En el tiempo que uno piense explicarse lo inexplicable, es decir, siempre, Rajoy cogió su cuaderno azul, después de soplarle al oído un nombre su consejero Arriola, metió en nómina gubernamental al Sr. Wert en la decrépita y llamativa cartera de los asuntos culturales, deportivos y educativos. Don Wert rápidamente demostró que está en las antípodas de todos o casi todos los ciudadanos, traía su estado en la cabeza, o no tiene cabeza para este Estado. Experto en encuestas, su impopularidad le atrae, y le pirra que hablen de él aunque sea gritando en contra.