Es un debate bastante habitual el de si los españoles tenemos un excesivo apego por la inversión en vivienda frente a la que destinamos al mundo financiero (cuentas corrientes, bonos, bolsa…). Claramente gana la vivienda con el 80% de nuestra riqueza destinada al ladrillo frente al 20% de los productos financieros. Es más, el 45% de los españoles cuenta con otras inversiones inmobiliarias distintas a su vivienda habitual, como son segundas residencias, garajes, etcétera.

También esta controversia surge entre tener una vivienda en propiedad u optar por el alquiler. Es más, numerosos expertos consideran que estamos muy escorados frente a los parámetros europeos donde, por lo general, vence la vivienda de alquiler sobre la adquirida. La movilidad laboral es uno de los argumentos que se esgrimen en favor del alquiler y también la pesada carga de la hipoteca, muchas de ellas en los 30 años e, incluso, más.

Hace unos días, el Observatorio del Ahorro Familiar en el que participan la Fundación Mutualidad de la Abogacía y la Fundación IE, ha elaborado un estudio de cómo está afectando a la capacidad de resistencia de las familias españolas la propiedad de la vivienda en relación con la dura crisis que atravesamos que ha elevado el número de parados a 4 millones, además de los sujetos aún por los ERTES (Expedientes Temporales de Regulación de Empleo).

Uno de los datos más llamativos de este estudio es que casi el 80% de las familias sin propiedades inmobiliarias afrontan la crisis de Covid 19 por debajo del umbral de subsistencia. El inmueble se convierte así en un parapeto en situaciones complicadas, siempre que la vivienda ya esté pagada y no soporte hipotecas grandes. Aún en estos casos, el valor de la vivienda descontada la hipoteca pendiente se convierte en un activo para soportar una situación de dificultad económica.

Una protección para las crisis que está en el ADN de las familias españolas como forma de soportar una economía mucho más sensible a las crisis, en esta crisis del Covid-19 por su dependencia del sector turístico y su baja industrialización que ha ido mermando década tras década. Pero para ver los bruscos vaivenes de nuestra economía basta con hacer un poco de historia frente a una Europa mucho más sólida en la marcha de sus crecimientos.

Así, se desprende del estudio que son las familias de los países más ricos las que, en aparente paradoja, se decantan por el alquiler frente a la propiedad.  El ranking europeo de hogares con mayor inversión inmobiliaria lo encabezan España y Portugal, donde alrededor de un 80% de familias tiene algún tipo de riqueza inmobiliaria, seguidos de Bélgica e Italia con un 72% y 71%.

A la cola del ranking, y con gran diferencia, se situarían Francia y Alemania, donde, respectivamente, solo el 62% y 50% de los hogares tiene algún tipo de inversión en el sector inmobiliario. Los resultados de este trabajo muestran que los hogares que no son propietarios están expuestos a una mayor vulnerabilidad financiera en todos los países. Así, en Alemania, casi el 80% de los hogares vulnerables no tiene ninguna propiedad inmobiliaria, situación que contrasta con Portugal y España, con un 33% y 37% respectivamente.

Dar el paso a la compra de vivienda debe hacerse con mucha cautela, previendo situaciones complicadas al albur del momento económico. Nunca se aconseja que la hipoteca supere el 30% de los ingresos de la familia. Recomendaciones que no se siguieron durante el boom inmobiliario de comienzos de los 2000. El último dato ofrecido por el Instituto Nacional de Estadística (INE) apunta a un aumento de las ejecuciones hipotecarias durante el pasado año de dura pandemia del 37% en el caso de la vivienda habitual hasta las 7.367. ¿Adivinan de cuándo eran las hipotecas que se firmaron y que ahora han terminado en ejecuciones hipotecarias? Casi la mitad, entre 2006 2008.