Ayer volvió a Sevilla el Alfonso Guerra más desinhibido. Y también el Alfonso Guerra más severo con la dirección federal socialista que comanda Pedro Sánchez. Fue en la antigua sede de la Diputación de Sevilla, donde presentó su libro ‘La España en la creo’ acompañado por la secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz.

En primera fila, además de históricos como el expresidente José Rodríguez de la Borbolla, el dirigente laminado por Ferraz en las listas al Congreso Antonio Pradas, junto a muchos socialistas a quienes, como a Guerra, el ‘nuevo PSOE’ de Sánchez no parece convencer. Si había sanchistas entre el público pusieron buen cuidado en no manifestarse.

En los corrillos previos y posteriores a la presentación, un solo tema y su principal derivada: el tema, las candidaturas electorales andaluzas impuestas por Ferraz; la derivada, cuándo reanudará el pedrismo su ofensiva final contra la ciudadela susanista.

Alfonso y 'nosotros'

En Sevilla, Alfonso sigue siendo Alfonso. Antes de comenzar la presentación en un atestado salón de actos que obligó a los organizadores a habilitar pantallas en el hall y en una salita para dar cabida al público, Guerra se explayó ante las preguntas de un enjambre de periodistas convencidos de que el extodopoderoso ex número dos del PSOE no les defraudaría.

Y no lo hizo. Guerra fue muy severo con la conducta de la dirección federal de su partido por los cambios introducidos en las listas electorales del 28 de abril aprobadas por los militantes andaluces. "Alguien desde la dirección ha dicho literalmente 'nosotros tenemos derecho a escoger',  pero la clave es quiénes son nosotros: ¿son los militantes, es la dirección, es una sola persona?".

Borbolla y las listas

Guerra también recordó que “durante muchos años presidí la Comisión de Listas del PSOE y nunca se me ocurrió decir 'a estos hay que quitarlos y meter a estos que no los conoce nadie', las cosas se hacían de otra manera, yo creo que mucho más democrática".

Aunque no estaba presente en el momento de esa arriesgada afirmación ante los periodistas, seguro que el expresidente Borbolla habría tenido bastantes puntualizaciones que hacer al respecto considerando su decapitación, ejecutada por Guerra a finales de los 80, como líder del PSOE andaluz y candidato a renovar en la Presidencia de la Junta.

César y Pedro

El ex vicesecretario general del PSOE se mostró también muy estricto con el modelo de primarias, que habría sido importado acríticamente por los partidos españoles de la democracia norteamericana, donde, recordó, las primarias eligen compromisarios que luego eligen al líder, pero no hay “una votación directa de los afiliados para elegir al líder del partido, lo que no tiene nada que ver con primarias y genera un cierto cesarismo que no es bueno para la democracia interna de los partidos". Aquí se abstuvo de citar a Pedro, pero tampoco hacía falta.

Una manifestación directa de ese cesarismo sería la moda de “los fichajes, como en el fútbol, ahora busco uno que trabajaba en la Coca Cola, ahora este que jugaba al baloncesto…”. Y una consecuencia de tal modo de proceder: “No necesitamos equipos más cohesionados, sino más competentes”.

También fue preguntado, no sin malicia, Alfonso Guerra sobre si creía que fuera a leer su libro el presidente Pedro Sánchez, con quien ‘La España en la que creo’ es extremadamente crítico: “No creo que tenga tiempo”, dijo con sorna para dejar a continuación unos puntos suspensivos que cerró con el mismo indisimulado desdén –en el mejor de los casos, displicencia– con que trata a Sánchez en su obra: “Lo que es seguro, jeje, es que yo no leeré el suyo”.

Defensa de Díaz

Por lo demás, el exvicepresidente hizo una defensa cerrada de Susana Díaz, a quien identificó como la política más importante de España en estos momentos y de quien alabó su “fortaleza en la dirección del partido en Andalucía, lo que le garantiza el futuro y la capacidad para superar los obstáculos y volver pronto a la Presidencia de la Junta”.

La secretaria general del PSOE de Andalucía, por su parte, destacó elogiosamente que la figura de Alfonso Guerra “trasciende del PSOE y forma parte de España”, cuya Transición pilotaron personas como él que “fueron capaces de interpretar ese momento y diseñar esa hoja de ruta que ha durado 40 años”. No llegó a añadir la coletilla 'no como los de ahora', pero tampoco hacía falta.