otros aspectos, como la educación, el empleo, la vivienda y la protección social. Solo mediante un enfoque integral y sostenido, que incluya la reforma del sistema fiscal, será posible enfrentar el desafío de la desigualdad en España y garantizar un futuro más justo y equitativo para su ciudadanía.