La imagen era importante, ha dicho Luis Tudanca, secretario general saliente del PSOE en Castilla y León, en su comparecencia junto al líder entrante, el soriano Carlos Martínez Mínguez, rodeada de un claro aura de escenificación de unidad de partido en esta transición que ambos consideran modélica y ejemplo para otras comunidades autónomas en las que el PSOE está en pleno relevo de cargo. Tudanca había puesto en manos de su sucesor su experiencia y trabajo “juntos”, pero “un paso por detrás”, paso que no será tan atrás, porque Martínez le mantendrá como portavoz del PSOE de Castilla y León en las Cortes autonómicas.
“Quería estar a disposición de quien llegara y poner tanto para que Carlos Martínez sea el próximo presidente de Castilla y León como lo he hecho para serlo yo”, ha subrayado Tudanca, para que acto seguido Martínez confirmara que su sucesor seguirá al frente del Grupo Parlamentario, diga lo que diga y ataque por donde ataque Mañueco en los próximos plenos una vez que quien ocupará el sillón de portavoz en el hemiciclo no sea quien dirige el partido.
Cambiar las políticas de estos 40 años
Aunque ha matizado la rotundidad de Tudanca en eso de que le apoyará en lo posible para ser presidente del Gobierno de Castilla y León, algo que Martínez sigue pensando que aún no toca, el nuevo líder socialista ha insistido en la necesidad de cambiar las políticas públicas “que tanto daño están haciendo a esta sociedad en los últimos 40 años” y “dar nuevas respuestas” junto a Luis Tudanca, “parte fundamental del músculo de este partido”, frases que podrían ser los titulares de este abordaje a la Presidencia de la Junta de Castilla y León que pretende Martínez Mínguez, la encabece o no.
El soriano arranca esa labor este viernes con visita a Palencia, provincia en la que se estrenará como secretario general socialista, siguiendo por el “rearme” que cita constantemente de cara al Congreso autonómico que tendrá lugar en esa ciudad a finales de febrero y apoyándose en el látigo que ejerce el PSOE en el hemiciclo de Valladolid, con Tudanca a los mandos y sin fecha de fin, por el momento.
La idea es el asalto del poder cuando toque, sea en la primavera de 2026 o antes, si finalmente Alfonso Fernández Mañueco decidiera adelantar la cita electoral, algo que los socialistas descartan a día de hoy, pero que solo el propio Mañueco sabe.
“El derecho a quedarse”
Los “enormes problemas a los que nos enfrentamos”, la palanca del municipalismo y la reordenación territorial como líneas transversales en el horizonte socialista de aquí en adelante desembocan, para Carlos Martínez, en ese “derecho a quedarse” en una comunidad autónoma que pierde habitantes a espuertas; un objetivo que considera básico para Castilla y León en el nuevo periodo de financiación europea a partir de 2027 y que garantiza la Unión Europea como derecho de la ciudadanía.
Martínez Mínguez ha confirmado una conversación telefónica con Mañueco que abre la puerta a una reunión para el diálogo después de la celebración del Congreso socialista en Palencia, pero no ha escatimado arpones contra el presidente de la Junta, a quien sigue situando en una zona de confort que limita al diván en el que Mañueco está tumbado gracias a los votos que el Partido Popular cosecha en la comunidad desde la década de los ochenta del siglo veinte.
Las directrices de Génova
Sobre la presencia de Tudanca como portavoz en las Cortes bajo el liderazgo de Martínez y las respuestas que prevén obtener de Mañueco a las preguntas que el líder saliente traslade en los plenos han bromeado ambos socialistas.
“Lleva siete años”, ha dicho Tudanca, “que cuando yo le pido más médicos contesta Pedro Sánchez; ahora, cuando le pida más médicos contestará Carlos Martínez”.
“Sabemos cómo va a responder Mañueco, ya tiene justificación”, añade Martínez, “pero siendo conscientes de ello, nosotros vamos a seguir hablando de la problemática de Castilla y León y otros de lo que quieran hablar; pero tendrán que respondernos, dentro o fuera del Parlamento, cómo piensan resolver los problemas a los que nos enfrentamos”.
Eso sí, el nuevo líder socialista ha demostrado lugar para la autocrítica después de afirmar que los políticos del Partido Popular, si algo tienen, es gran respeto por los argumentarios de la sede de Génova, en Madrid, que son “los que les mandan”. “El PP, si se caracteriza por algo es por su disciplina férrea a Génova y un poquito menos a afrontar la realidad de los territorios a los que debería de representar. Eso es algo que nosotros deberíamos también intentar virar, girar de alguna forma”.