Los sindicatos han salido a la calle este jueves 3 de noviembre para reclamar la subida de los salarios y exigir a la Conferencia Española de Organizaciones Empresariales (CEO) que retorne a la mesa de diálogo social que abandonó el pasado 5 de mayo al no compartir las demandas de la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO): subidas progresivas de salarios y cláusulas de revisión salarial que indexen los salarios a la inflación e impidan la pérdida de nivel adquisitivo de los trabajadores. Así, bajo el lema de "salarios o conflicto", las acciones desatadas por las organizaciones sindicales en octubre llegan a su acto culmen dentro del otoño caliente. 

La manifestación, de nivel nacional, se celebra en Madrid, donde han acudido delegaciones de todo el territorio para tensionar aún más la situación. La movilización cuenta con tres columnas que han partido de diferentes sitios y concluirán, todas ellas, en la Plaza Mayor, donde los secretarios generales de ambas organizaciones, Unai Sordo y Pepe Álvarez, realizarán declaraciones y se dirigirán a los asistentes. Los puntos elegidos son Atocha, Plaza de España, a la altura de calle Bailén, y Puerta de Toledo, desde donde han partido las columnas a las 10:30. Se espera que las columnas confluyan en la central plaza madrileña a las 12:00 horas del mediodía.

La concentración llega en un momento de elevada tensión entre sindicatos y la patronal, después de que Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, menospreciase las actuaciones desarrolladas por CCOO y UGT. “Igual un día convoco yo una manifestación, que igual la lleno también”, señalaba. No tardó en responder a estas palabras Unai Sordo, secretario General de CCOO, que invitó a Garamendi a cumplir sus palabras: “Si quiere convocar una manifestación que lo haga".

Ahora que la fecha está más cerca que nunca, la tensión va en aumento mientras se suceden acusaciones cruzadas entre ambos agentes sociales. “No habrá ningún límite”, aseguraba Pepe Álvarez, secretario general de UGT, en las horas previas al comienzo del puente de Todos los Santos. “La respuesta es la lucha y la movilización en Madrid el 3 de noviembre, que expresará ese malestar y supondrá mantener las movilizaciones hasta que no se aumenten los salarios”.

Subidas salariales y mantenimiento del poder adquisitivo

La oferta inicial, que contemplaba una subida del 2,5% en 2022, un 2,5% en 2023 y un 2% en 2024, ha sido modificada por los sindicatos debido al avance de la inflación. A pesar de que el aumento solicitado en estos momentos por las organizaciones sindicales parte de un 4,5%, ambas mantienen que las subidas no son desmesuradas. “Las posiciones sindicales son perfectamente razonables, no estamos pidiendo subidas generalizadas del 9% de los salarios, sino subidas iniciales razonables y cláusulas de garantía, compromisos para que a lo largo de los próximos dos años se recupere el poder adquisitivo”, apuntaba Sordo la pasada semana.

Desde ambos sindicatos acusan a las empresas de repercutir el aumento de sus costes en los precios de consumo, bloqueando, además, las subidas salariales. Esto puede apreciarse en las estadísticas de convenios colectivos firmados durante este año, que se sitúan en mínimos históricos y contemplan subidas salariales del 2,6% de media, muy lejos de los datos de inflación marcados a lo largo del año, a pesar de la caída del IPC en octubre hasta el 7,3%. Tanto UGT como CCOO afean, en este sentido, el comportamiento de la CEOE por pretender mantener los márgenes empresariales en detrimento del poder adquisitivo de los salarios y de la recaudación fiscal.

Las organizaciones sindicales, en consecuencia, han salido a la calle para exigir subidas salariales que permitan a los trabajadores mantener su poder adquisitivo y  lo hacen con un argumentario que destaca el detrimento de la vida de las clases populares en diferentes ámbitos: “No podemos seguir haciendo malabares para poder comer (aumento del coste de la cesta de la compra); no podemos dejarnos la mitad del sueldo en ir a trabajar (encarecimiento de los carburantes); no tiene que ser la clase trabajadora la que pague el precio de esta crisis (incremento del precio de la energía y los alquileres); no queremos vivir para trabajar (subida de los tipos y las hipotecas)”.