Al grito de “socialismo o barbarie”, centenares de jóvenes desfilaron por las calles de Madrid este sábado. La Plaza de la Villa, antigua sede del Ayuntamiento de Madrid, comenzaba a llenarse pasadas las 17:00 horas, todavía mezclando a turistas y manifestantes. Media hora después, ropajes negros y banderas rojas copaban el céntrico enclave, a escasos minutos de iniciar su recorrido. Un alegato de clase claro y directo que la Coordinadora Juvenil Socialista (CJS) presentó a toda una ciudad que, por primera vez, la veía en acción.
“Construir la alternativa revolucionaria” es el lema que rezaba la pancarta que iba abriendo camino. Tras ella, los militantes de una organización que nacía este pasado marzo, integrada en el Movimiento Socialista y con la pretensión de formar una “nueva fuerza política de relevancia entre la juventud trabajadora”. Apretujada por la Plaza Mayor y el Mercado de San Miguel, la marcha descendió por la cava ante la sorpresa e incredulidad de los viandantes y consumidores, que dejaban lo que estaban haciendo para permanecer atentos.
“¡Qué viva la lucha de la clase obrera!”, retumbaba a coro. Bengalas rojas hacían aparición a cada rato y la primera parada importante llegaba en la calle Atocha, a la altura de Antón Martín. Un homenaje a los abogados de Atocha, asesinados por fascistas en 1977, frenaba a los jóvenes. “Es importante mantener viva la memoria de la lucha antifascista”, traslada la CJS. Carteles, pirotecnia y gritos recordaban a las nueve víctimas (cinco muertos y cuatro heridos). “Porque fueron, somos”. Más adelante también hubo tiempo para los “represaliados políticos” actuales.
Por los 6 de Zaragoza (dos de ellos menores), detenidos tras una manifestación antifascista marcada por la violencia policial, juzgados y encarcelados con la palabra policial como única prueba, después de rechazar el tribunal grabaciones que demostraban la inocencia de alguno de los encarcelados. Y por las 6 de La Suiza, seis sindicalistas de la CNT condenadas a tres años y medio de cárcel por manifestarse frente a su centro de trabajo para denunciar acoso sexual de su jefe. La pastelería terminó por cerrar y las condenaron por coacción.
Volver hacer del comunismo una fuerza política de masas
Superado el recuerdo y el llamado a la justicia de los compañeros encarcelados, los manifestantes siguieron su curso sumando más reivindicaciones. El derecho a una vivienda “gratuita y de calidad” estuvo presente en todo momento. El drama habitacional que atraviesan los barrios obreros es cada vez mayor y para la CJS tiene una solución cristalina y acuciante: “garantizar viviendas dignas y accesibles para toda la clase trabajadora”. “No hay otra manera: o con el capital, o con la clase obrera”.
También hubo un recuerdo para aquellos que sufren más allá de las fronteras españolas, frente al Ministerio de Asuntos Exteriores. Allí, los manifestantes expresaron su solidaridad con el pueblo palestino, denunciando la “complicidad de las autoridades españolas con la ocupación y el apartheid”. El recorrido siguió y toda la jornada, tanto de protesta como de presentación, concluyó con un mitin en el Parque del Casino, ubicado en Embajadores. Todo a oscuras, todo rojo, todo clase.
Un problema estructural
La CJS quiere ir mucho más allá de las realidades concretas que fueron denunciadas durante la manifestación, apunta al sistema en tres de sus ejes. En primer lugar, la organización carga contra “la crisis capitalista en declive” y sus sucesivas representaciones (económicas, ecológicas y bélicas). “El capitalismo se enfrenta a su largo declive, generando cada vez más condiciones para la emergencia de una política revolucionaria”, espetan los jóvenes, que aprecian como las desigualdades se agrandan y el ascensor social ha resultado ser unas escaleras solo de bajada.
Y contra esto “ha fracasado la izquierda reformista”, denuncian. “Durante las últimas dos décadas, los experimentos populistas y reformistas han demostrado su incapacidad para ofrecer soluciones reales. Este sector político ha perdido credibilidad y margen de maniobra, dejando un vacío en el horizonte político”. Y es ese espacio el que quiere copar la CJS. Por último, apuntan al “auge reaccionario de la ultraderecha”, que se aprovecha de la tesitura. “Está captando el descontento popular, consolidándose como una falsa alternativa que explota el miedo y la desesperación de amplios sectores de la población”, zanjan.

Tres factores de los que emana, para la CJS, los principales problemas existentes. Enfrente se presenta la juventud socialista, segura de poder vencer y convencer. “Cada vez somos más quienes apostamos para construir una alternativa a este mundo de barbarie”, pronunciaba una militante durante el mitin final, dejando claras a continuación las intenciones de la organización. “Hemos hecho nuestra la tarea de volver hacer del comunismo una fuerza política de masas capaz de derribar todos sus muros y convertir su orden en cenizas”.
Ilusión, camaradería, esperanza, rabia. Una explosiva mezcla exudaba del ambiente, con un olor nuevo, pero familiar. “Porque nos va la vida en ello, que nadie diga nunca que nos rendimos, que nadie diga nunca que no vinimos a vencer. Viva la lucha de la clase obrera. Viva la revolución socialista”.