Iberia ha desistido de la adquisición de Air Europa tras casi cinco años de negociaciones. La aerolínea reniega finalmente de las intentonas de adquirir su competidora después de las reticencias del Departamento de Competencia de la Comisión Europea. Así lo ha informado la compañía del grupo IAG en un comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). "El Consejo de Administración ha llegado a la conclusión de que, en el actual entorno regulatorio, continuar con la operación no redundaría en beneficio de los accionistas", ha expuesto.
Pese a este desistimiento, IAG (matriz de Iberia) pagará a Globalia 50 millones de euros en concepto de break-fee como consecuencia de la rescisión. IAG sigue siendo accionista minoritario de Air Europa, con un 20% adquirido en agosto de 2022. "Creemos que esta es la mejor decisión para proteger los intereses de nuestros accionistas. IAG sigue comprometida con su estrategia, que incluye competir eficazmente desde su hub de Madrid, una estrategia que está dando resultados positivos. Seguiremos desarrollando nuestra presencia en Madrid de manera que el hub pueda competir con los mayores aeropuertos de Europa", ha afirmado el consejero delegado de IAG, Luis Gallego.
Las reticencias de la Comisión Europea, finalmente reales, fueron auguradas la semana pasada por el Financial Times al adelantar que el departamento de Competencia de la Comisión Europea había trasladado a ambas empresas sus motivos para oponerse a la operación, a pesar de que la compañía que dirije Marco Sansavini había propuesto ceder hasta el 52% de las rutas que ofrecía Air Europa en 2023 y previamente había presentado una lista de seis competidores a los que ceder esas conexiones para que el departamento de Competencia de la Comisión eligiese la mejor combinación. Sin embargo, las proposiciones no recibieron el visto bueno. Las aerolíneas en cuestión eran Avianca, Binter, Iberojet, Ryanair, Volotea y World to Fly.
Intentos de fusión desde 2019
La Comisión Europea lleva poniendo barreras a esta negociación desde hace ya tiempo. El proceso de negociación llevaba abierto desde su primer intento en noviembre de 2019, y ya hace unos meses, Bruselas puso en marcha la 'parada del reloj', un mecanismo que se usa habitualmente para poder recabar información adicional en un proceso como este sin llegar a consumir el tiempo reglamentado. Según las fuentes conocedoras de la operación, se trata en todo momento de recopilación información relativa al negocio de ambas aerolíneas y del papel que jugaría la empresa resultante de la fusión de ambas en rutas y número de vuelos para evitar prácticas anticompetencia.
Por parte de Iberia, su matriz IAG se comprometió a trabajar con la Comisión Europea para facilitar "lo antes posible" todos los datos solicitados que estén en su poder. Ambas aerolíneas son propiedad de grandes conglomerados aéreos, y el deseo de IAG no era otro que la Comisión Europea autorizase, "con todas las garantías", la compra de la aerolínea. Sin embargo, las reticencias sobre cómo podría afectar a la competencia han permanecido sobre la mesa y el veto se ha mantenido.
Tras todos estos años de negociación, la fecha final de plazo fue marcada para el pasado 7 de junio, ya atrás. El primer intento, el de noviembre de 2019, se planteó a un precio de 1.000 millones de euros, un montante que un año después se redujo a la mitad, valorando la transacción en alrededor de 400 millones. Una rebaja justificada precisamente por la irrupción de la pandemia, el menor número de vuelos y, por tanto, la caída de negocio para ambas aerolíneas. Finalmente, un año después, las compañías acordaban el precio del traspaso en 500 millones de euros, a la espera de recibir el visto bueno definitivo de Bruselas. Un visto bueno que jamás llegó.