Vienen tiempos duros en la economía española: a la crisis de precios que estamos viviendo se une la disrupción de las cadenas de suministro generadas por la huelga del transporte. Cierra el transporte, cierran las empresas e industrias a las que no llegan los suministros, se agotan las reservas en los comercios, y se genera una sensación de pánico que hace que las familias se aprovisionen más de lo que sería necesario en una situación normalizada, acelerando de esta manera el agotamiento de los bienes en las tiendas y mercados. Cierran también las industrias electrointensivas y las flotas pesqueras se quedan en puerto, no sólo por el precio de la energía, sino también por la incertidumbre que trae consigo no saber si van a poder dar salida a los productos de su trabajo.

La sensación generalizada es de derrumbe, en un contexto psicológicamente muy complejo donde las expectativas de los agentes están muy mediatizadas por la inflación presente y futura. En definitiva, y sin conocer todavía el impacto de esta situación sobre el crecimiento y el empleo, una sensación de zozobra ante la situación económica, que nos recuerda siempre que la política económica es mucho más que el movimiento de determinadas variables económicas vinculadas a la política fiscal o la política monetaria, sino la gestión de un complejo entramado de interdependencias entre sectores, trabajos, servicios y productos que configuran esto que denominamos la candena de suministros.

Erosión de la cadena de suministros

En su último libro publicado, el gurú del Management Tom Peters recoge la cita del General norteamericano R.H Barrow: “Los aficionados hablan de estrategia, los profesionales hablan de logística”. Algo muy similar señala el estrategia Ernest Lutwak, en “Estrategia, el arte de la guerra y la paz”, cuando explica a lo largo de todo un capítulo que lo importante de un escenario estratégico no es la decisión tomada, sino las “fricciones” que hacen que las decisiones se vuelvan inefectivas por ausencia de previsión sobre aprovisionamientos, malas decisiones sobre plazos o ritmos, etc.

En definitiva, los aspectos básicos que solemos dar por supuestos, como que hay un transporte que lleva el producto a la tienda donde lo consumimos, o que la digitalización necesita de materias primas que están escaseando -erosionando toda la cadena de suministros y de valor de la economía digital- son los que están amenazando el correcto devenir de nuestra economía, y, de manera subsidiaria, del proceso de transformación digital y ecológica por el que hemos apostado.

Infraestructuras e independencia energética de Rusia

En su último libro, titulado 'Cómo funciona el mundo' (lamentablemente todavía no traducido al castellano), el filósofo Vaclav Smil realiza una notable y realista descripción de las redes e infraestructuras que hacen posible el funcionamiento de nuestras economías internacionalizadas: desde las redes de transporte, las infraestructuras portuarias y viales, las redes de generación y distribución de la energía, hasta los estándares internacionales que permiten el intercambio ordenado de bienes y servicios, la economía global depende de estos mecanismos para garantizar un correcto funcionamiento.

Así, sabemos hoy que la independencia energética de Rusia depende de construir aceleradamente la interconexión gasística entre España y Francia, largamente ignorada por la Unión Europea, y que España lleva pidiendo años. Sabemos que la transición energética va a depender del uso del suelo para las instalaciones de plantas de renovables y que en estos momentos está creciendo un movimiento que se resiste a estas instalaciones. Sabemos que el 11% del personal bajo servicio de las navieras internacionales o es ruso o es ucraniano, y sabemos que son también rusas o ucranianas varias las materias primas que necesita occidente para fabricar los microchips que instala en su industria digital y automovilística.  En definitiva, la logística importa, como también importa la geografía, e incluso la orografía, cuando atendemos a la situación de nuestras economías, su desempeño y sus perspectivas de crecimiento.

No está mal recordar todo esto ahora que España se encuentra en una situación límite provocada por una mala interpretación de la resiliencia de estas infraestructuras y redes ante el crecimiento de los precios de la energía. Esperamos que el plan que se presente el día 29 de marzo sobre como respuesta a la situación generada por la guerra enfoque adecuadamente el rango y profundidad de las medidas económicas de apoyo, pero si algo tenemos que aprender de esta crisis, y de la crisis del Covid, es que el mundo nunca fue plano, que la conectografía económica importa, y que o desarrollamos una visión más realista de cómo funciona nuestra economía o estaremos echando muchas monedas para que nos vuelva a tocar una crisis de suministros.