El juicio y la sentencia por el accidente de metro de València, que costó 43 muertos y 47 heridos, abre ciertas incógnitas más políticas que judiciales. La primera es si la actual líder del PPCV Isabel Bonig responderá, por fin, a las preguntas de las víctimas. Esta afirmación que podría parecer baladí, no lo es en absoluto. La propia Bonig les dijo a los miembros de la Asociación de Víctimas del Accidente del 3 de Julio que cuando hubiera una sentencia hablarían.

Han tenido que pasar trece años y medio desde aquel fatídico día, y unos cuando años desde la reunión con Bonig y el expresidente Alberto Fabra, pero las familias siguen esperando una respuesta política del partido que estaba en el poder cuando la UTE descarriló. 

Ahora tienen su oportunidad. Ahora pueden cumplir su palabra para con las familias de los fallecidos y heridos. Otra cuestión es si la lideresa valenciana cumplirá su palabra con las familias o seguirá la línea del partido de echar balones fuera. Nada puede ya sorprender a las familias.

La segunda pregunta que planea es si los máximos resposables de la Iglesia en en la capital del Turia pedirán perdón. ¿Por qué? Se preguntarán ustedes. Sencillo. Solo tienen que ver el reportaje grabado por Barret Films, y fijarse en el momento dedicado a la inauguración del monumento a las víctimas que hizo el PPCV.

Allí se puede ver como una señora, madre de una de las víctimas del accidente, se va cara a los políticos y al orzobispo, ahora fallecido, Agustín García Gasco. La mujer, católica practicante, había aguantado callada mientras solo había políticos, pero saltó cuando vio al prelado de Dios.

El motivo no era otro que, dos días antes, el mismo Agustín García Gasco les había negado una misa en honor de las víctimas por el aniversario del accidente. No había querido oficiar una misa, pero sí que quiso salir en la foto junto a la entonces alcaldesa de la ciudad Rita Barberá, el presidente Camps y el resto de la corte faraónica que siempre seguía al presidente. Para las víctimas no había tiempo, para la foto sí.

Victoria moral

La sentencia emitida in voce este lunes es una victoria moral para aquellos que llevan casi 14 años luchando contra molinos de viento. Unos molinos encabezados por el PPCV, su infame comisión de investigación sigue planeando sobre sus muertos, y sobre la juez instructora empecinada en archivar aunque la Audiencia Provincial le diera en la línea de flotación una y otra vez.

El accidente de metro es una lucha como pocas se han visto en España. Es una lucha que hubiera caído en el olvido si no llega a ser gracias a periodistas como Laura Ballester o Jordi Évole, y fiscales como Teresa Gisbert, Sandra Bonet o Vicente Torres. Es una lucha sin igual que, este lunes y contra todo pronóstico, ha tumbado a Goliat.

Pero la victoria no es dulce, es agridulce. Es una victoria en parte amarga pues tras la sentencia que evidencia lo perseguido, que no es más que el hecho de que el accidente era "previsible y evitable", deja una realidad horrible. Los familiares se han ido a casa con una sentencia favorable, que deja claro que el PPCV mintió, pero no les devuelve a los suyos. Los suyos están bajo tierra porque nadie se quiso gastar el dinero en mejorar la seguridad de la Línea 1 de metro. Es horrible, pero es así.

Aun con todo, el 27 de enero de 2020 quedará como un día para la historia. El 27 de enero de 2020, las familias del accidente de metro consiguieron lo que parecía imposible: GANAR.