Durante los peores momentos de la pandemia fue emocionante ver a las 20:00 horas de la tarde como desde las ventanas se aplaudía la ímproba labor de nuestros sanitarios y sanitarias. Se les llamó los nuevos héroes, los esenciales mitos sin capa, los valientes ante la Covid-19. Se jugaron la vida y salvaron muchas. Andalucía sigue teniendo el triste honor de ser de las comunidades autónomas con más índices de contagio por la Corona virus entre los trabajadores de la sanidad pública. Algunos fallecieron. Ahora, como en Granada, alguna planta se ha cerrado por el altísimo número de infectados entre el personal.
El Gobierno andaluz, consciente de la simpatía que generaba el colectivo, se unió y alentó el aplauso colectivo. Se quedaba afónico con elogios y loas a médicos, doctoras, enfermeras, celadores, auxiliares, administrativos de los hospitales. Moreno Bonilla incluso se hacía giras por las provincias inaugurando esculturas de “mármol del caro” en rotondas en homenaje a los profesionales héroes sin capa. Las manos institucionales se encallecían de tanto palmero. Incluso se adelantó que esa magnífica labor se vería recompensada en las nóminas o en alguna extra especial.
Pero llega la segunda ola con tintes similares de dramatismo, medidas restrictivas a la movilidad (tardía pero llegan), la primera línea de batalla, la atención primaria, desmantelada y desbordada, los hospitales saturados y una presión asistencial enorme que crece día a día. Y de las promesas a los sanitarios, pues “si te he visto no me acuerdo” y del reconocimiento solo quedaron las esculturas inauguradas con enorme pomposidad, prensa, y protocolo por parte de Moreno Bonilla, perdón “llamadme Juanma”.
Pero ahora la situación del personal sanitario es distinta que en la primera ola, muy distintas. Están cansados, agobiados, agotados, desanimados, crispados y muy cabreados. Eso sí, no ha cambiado ni un ápice su voluntad de seguir salvando vidas, su vocación de servicio público y su fortaleza de fuerzas de flaqueza para seguir en sus puestos de trabajo, ahora sin aplausos pero con más esculturas en rotondas. Han pasado de la categoría de esenciales a vitales, de necesarios a urgentes y de válidos a urgentes.
Pero con la Ley de Murphy instalada en el Gobierno del PP y Ciudadanos de la Junta de Andalucía, la situación de estos trabajadores y trabajadoras de hospitales y centros de salud andaluces es susceptible de empeorar. Y así ha sido. Del no aplauso a la hostia, de la no paguita al recorte de sus derechos laborales. Así ha sido tras aprobar el gobierno andaluz un decretazo hostil, así como el que no quiere la cosa, entre bambalinas oscuras de cierres perimetrales y debates sobre fondos Covid destinados a Bertines Osbornes y otras mamandurrias. Así ha sido cuando se ha pasado del aplauso a la bofetada, de las palmas a la hostia en rostro con batas verdes y blancas.
Un decreto contra los sanitarios publicado en un BOJA extraordinario este pasado domingo. Una transferencia de poder omnímodo a los gerentes de distritos sanitarios y hospitales para disponer que puedan disponer de manera discrecional del personal sanitario. Serán a partir de ahora, los burócratas desde un cómodo despacho quienes decidan personalmente turnos, descansos, traslados, vacaciones e incluso, derivado de ello, los horarios de atención de los padres y madres sanitarios a sus hijos y familiares (como si aquellos fueran “Hijos de un dios menor”). Y un paso más de tuerca: a partir de ahora cualquier médico puede ser obligado a atender a pacientes de la pandemia más allá de su especialidad. Rizando el rizo de la inquina también se suspende la exención de guardias para mayores de 55 años como había sido hasta ahora.
¿Quousque tandem abutere, Juanma, patientia nostra?
“Hasta aquí hemos llegado” le espetó Casado a Abascal y “hasta aquí hemos llegado” le dicen las centrales sindicales a la Junta. Los sindicatos se van a echar a la calle. La situación ha degenerado tanto que del estado de sitio ciudadano la sanidad va a pasar a estado de guerra. Del ¿Quousque tandem abutere, Juanma, patientia nostra? se ha pasado a “nos vemos en la calle”. No pueden más. Todos en bloque, desde la izquierda sindical de CCOO y UGT a los más conservadores como el Sindicato Médico o no de clase como el CSIC y el SATSE han puesto el grito en el cielo y le van a gritar a los gobernantes de la Junta “menos aplausos y más medios, menos palmas y ningún recorte”.
La calle está caliente… los hospitales que arden. Hasta aquí hemos llegado.