Malas noticias para aquellos españoles que decidan suscribir una nueva hipoteca ya que, ante la crisis hipotecaria impulsada por la subida de tipos del Banco Central Europeo (BCE) y la pérdida del poder adquisitivo causada por la inflación, las entidades españolas se están viendo forzadas a endurecer el tipo medio de las hipotecas que durante febrero rozó el 3,6%, el mayor nivel desde abril del 2012 de acuerdo con los datos del Banco de España.

De esta forma, el tipo medio de los préstamos hipotecarios a más de tres años para la adquisición de vivienda libre concedidos por las entidades en España subió por undécimo mes consecutivo, hasta el 3,585%, frente al 3,345% registrado en enero. Un año antes, el tipo medio era sensiblemente menor, del 1,418%.

En concreto, la subida del tipo medio se produce en un contexto en el que el Euríbor, el índice al que se encuentran referenciadas la mayoría de las hipotecas españolas, no deja de subir aupado por el endurecimiento de la política monetaria que están acometiendo los bancos centrales con el objetivo de doblegar la curva de la inflación. El índice cerró el mes de febrero en el 3,534%, por encima del 3,337% registrado en enero, continuando con la tendencia de subidas que inició a principios de 2022.

Por su parte, el tipo medio de los préstamos hipotecarios entre uno y cinco años para la adquisición de vivienda libre concedidos por las entidades de crédito en la zona del euro subió al 3,340% (referido al mes anterior), frente al 3,160% previo.

La caída de las firmas de nuevas hipotecas

La situación ha cambiado drásticamente en poco más de un año. Donde antes existía una pugna comercial entre las distintas entidades para ofrecer hipotecas, ahora se han denegado en lo que va de año el 22,7% de los créditos hipotecarios de acuerdo con diversos estudios.

La gran incertidumbre provocada por la crisis inflacionista ha llevado a las distintas entidades bancarias a exigir un mayor nivel de ahorro para aquellas personas interesadas en suscribir una nueva hipoteca. Muchas personas directamente han cejado en su empeño de buscar piso, la razón no es otra que el deterioro de los ingresos reales provocado por las crisis inflacionista.

Desde el pasado septiembre del 2022, donde se firmaron 44.119 hipotecas de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), una cifra que ya descendió a finales del mismo año hasta los 30.075 solicitudes.

El auge de las hipotecas variables

En cuanto al tipo hipotecario (fijo o variable), desde el 2015, las hipotecas a tipo variable, con una cuota sujeta al índice de referencia, han ido descendiendo. Hasta que en enero de 2021, la tendencia terminó de invertirse superando las hipotecas a tipo fijo, a las de tipo variable. Una tendencia que se ha ido reforzando, especialmente tras el estallido de la guerra de Ucrania, la crisis inflacionista y la respuesta de los bancos centrales que han empujado al Euríbor a subir.

Lo que también ha ayudado a impulsar el cambio son las medidas impulsadas desde el Ejecutivo para paliar a la población más vulnerable que ve imposible hacer frente al pago de su préstamo hipotecario. En concreto, el pasado día 9 de marzo, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño anunció que ya se habían recibido más de 9.000 peticiones de usuarios para adscribirse al Código de Buenas Prácticas que se aprobó a finales de año.

No obstante, a pesar de que las solicitudes quedan aún hoy lejos de las previstas por el Gobierno, la coyuntura del mercado de trabajo y la buena evolución de las cifras de empleo, han proporcionado “una basa más sólida para las familias”. Algo que se ha sumado, al fortalecimiento de las finanzas de las familias gracias a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la revalorización de las pensiones y el cheque de 200 euros puesto en marcha por Hacienda.

En concreto, dicho código impulsado por el Ministerio de Economía , del que cabe destacar que no está suscrito por la totalidad de las entidades, recoge la aplicación de una carencia de capital, de forma que el cliente solo pagará la parte proporcional a los intereses de la hipoteca durante el tiempo que dure la carencia retomando después la cuota habitual y la ampliación del plazo de amortización que permite extender durante más tiempo el tiempo en el que se debe devolver la deuda y, en consecuencia, que las cuotas mensuales sean más pequeñas y fáciles de asumir.