No hace un año que la situación en Palestina es difícil, pero desde el pasado mes de octubre, con el pretexto de que todo vale para derrocar a Hamás la ofensiva israelí ha convertido esta área y la Franja de Gaza prácticamente inhabitables, una situación a la que en los últimos días se les suma el Líbano, donde se experimenta el mayor número de muertes en casi dos décadas.
Jean-Raphaël Poitou, responsable de incidencia de Acción contra el Hambre en Oriente Medio, acaba de llegar de este territorio, donde ha ofrecido ayuda humanitaria a pesar de las dificultades que tanto él como sus compañeros experimentan día tras día. La radiografía que hace del escenario en el que ha actuado refleja a la perfección la realidad a la que se enfrentan los enclaves que alcanzan las acciones del gobierno de Benjamin Netanyahu.
"El contexto nunca fue una maravilla (...) Pero no había riesgo de desnutrición"
“La situación en Líbano está siendo igual que en Gaza”, dibuja mientras recuerda que se está “usando el hambre como arma” ante la mirada pasiva de la comunidad internacional. Un ejemplo, una frase, para escenificar con palabras lo que a veces solo se comprende con imágenes: “Los bombardeos hasta ahora eran muy localizados, pero la semana pasada vimos el mismo número de bajas civiles en un día de las que se habían experimentado en un año”. Mientras tanto, los desplazados superan el millón en una población de unos cinco millones, lo que se traduce en el mayor éxodo del país en cifras que manejan las autoridades del mismo y otros indicadores de ONG y demás organizaciones.
La problemática se extiende a los grupos que se desplazan a la zona para hacer el día a día de los civiles más llevadero y evitar, en la medida de lo posible (aunque saben que no depende de ellos), que esto termine de alcanzar un punto de no retorno que sonroje -más si cabe- a la sociedad en su conjunto de acá a unos años, que se estudie en los libros de Historia como un bochorno mundial: “Nuestro trabajo también es inseguro. En el Líbano ya ha habido dos muertes humanitarias (…) Pero es que en Gaza se contabilizan más de 200”.
“Israel dice que entran camiones con ayuda; y a veces es cierto. El problema es que cuando conseguimos acceder no siempre tenemos manera de llevar la ayuda”, expone, argumentando que en ocasiones “una vez que ellos dan el permiso, tenemos que ver dónde dejamos la ayuda”, y es que hay veces que se quedan por el camino dado que “los almacenes están destruidos”. “La gente asalta camiones porque están muriendo de hambre”, apuntala.
El hambre no se puede usar como arma de guerra
A su lado toma la palabra Cristina Izquierdo, coordinadora de salud y nutrición del equipo de emergencias que, en su caso, regresaba hace poco de Gaza, punto en el que ha gestionado las actividades humanitarias de la ONG y que ya ha visitado hasta en tres ocasiones. Con su experiencia destaca la “resiliencia” de la población: “Hace un año el contexto no era ninguna maravilla, pero no había riesgo de desnutrición”.
En este sentido, las voces de Acción Contra el Hambre sitúan también el foco en los obstáculos a los que las personas en la Franja o Palestina se enfrentan para conseguir agua potable o, todavía refiriéndose a la comida, los agricultores o ganaderos que pelean contra el bloqueo constante. Estos últimos resultan especialmente reseñables dado que parecen abandonados en un segundo plano a pesar de que de ellos depende gran parte de la supervivencia de un sitio que cada vez está más reducido a escombros.
“Son muy importantes, porque la seguridad alimentaria, que las personas puedan producir y comprar sus alimentos, es básico (…) Nos encontramos en ocasiones con la destrucción deliberada de tierras agrícolas, y a veces quedan en la tierra artefactos no explosionados”, dice Natalia Anguera, responsable de Operaciones de la organización para Oriente Próximo, aportando más datos de los que poco se habla: “Tardaríamos unos 14 años en limpiar las tierras fértiles de estos artefactos. A todo, añádele que los agricultores también se ven a veces obligados a desplazarse, que los mercados locales se destruyen y que Gaza ha perdido el 75% de sus tierras”.
Tardaríamos 14 años en limpiar las tierras fértiles de artefactos no explosionados
“De un año a esta parte hacemos lo que podemos, cómo y cuándo podemos. Por ejemplo, antes trabajábamos con los propios agricultores o la exportación de alimentos a pesar del bloqueo y las dificultades, ahora muchas cosas nos son directamente imposibles”, emiten. “Lo mismo pasa con el agua, la situación al respecto ya era complicada, pero había capacidad para obtener agua potable dentro de la propia Franja, mientras que ahora las canalizaciones están destrozadas y solo se puede hacer llegar con los camiones cisterna”.
Todo apunta a que las cosas empeorarán con la llegada del invierno. “Viene el frío y la lluvia, y con ello la propagación de enfermedades. Los niños tienen más neumonía, bronquitis y diarrea (…) La vacunación está interrumpida… Como siempre, los niños sufren las consecuencias más crueles de la guerra”, lamenta Izquierdo que, sin embargo, no desespera: “Vamos a intentar responder cuanto antes, aunque la implementación de estos programas no es sencilla”.
Las canalizaciones están destrozadas y el agua solo llega mediante camiones cisterna
Ella y sus compañeros se encargan de hacer un seguimiento y tratamiento exhaustivo de los más pequeños, quienes se encuentran “todos en riesgo de desnutrición permanente”, según los datos del IPC: “También quiero agradecer el trabajo de mi equipo, que a veces se ve obligado a desplazarse en plena noche, sin ningún tipo de planificación; y cuando llegan a casa lo primero que hacen es estar con sus hijos. Ojalá poder verlos en otras circunstancias en las que no tuviéramos que hablar de lo que está pasando”.
Más del doble de personas humanitarias desplazadas que antes de octubre de 2023
Acción Contra el Hambre está presente en 55 países y lleva más de 20 años trabajando con equipos grandes en estas zonas, con fondos ahora mismo y en muchas ocasiones “insuficientes”. Además de estar especializados en comida, agua, saneamiento o higiene, también alcanzan otras cuestiones subyacentes, como la seguridad alimentaria desde las distribuciones de emergencia al trabajo con agricultores y ganaderos; o la desnutrición de las madres y los niños.
Hace ya casi 365 días el personal que operaba en Palestina era de unas 60 personas (ahora son 130); o en el Líbano han alcanzado las 240 en las últimas semanas. También intervienen en Siria -con más de 80- o en Cisjordania.
"No hay respeto por la vida"
En este último territorio, la situación también va muy ligada a la actividad del sector primaria. “Está distribuida en tres áreas administrativas militares; en el área C Israel tiene todo el control (…) Nuestra labor es que nadie se tenga que ir de su lugar de trabajo, que puedan tener animales, tuberías y, en definitiva, infraestructuras”, cuentan. “Hay gente que lo ha perdido todo: su casa, su trabajo, que no tienen ingresos, el sistema sanitario está bloqueado… No hay respeto por la vida”, resumen en última instancia.